El mensaje del Evangelio de hoy es muy sencillo: servir a los demás. La semana pasada escuchábamos cómo Jesús, en una de sus primeras obras en público, al visitar una sinagoga expulsaba al demonio que se habÃa apoderado de un pobre hombre.
Lo más interesante de este relato, es que entre los enfermos que le llevaron se encontraba la esposa de Simón Pedro quien “estaba en cama, con fiebre“.
Dice la escritura: “Él –Jesús– se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles“.
Este es el momento más importante del dÃa: ¿Quieres ser servidor de Cristo? ¡Levántate y comienza a servir a los demás!
Como lo dijo un gran Santo, el Dr. Martin Luther King Jr. en su discurso “The Drum Major Instinct”:
“Y quiero que puedas decir ese dÃa que sà hiciste lo posible por vestir a los que estaban desnudos. Que si hiciste lo posible por visitar a los que están en prisión. Que si hiciste lo posible por amar y servir a la humanidad”.
Simples valores universales, más allá de toda religión y de todo tiempo, pasador por Jesús a todas las generaciones.
Ponerse al servicio de los demás es difÃcil, definitivamente no es algo fácil o a lo que estamos acostumbrados. En la actualidad, existe la cultura de la individualidad, del poder hacer todo yo solo, pues no necesito a los demás.
Y cuando alguien nos pide ayuda, muchas veces simplemente los ignoramos y seguimos con nuestras vidas.
A mà me ha pasado: Yo vivo en el Noreste de los Estados Unidos, y recientemente tuvimos una gran tormenta que cubrió calles y vehÃculos. Uno adquiere astucia y sabe que, durante la tormenta, la nieve es muy ligera, casi como harina y es más fácil de apalear. Asà que, durante la tormenta, es conveniente salir varias veces a pasar la pala y quitar la nieve, aunque eso significa que en unos instantes volverá a cubrirse el camino.
Pero hay una ventaja en esto: asà se evita la acumulación. Pero además, se evita que se forme hielo por debajo de las capas ligeras. Una vez que la nieve se endurece, hay que hacer más esfuerzo para romperla, y se vuelve pesada y es ahà que ocurren las lesiones.
Al dÃa siguiente, estuve disfrutando de un merecido descanso, pues la universidad donde trabajo canceló el dÃa porque el personal de limpieza no podÃa tener listas las instalaciones para los empleados. ¡Ah! A disfrutar del dÃa.
Luego, vi a mi vecino de enfrente. Su cochera es muy larga, como de unos 30 pies (10m) y su auto estaba hasta el fondo. El pobre hombre estaba luchando solo limpiando poco a poco, clavando la pala con fuerza y esforzándose para levantar la placa pesada de hielo. Tomaba un respiro, y luego otra vez la pala. ¡Mmh! Fue lo que me dije a mi mismo.
Hoy es un dÃa en que escuchamos acerca del nacimiento de sacerdocio junto el establecimiento de la organización que es la Iglesia. Y este suceso viene acompañado por una justificación establecida casi 800 años antes.
En la primera lectura, es el profeta IsaÃas que nos habla de cómo Sebná, el mayordomo del palacio, será echado de su puesto y destituido de su cargo. Recordemos que “el palacio” es el del trono de los reyes de Israel.
IsaÃas tenÃa mucha influencia en el palacio, y es sabido por todos que Sebná se ha aprovechado de su posición para cosas personales. Pero su tiempo ha terminado e IsaÃas ha recibido la misión de ungir a un nuevo mayordomo: EleacÃn.
EleacÃn es uno de esos personajes que no escucharemos muy frecuentemente en las escrituras, pero el mensaje que el profeta nos da servirá de ejemplo para una de las bases más importantes de nuestra Iglesia. Dice ElÃas de EleacÃn:
El relato anterior tiene mucha relación con el evangelio de hoy, el cual marca la investidura de los sacerdotes y el establecimiento de la cabeza de la Iglesia.
AsÃ, Simón el Pescador desaparece y nace Pedro el apóstol. Las palabras de Pedro son sinceras, le han salido de su corazón y su mente. Él está convencido de que Jesús es el verdadero Hijo de Dios, y es primero de los doce en confesarlo.
Jesús ha establecido una sola Iglesia. En sucesión y por imposición de las manos se irá pasando esta investidura de Pedro a otros y asà llegar hasta el dÃa de hoy con el Papa y todos los sacerdotes de nuestra Iglesia.
(La imagen nos muestra la ceremonia de imposición de manos sobre nuevos sacerdotes. Este es un rito que viene desde Pedro hasta nuestros dias).
Es interesante el solo pensar que Jesús decide usar las barcas para poder hacer llegar su mensaje a mas gente, la cual ya estaba comenzando a acumularse.
Y la sorpresa de que ahora las redes salen repletas de peces. Es necesario llamar a otras barcas para que ayuden con la pesca.
Pedro cae a los pies de Jesús y le dice: “¡Apártate de mà Señor, porque soy un pecador!”. Y es que Pedro está asombrado. Para nosotros, hoy en dÃa, nos resulta poco impresionante tal evento. Sin embargo, tenemos que pensar el lo siguiente:
Nosotros hemos escuchado esta historia por muchos años, al grado que nos nos impresiona. Pero pensemos que para Pedro y su gente esta es la primera vez que ven esto.
Finalmente, la reacción de Pedro ante el milagro es la de verdadera humildad: caer a los pies de Jesús, reconocer su propia condición humana, y sentirse lo más pequeñito posible ante el Hijo de Dios.
Luego llevaron las barcas a tierra, y dejándolo todo, lo siguieron. Ojo: no dice que los pescadores hayan ido corriendo a avisarles a sus familias que luego volvÃan; tampoco dice que buscaron compradores para tanto pescado que encontraron; y mucho menos dice que se hayan puesto a discutir lo que pasó y si deberÃan seguir a Jesús o no.