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Domingo del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo (Corpus Christi)

Alimentando a la multitud
“Alimentando a la multitud” por Bernardo Strozzi – http://www.1st-art-gallery.com/Bernardo-Strozzi/The-Miracle-Of-The-Loaves-And-Fishes.html, Public Domain, Link

Hoy celebramos el Domingo del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, también conocido como Domingo de Corpus Christi. El Evangelio de San Lucas nos trae el mensaje de la multiplicación de los panes y pescados como la lectura de hoy:

“En aquel tiempo, Jesús habló del Reino de Dios a la multitud y curó a los enfermos.
“Cuando caía la tarde, los doce apóstoles se acercaron para decirle: ´Despide a la gente para que se vayan a los pueblos y caseríos a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar solitario´. Él les contestó: ´Denles ustedes de comer´. Pero ellos le replicaron: ´No tenemos mas que cinco panes y dos pescados; a no ser que vayamos nosotros mismos a comprar víveres para toda esta gente´. Eran como cinco mil varones.
“Entonces, Jesús dijo a los discípulos: ´Hagan que se sienten en grupos como de cincuenta´. Así lo hicieron, y todos se sentaron. Después, Jesús tomó en sus manos los cinco panes y los dos pescados, y levantando su mirada al cielo pronunció sobre ellos una oración de acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, para que ellos los distribuyeran entre la gente.
“Comieron todos y se saciaron, y de lo que sobró, se llenaron doce canastos”.

Uno de los más bellos relatos que está en los cuatro evangelios de la Iglesia Católica (Juan, Mateo, Marco y Lucas), haciéndolo uno de los milagros documentados –y, por decirlo así, comprobado históricamente, puesto que los autores no tuvieron en contacto entre sí durante sus propias redacciones, y todos coinciden en varios aspectos importantes:

  • Eran como cinco mil varones. Eso quiere decir que ademas de ellos, estaban las esposas y los hijos. Algunos cálculos ponen el número total en más de quince mil personas.
  • Todos comieron y se saciaron.
  • Se llenaron doce canastos. Curioso número, pero uno de los más importantes en la Biblia: 12 hijos de Jacob, 12 tribus de Israel, 12 apóstoles; en Daniel 12:12, él habla del número 1,335 (1+3+3+5=12), etc.

Pero lo más importante: el recordatorio de que teniendo Fé en nuestro Señor Jesús, todo es posible, hasta alimentar a más de 15 mil personas con sólo dos pescados y cinco panes.

Lecturas del Domingo: Octubre 28, 2018 – Vete; tu fe te ha salvado

Jesús y el ciego
Jesús y el ciego, por Andrey MironovOwn work, CC BY-SA 4.0, Link

Muchas veces hemos escuchado que la fe mueve montañas, que con una fe tan pequeña como un grano de mostaza podríamos hacer cosas increíbles como caminar sobre el agua.

Pero, a la hora de demostrar que tenemos fe nuestra naturaleza humana –el instinto de conservación, pero más fuerte la incredulidad sobre las cosas que no podemos ver– se interponen en nuestro camino. ¿Cuántas veces nos ha pasado que hemos dejado algún proyecto o plan sólo por el hecho de que tenemos un diablito en el hombro que nos dice “No, no puedes hacer eso, ¡olvídalo!”?

El Evangelio de hoy nos habla de un Bartimeo, un ciego que pedía limosna en uno de los caminos de Jericó. Al oír que Jesús pasaba le empezó a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”. La gente le decía que se callara, semejando nuestras propias inseguridades, pero el insistía en su clamor. Llegó un momento que gritó a toda voz: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”.

“Jesús se detuvo entonces y dijo: ´Llámenlo. Y llamaron al ciego diciéndole: ´¡Ánimo!, Levántate porque él te llama´”.

Nuestro hermanos separados –los llamados cristianos y de otras sectas– tienen un dicho de que nuestra oración debe ser sencilla y tratando de no molestar a Dios, pero eso queda eliminado con el fragmento del Evangelio de hoy, pues el ejemplo más grande de que Dios en verdad escucha nuestra oración, pero es nuestra propia responsabilidad de hacerlo continuamente, no nada más que una sola vez.

El ciego no hizo caso de los regaños de la gente para que se callara, sino que, al contrario, gritó mas fuerte para poder ser escuchado.

Sigue la lectura:

“El ciego tiró su manto; de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús. Entonces, le dijo Jesús: ´¿Qué quieres que haga por ti?´ El ciego le contestó: ´Maestro, que pueda ver´. Jesús le dijo: ´Vete; tu fe te ha salvado´. Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino”.

El hombre del relato es ciego, pidiendo limosna en el camino. Cuando Jesús le llama, lo primero que hace es “tirar su manto”. Es fácil imaginar que para una persona de su condición el manto es de las pocas cosas valiosas que tiene. Quizás para el resto de la gente no es mas que un trapo mugroso y feo, pero para él se trata de su más importante posesión. Y, ¿qué es lo que hace con el manto? Se despoja de él, no le importa, pues reconoce que es más importante seguir a Jesús.

Una gran lección para todos.

Y luego, Jesús lo premia por su fe, devolviéndole la vista.

Y el ciego, no se queda ahí o se va sin agradecer. Comienza a seguir a Jesús por el camino.

Orar, orar, y orar. Esa es la clave de nuestra conversación con Dios y el inicio del crecimiento de nuestra fe. Y una vez que los milagros nos lleguen, por favor no te desatiendas o los olvides, reconócelo, agradece y sigue a Jesús.

Lecturas del Domingo: Septiembre 9, 2018 – ¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos

Jesús sanado al sordo y tartamudo
Jesús sanado al sordo y tartamudo

¿Para quién es el reino de los cielos? Obviamente, no lo es para los ricos estirados que se la pasan presumiendo sus riquezas. Pero, eso no quiere decir que por el sólo hecho de ser pobre se tiene ganado el paraíso.

Este día, tenemos la inusual circunstancia de que la segunda lectura no es un pasaje de las actas de San Pablo o de las muy poco mencionadas cartas de San Pedro. No, hoy tenemos el gusto de escuchar al apóstol Santiago. Y es precisamente él quien nos dice:

“Supongamos que entran al mismo tiempo en su reunión un hombre con un anillo de oro, lujosamente vestido, y un pobre andrajoso, y que fijan ustedes la mirada en el que lleva el traje elegante y le dicen: ´Tú, siéntate aquí, cómodamente´. En cambio, le dicen al pobre: ´Tú, párate allá o siéntate aquí en el suelo, a mis pies´. ¿No es eso tener favoritismos y juzgar con los criterios torcidos?
“Queridos hermanos, ¿acaso no ha elegido Dios a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los que lo aman?”.

¡Ajá! ¡Ahí está la clave! “Herederos del reino que prometió a los que lo aman“. No sólo basta ser pobre, o no es el único requisito para entrar al reino de Dios. Hay que amar a Dios. Y entendamos, Dios está en todos nosotros, y en todas sus obras. Así pues, amar a Dios es la clave, y no los torcidos criterios de nuestra vida diaria.

Ahora, imaginemos cuando alguna persona con alguna deficiencia física o mental se nos acerca para pedirnos dinero, ayuda, o simplemente comprensión. ¿Le hacemos un mal gesto, un desaire?

Dice el evangelio de hoy que cuando Jesús estaba en la región de Decápolis, le llevaron un hombre sordo y tartamudo. ¿Quién lo llevaba? La lectura sólo dice que “le llevaron”, pero no dice cuántos o quiénes. Pero es gratificante saber que eran varias personas, entre ellas tal vez los padres, o hermanos, o amigos. Lo interesante es que sabemos que eran varios que se preocupaban por él.

Por eso es tan importante la oración entre muchos, para pedir por la salud de nuestros familiares y amigos. Solos no podemos llegar a Dios.

Dice la lectura que Jesús “lo apartó a un lado de la gente, le metió los dedos en las orejas y le tocó la lengua con saliva. Después, mirando al cielo suspiró y dijo: ´¡Effetá!´(que quiere decir ´¡Ábrete!´). Al momento se le abrieron los oídos y empezó a hablar sin dificultad”.

Jesús no tuvo repugnancia o aversión del sordo tartamudo. Lo toco en sus oídos y en su lengua, algo que para muchos de nosotros hubiera causado asco o repugnancia. Pero es Jesús de quien hablamos, y quien no tiene en ayudar a quien lo necesita, y no se fija si está vestido con ropas lujosas, o si tiene un anillo de oro, sino en el pobre que le es llevado por la intersesión de los demás.

El hombre mudo y tartamudo representa a las millones de personas que viven en soledad, que necesitan de alguien que les ayude a llegar Jesús.

No juzguemos a los demás por su apariencia o condición económica. Es cierto, tenemos cientos o hasta miles de años de “entrenamiento” en base a las riquezas o cosas bonitas. Pero está en nuestro corazón el saber entrenarnos para brincar esas barreras y saber “ver” lo que verdaderamente vale a Jesús.

Es cuestión de irnos entrenando poco a poco y así aprenderemos a encontrar a Jesús en todos los demás.

Lecturas del Domingo: Julio 8, 2018 – Nadie es profeta en su tierra

La visiones del profeta Ezequiel
“Las visiones del profeta Ezequiel” por por unknown artist after illustration by Matthaeus (Matthäus) Merian the elder (1593-1650) – http://www.biblical-art.com/artwork.asp?id_artwork=26660&showmode=Full From “L’Histoire du Vieux et du Nouveau Testament”, Nicolas Fontaine (author). Call Number at Pitts Theology Library: 1670Font., Public Domain, Link

Este es un día de contradicciones. El rechazo de los nuestros, en todas sus expresiones, es el tema principal de las lecturas de hoy. Cuántas veces nos topamos con que nuestra propia comunidad –y hasta nuestra propia familia– no confían en nosotros, nuestros trabajos o acciones. Sin duda, el que nuestra propia gente no pueda reconocer nuestros logros, nos hace víctimas de sus prejuicios.

Esta terrible situación obviamente no es nueva, ha existido por miles de años, pero se repite día a día y aún así sigue siendo dolorosa. Hoy conoceremos cómo nuestras figuras religiosas también las sufrieron, no por morbosidad, sino para darnos cuenta de que en este dolor, todos tenemos que esforzarnos para salir adelante y progresar.

Primero escuchamos cómo el profeta Ezequiel es mandado por Dios a predicar en medio de su pueblo, de la misma gente que lo conoce y con quien ha vivido por años. ¿Qué es lo que podemos esperar de esta situación? Pues que el mismísimo pueblo que lo vio crecer y acogió por años ahora lo desprecia y hasta amenaza de muerte.

La dice Dios a Ezequiel:

“Hijo de hombre, yo te envío a los israelitas, a un pueblo rebelde, que se ha sublevado contra mí. Ellos y sus padres me han traicionado hasta el día de hoy. También sus hijos son testarudos y obstinados. A ellos te envío para que les comuniques mis palabras. Y ellos, te escuchen o no, sabrán que hay un profeta en medio de ellos”.

¡Qué difícil ha de haber sido para Ezequiel! Pero estos son precisamente los momentos en que Dios nos pone pruebas para demostrar con nuestro ser, con nuestra mente, y con el valor de nuestra fé, tenemos que hacer frente y hacer la voluntad de Dios, a pesar de tener todo en contra.

Y eso de luchar contra las adversidades para poder llevar la Palabra de Dios se relata también en la segunda carta de san Pablo a los corintios, cuando el apóstol nos dice que por años “lleva clavada una espina en la carne, un enviado de Satanás” pero que la lleva con paciencia para no llenarse “de soberbia por la sublimidad de las revelaciones que he tenido“.

Esta “espina”, según muchos estudiosos, se trata de la lepra, que san Pablo sufrió por todo el tiempo de su apostolado. Como él mismo lo dice, se trata de un enemigo que le ayuda a mantenerse humilde y sencillo, a pesar de que le ha pedido tres veces a Dios que le libre de ese mal.

Finalmente, en el evangelio, conocemos que cuando Jesús fue a su tierra junto con sus discípulos, se topo con mucho chisme y murmullo de parte de los que antes fueron sus vecinos y posiblemente sus amigos: “¿No es este el hijo del carpintero?”, “¿De dónde le viene esa sabiduría?“, y muchas otras cosas más, hirientes e incrédulas.

Es el mismo Jesús que nos dice que: “Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa“, y no pudo hacer ahí ningún milagro, sólo curo a algunos enfermos imponiéndoles las manos. “Y estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente. Luego se fue a enseñar en los pueblos vecinos“, termina la lectura.

Ezequiel, san Pablo y Jesús llevaron la Palabra de Dios a pesar de todos los contras que tuvieron que enfrentar. Este no es un trabajo sencillo, y no se le confiere a cualquiera. Pero con Fé, Amor, Esperanza y mucho trabajo duro, la recompensa es tan grande que no cabe en este mundo, y es sin duda el regalo más grande que tendremos de bienvenida en la vida eterna.

 

Lecturas del Domingo: Agosto 20, 2017 – “Mi templo será casa de oración para todos los pueblos”

 

Las tres principales lecturas del día de hoy comparten el mensaje universal de Jesús: La salvación no sólo es para el pueblo judío, sino para todos los pueblos.

El profeta Isaías, en la primera lectura, dice que:

“Velen por los derechos de los demás, practiquen la justicia, porque mi salvación está a punto de llegar y mi justicia a punto de manifestarse. A los extranjeros que se han adherido al Señor para servirlo, amarlo y darle culto, los conduciré al monte santo, y los llenaré de alegría en mi casa de oración… porque mi templo será la casa de oración para todos los pueblos“.

Luego, Pablo en la segunda lectura nos trae un párrafo un poco confuso:

“Hermanos: tengo algo que decirles a ustedes, los que no son judíos… Dios no se arrepiente de sus dones ni de su elección. Así como ustedes antes eran rebeldes contra Dios, y ahora han alcanzado la misericordia con ocasión de la rebeldía de los judíos, en la misma forma, los judíos, que ahora son los rebeldes y que fueron la ocasión de que ustedes alcanzaran la misericordia de Dios, también ellos la alcanzarán”.

En breve podríamos decir que los judíos, como pueblo elegido inicialmente, se rebelaban constantemente contra Dios, al grado que por su rebelión dieron cabida a los más, los que sólo estaban de espectadores, o sea los demás pueblos del mundo.

Pero luego viene una de las más profundas narraciones del Evangelio, una que marca el inicio del mensaje de que Dios es para todos: Resulta que Jesús, en sus predicaciones iba con los apóstoles por un camino, cuando de repente una mujer de Cananea le empieza a gritar desde atrás del grupo, implorándole que le libere a su hija de la posesión de un demonio.

Pero Jesús no le hace caso.

He aquí varios puntos para analizar:

  • Las mujeres del medio Oriente en ese entonces –y todavía en nuestros días en algunas de sus regiones– tienen prohibido dirigirse a hombres que no sean sus padres, hermanos o esposos.
  • Los habitantes de Cananea tienen mucho resentimiento contra los judíos, pues por cientos de años los han considerados como “invasores“. Y dicho resentimiento es mutuo.

Así pues, esta mujer rompe con dos tradiciones y se dirige a Jesús, quien siendo judío está justificado para no atender a los cananeos. Obviamente, no será el caso.

La mujer sigue gritando e implorando, al grado de que los apóstoles le dicen a Jesús que la atienda, ¡para que ya se calle!

Jesús se detiene y la mujer le dice:

“Señor, ayúdame”

El significado de esta sencilla sentencia es: Oremos, oremos, oremos. No dejemos de orar a Dios en nuestras necesidades. El nos oirá, ¡aunque sea solamente para que nos callemos!

Jesús le dice a la mujer:

“No está bien quitarle el pan a los hijos para echárselo a los perritos”

Este pasaje en estos días es sumamente suave, yo recuerdo en mi niñez haberlo escuchado más terrible, ¡usando la palabra “perros”! Pero la idea es clara: Jesús está poniendo la antesala para dar la lección de que la salvación (el pan) no sólo es para los judíos (los hijos)… y los perritos somos todos los demás. ¡Vaya que es un dilema difícil de aceptar!

Y la mujer le responde con gran sabiduría:

“Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”

Antes de que muchos se comiencen a sentir ofendidos por esta narración, recordemos que se trata de una conversación entre Jesús y un pueblo que no tiene los conocimientos que tenemos ahora. Ni los valores morales, ni la ventaja de más de 2000 años de estudio bíblico. Las migajas de la salvación y el poder de Dios por sí solas son enteras para todos.

Finalmente, Jesús le dice a la mujer:

“Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas”.

Y en ese mismo instante quedo curada su hija.

Jesús más adelante abrirá toda su salvación para todos en formas más claras. Por ahora, tenemos estas lecturas con un mensaje sencillo pero poderoso. El poder de la oración está al alcance de todos y empieza con algo muy simple:

“Señor, ayúdame”

Lecturas del Domingo: Mayo 29, 2016 – Corpus Christi

La multiplicación de panes y pescados
By Bernardo Strozzi – http://www.1st-art-gallery.com/Bernardo-Strozzi/The-Miracle-Of-The-Loaves-And-Fishes.html, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=8151360

Hoy recordamos el milagro de la multiplicación de los panes y pescados para recordarnos que el Cuerpo de Cristo somos todo los que formamos su Iglesia.

Jesús se puso a predicar a una gran multitud, y en un determinado momento los discípulos le piden que despida a la gente, pues el lugar está muy apartado de la ciudad y es posible que las condiciones se pongan muy difíciles pronto, pues se habla de miles de hombres.

Unas versiones mencionan 4,000 hombres, y el Evangelio de Juan menciona 5,000. Pero piensa que por cada hombre hay una mujer y tal vez un niño o niña. Pues hablamos ahora de casi 15,000 almas.

No hay comida. Jesús ordena que les den de comer, pero sólo hay 5 panes y dos pescados. Cuando se los traen, y después de dar gracias, comenzó a partir los panes y los pescados. Y todos comieron hasta saciarse, al grado de que hasta sobraron doce canastos. (Como nota aparte, 12 es uno de los números perfectos de la numerología).

Los milagros de la multiplicación de comida no son nuevos en la Biblia. El profeta Elías multiplicó el pan de la pobre viuda que le dio alojamiento, y así evitó que muriera de hambre con su hijo. Eliseo, el sucesor de Elías, lo hizo también, pero para alimentar a 100 personas.

¡Pero Jesús alimentó a más de 10,000! ¿Qué quiere decir esto? Para la gente del tiempo de Jesús, Elías representaba al más grande de los profetas, y lo ponían a la altura de Moisés. Cuando Nuestro Señor realiza el milagro para miles, a todos les queda claro que Jesús, no es un profeta mas. Si nos ponemos a pensar en la mentalidad de aquellos tiempos, y con la poca información que tenían, pues la idea que se estaba formando era de que este nuevo Jesús es alguien más importante.

Poco a poco conocerán que, en realidad, es el Hijo de Dios.

Nacieron de puro milagro

¿Qué tJesus180x300ienen en común Jesús, Isaac, Moisés y Juan el Bautista? ¡Qué nacieron por sucesos milagrosos!

  • Jesús, a través de la inmaculada concepción, nació de Santa María, vírgen.
  • Isaac, el hijo de nuestro Padre Abraham, nació de Sara, su madre, cuando ella ya pasaba de los ochenta años y era una “vieja estéril“.
  • Moisés, aunque su nacimiento no fue completamente milagroso, recién nacido fue puesto en una canasta y dejado en el rio, donde la hija del Faraón lo encontró y adoptó.
  • Juan el Bautista, hijo de Isabel, la prima de nuestra Señora María. Isabel también de una mujer vieja y estéril, que cuando fue visitada por la madre de Jesús sintió a su niño saltando en su vientre.

Y, ¿qué tiene que ver que hayan tenido nacimientos fuera de lo normal? Pues para que no haya ninguna duda de que sus vidas están marcadas desde sus nacimientos por sucesos milagrosos, y que no se trata de personajes triviales. ¡Ajá!, ¡A que no te la sabías!