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Lecturas del Domingo: Diciembre 17, 2017 – Tercer Domingo de Adviento

Tercer Domingo de Adviento

Hoy es el tercer domingo de Adviento, y en este día encendemos la vela rosa, la cual represanta la alegría y el regocijo. En tiempos antiguos se usaba para anunciar a la gente que no sabía leer que quedaban dos semanas antes de la Navidad. Este es un domingo de alegría y de gozo en Dios. Para muchos de nosotros, esto puede parecer un poco fuera de lugar, especialmente si estamos pasando por dificultades.

  • “¡Alégrense!” — ¿Podemos decrirle eso a una persona pobre, que está muriendo de hambre?
  • “¡Alégrense!” — ¿Podemos decrirle eso a una persona que acaba de perder un ser querido?
  • “¡Alégrense!” — ¿Podemos decrirle eso a una persona que está a punto de ir a la cárcel, por cualquiera que sea la situación?

Ciertamente, es muy difícil. Pero, como nos dice el profeta Isaías en la primera lectura:

“El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres. A curar a los de corazón quebrantado, a proclamar el perdón a los cautivos, la libertad a los prisioneros, y a pregonar el año de gracia del Señor”.

Así que, tal vez “¡Alégrense!” no sea la expresión más adecuada que podamos decir a la gente descrita arriba, pero sí un “¡ánimo!”, o palabras de aliento en la forma que más estemos acostumbrados. Pero lo más importante, es el anuncio de la buena nueva. Y eso nos corresponde a nosotros, por más difícil que sea el ambiente o la situación.

Sigue diciendo Isaías:

“Me alegro en el Señor con toda mi alma y me lleno de júbilo en mi Dios, porque me revistió con vestiduras de salvación y me cubrió con un manto de justicia, como el novio que se pone la corona, como la novia que se adorna con sus joyas. Así como la tierra hecha sus brotes y el jardín hace germinar lo sembrado en él, así el Señor hará brotar la justicia y la alabanza ante todas las naciones”.

¡Ajá! ¡Ahí está la buena nueva! La Esperanza, la fe de que Dios hará justicia. Ese es el mensaje que debemos compartir. Ahí estará la alegría.

San Pablo nos habla el día de hoy de algo similar:

“Hermanos, vivan siempre alegres, oren sin cesar, den gracias en toda ocasión, pues eso es lo que Dios quiere de ustedes en Cristo Jesús. No impidan la acción del Espíritu Santo, ni desprecien el don de profecía; pero sométanlo todo a prueba y quédense con lo bueno. Absténganse de toda clase de mal. Que el Dios de la Paz los santifique a ustedes en todo y que todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, se conserve irreprochablehasta la llegada de nuestro Señor Jesucristo. El que los ha llamado es fiel y cumplirá su promesa”.

Finalmente, el día de hoy tambien celebramos a San Juan. La semana pasada tuvimos una presentación previa, pero muy similar de Juan, y ahora Juan el evangelista nos dice sobre el bautista:

“Yo soy la voz que grita en el desierto: ´Enderecen el caminodel Señor´ como lo anunció el profeta Isaías”

Lecturas del Domingo: Octubre 8, 2017 – Las enseñanzas de la viña

Todos sabemos que, gracias al sacrificio de Jesús, la herencia del pueblo de Israel ya no sólo es de ellos, sino que se ha extendido a todos nosotros.

Pero eso no quiere decir que es algo que ganamos y tenemos 100% asegurado. Para entender esto, recordemos que la Alianza original con los israelitas –a través de Abraham– fue un gran regalo de Dios, pero que poco a poco se fue degradando por las constantes iniquidades, quejas, e indiferencia del pueblo elegido. Cuando los judios fueron esclavos por los egipcios, después fueron liberados por Dios a través de Moisés. Sin embargo,  después de andar a través del desierto por algún tiempo comenzaron de nuevo a rebelearse contra Dios, al grado de ofenderlo con el famoso cordero de oro al que adoraron. Esta vez Dios, aún con misericordia, les dijo que no los destruiría, pero ninguno de esa generación vería la tierra prometida. Los liberados serían “purificados y filtrados” en el desierto.

Todos esto, y mucho más, es recordado en la primera lectura y el salmo de hoy, y después será reafirmado por Jesús en el Evangelio. Y, para que todo el mundo lo entienda, la mejor forma de presentarlo es a través de una comparación con viñas.

Primero, Isaías nos dice en forma de un poema de una mujer a su prometido:

“Mi amado tenía una viña en una ladera fértil. Removió la tierra, quitó las piedras y plantó en ellas vides selectas; edificó en medio una torre y excavó un lagar. Él esperaba que su viña diera buenas uvas, pero la viña dio uvas agrias”

No importa cuánto amor y cuidado puso el viñador (Dios) a su viña (el pueblo), él esperaba uvas buenas (buenas obras, justicia y bienestar), pero las uvas fueron agrias (maldad e iniquidad). Continúa la narración:

“Ahora bien, habitantes de Jerusalén y gente de Judá, yo les ruego, sean jueces entre mi viña y yo, ¿Qué más puedo hacer por mi viña que yo no lo hiciera? ¿Porqué cuando yo esperaba que diera uvas buenas, las dio agrias? Ahora voy a darles a conocer lo que haré con mi viña; le quitaré su cerca y será destrozada. Derribaré su tapia y será pisoteada. La convertiré en un erial, nadie la podará ni le cortará los cardos, crecerán en ella los abrojos y las espinas, mandaré a las nubes que no lluevan sobre ellas”.

Ahora sabemos que este pasaje nos habla de la desilusión de Dios con su pueblo y como su ira será terrible.

El mensaje es claro y originalmente estaba escrito al pueblo Judio. Como mencionamos antes, después del sacrificio de Jesús, la herencia ahora es para todos. Veamos lo que dice El Hijo de Dios a los ancianos y sumos sacerdotes en el Evangelio de hoy:

“Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego lo alquiló a unos viñadores y se fue de viaje.
Llegado el tiempo de la vendimía, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro, y a otro más lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo.
Po último, les mandó a su propio hijo, pensando: ´A mi hijo lo respetarán´. Pero, cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: ´Éste es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia´. Le hecharon mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron.”

Sin duda, esta es una lección profética que Jesús les está dando: El propietario es Dios, el viñedo es la Alianza y la palabra en el mundo. Los viñadores son el pueblo. El tiempo de la vendimia es considerado el final de los tiempos, pero una idea más aceptada es cuando Dios decide “hechar un ojo” a cómo andan las cosas en la Tierra.

Los criados son los profetas, apóstoles, márires y santos. Todos ellos son al final muertos por el pueblo malo que no quiere escuchar la palabra y se dedica a la maldad. Y al final, el hijo del propietario es sin duda Jesús, quien recibirá una muerte terrible a manos de los mismos sacerdotes a los que les está hablando.

Y el último mensaje de Jesús es más claro, pero más directo:

“Les será quitado a ustedes el Reino de Dios y sele dará a un pueblo que produzca sus frutos”.

El que tenga oídos, que oiga.

 

 

Lecturas del Domingo: Agosto 20, 2017 – “Mi templo será casa de oración para todos los pueblos”

 

Las tres principales lecturas del día de hoy comparten el mensaje universal de Jesús: La salvación no sólo es para el pueblo judío, sino para todos los pueblos.

El profeta Isaías, en la primera lectura, dice que:

“Velen por los derechos de los demás, practiquen la justicia, porque mi salvación está a punto de llegar y mi justicia a punto de manifestarse. A los extranjeros que se han adherido al Señor para servirlo, amarlo y darle culto, los conduciré al monte santo, y los llenaré de alegría en mi casa de oración… porque mi templo será la casa de oración para todos los pueblos“.

Luego, Pablo en la segunda lectura nos trae un párrafo un poco confuso:

“Hermanos: tengo algo que decirles a ustedes, los que no son judíos… Dios no se arrepiente de sus dones ni de su elección. Así como ustedes antes eran rebeldes contra Dios, y ahora han alcanzado la misericordia con ocasión de la rebeldía de los judíos, en la misma forma, los judíos, que ahora son los rebeldes y que fueron la ocasión de que ustedes alcanzaran la misericordia de Dios, también ellos la alcanzarán”.

En breve podríamos decir que los judíos, como pueblo elegido inicialmente, se rebelaban constantemente contra Dios, al grado que por su rebelión dieron cabida a los más, los que sólo estaban de espectadores, o sea los demás pueblos del mundo.

Pero luego viene una de las más profundas narraciones del Evangelio, una que marca el inicio del mensaje de que Dios es para todos: Resulta que Jesús, en sus predicaciones iba con los apóstoles por un camino, cuando de repente una mujer de Cananea le empieza a gritar desde atrás del grupo, implorándole que le libere a su hija de la posesión de un demonio.

Pero Jesús no le hace caso.

He aquí varios puntos para analizar:

  • Las mujeres del medio Oriente en ese entonces –y todavía en nuestros días en algunas de sus regiones– tienen prohibido dirigirse a hombres que no sean sus padres, hermanos o esposos.
  • Los habitantes de Cananea tienen mucho resentimiento contra los judíos, pues por cientos de años los han considerados como “invasores“. Y dicho resentimiento es mutuo.

Así pues, esta mujer rompe con dos tradiciones y se dirige a Jesús, quien siendo judío está justificado para no atender a los cananeos. Obviamente, no será el caso.

La mujer sigue gritando e implorando, al grado de que los apóstoles le dicen a Jesús que la atienda, ¡para que ya se calle!

Jesús se detiene y la mujer le dice:

“Señor, ayúdame”

El significado de esta sencilla sentencia es: Oremos, oremos, oremos. No dejemos de orar a Dios en nuestras necesidades. El nos oirá, ¡aunque sea solamente para que nos callemos!

Jesús le dice a la mujer:

“No está bien quitarle el pan a los hijos para echárselo a los perritos”

Este pasaje en estos días es sumamente suave, yo recuerdo en mi niñez haberlo escuchado más terrible, ¡usando la palabra “perros”! Pero la idea es clara: Jesús está poniendo la antesala para dar la lección de que la salvación (el pan) no sólo es para los judíos (los hijos)… y los perritos somos todos los demás. ¡Vaya que es un dilema difícil de aceptar!

Y la mujer le responde con gran sabiduría:

“Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”

Antes de que muchos se comiencen a sentir ofendidos por esta narración, recordemos que se trata de una conversación entre Jesús y un pueblo que no tiene los conocimientos que tenemos ahora. Ni los valores morales, ni la ventaja de más de 2000 años de estudio bíblico. Las migajas de la salvación y el poder de Dios por sí solas son enteras para todos.

Finalmente, Jesús le dice a la mujer:

“Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas”.

Y en ese mismo instante quedo curada su hija.

Jesús más adelante abrirá toda su salvación para todos en formas más claras. Por ahora, tenemos estas lecturas con un mensaje sencillo pero poderoso. El poder de la oración está al alcance de todos y empieza con algo muy simple:

“Señor, ayúdame”

Lecturas del Domingo: Agosto 6, 2017 – La Transfiguración de Jesús

La transfiguración de Jesús
La Transfiguración, por Carl Blochhttp://www.1st-art-gallery.com/Carl-Heinrich-Bloch/The-Transfiguration.html, Public Domain, Link

Las lecturas de hoy tienen mucha relación entre sí, pues nos hablan de la magnífica relación entre Jesús y su Padre.

Primero, Daniel nos habla de una visión que se repetirá más adelante en el Apocalipsis de Juan: Un “anciano de muchos siglos” (Dios) que tiene miles y miles de servidores (ángeles), y millones y millones que estaban a sus órdenes (la Iglesia, o sea todos los que creemos).

Luego, Daniel describe cómo viene una persona –alguien semejante a un hijo de hombre (Jesús en su condición humana)– entre las nubes y recibe del anciano la Soberanía, la Gloria, y el Reino.

Daniel termina su visión del Reino de Dios, y cómo el mismo Padre entrega todo el poder a Jesús, con estas palabras:

“Y todos los pueblos y naciones de todas las lenguas lo servían. Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno, y su reino jamás será destruido”.

Esta primera lectura nos dice que Dios entrega todo el poder a un hombre, sin mencionar su nombre. Y es que Daniel aún no conoce la historia de Jesús, pues su época es de aproximadamente 300 años antes, pero en sus relatos constantemente se mencionan profecías de su llegada.

Pedro nos recuerda de un encuentro especial con Jesús

Dice Pedro en la segunda lectura:

“Dios lo llenó [a Jesús] de gloria y honor, cuando la sublime voz del Padre resonó sobre Él diciendo ´Este es mi hijo amado en quien yo me complazco´. Y nosotros escuchamos esa voz, venida del cielo, mientras estabamos con el señor en el monte santo”.

Pedro habla del evento de la Transfiguración.

La Transfiguración de Jesús

En estos tiempos, es difícil imaginarnos la intensidad de este momento, especialmente cuando tenemos tanto CGI y efectos especiales en las películas de Hollywood que prácticamente ya no nos impresionan. Para poder tener todo en orden, hay que ponerlo en contexto:

“Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con Él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol, y sus ropas se volvieron blancas como la nieve”.

Aquí, hablamos de un evento sobrenatural, en el cual se desafían todas las leyes naturales.

La resplandecencia nos habla de energía, la revelación de lo que en realidad somos y en Jesús lo cofirmamos.  Además, se abre un portal para dar paso a otros dos personajes muy importantes:

“De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús”.

Moisés representa la Ley, y Elías es el Profeta más importante para el pueblo Judío; así pues, los dos vienen a reafirmar la autoridad de Jesús, como diciendo que ellos, dos de las más importantes personas de la religión están a la par de Jesús.

El relato termina así:

“Una nube luminosa los cubrió. y de ella salió una voz que decía: Este es mi Hijo, muy amado, en quien tengo puestas mi complacencias; escúchenlo”.

Conclusión

Las tres lecturas nos han presentado a Jesús, a Dios y al gigantezco momento que Dios nombra a su Hijo como el Predilecto, el Soberano sobre todas las cosas. Tres épocas diferentes, tres relatos de gran contenido. Una sola verdad.

Lecturas del Domingo: Julio 16, 2017 – El sembrador, las semillas y la tierra

Parábola del Sembrador
Representación de la parábola del sembrador, por Sulfababy of en.wiki – Wikipedia en inglés, CC BY 2.5, Enlace

El domingo pasado, las lecturas nos decían que la verdadera sabiduría estaba escondida a los poderosos y a los ricos, y que debíamos ser humildes y mansos de corazón para poderla entender.

Hoy es una ocasión importante, pues la Primera Lectura, el Salmo, y el Evangelio nos narran con con mucha precisión el mismo concepto: la metáfora de las semilla que da fruto en el ambiente correcto, con los elementos precisos y con con el cuidado necesario.

Dice la Primera Lectura, del profeta Isaías:

“Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven para allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, a fin de que dé semilla para sembrar y para comer, así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión”.

Dice el responsorial del Salmo de hoy:

“La semilla cayó en tierra buena y dio fruto”.

Y, finalmente, el Evangelio nos dice que Jesús, al ver a tanta gente que se reunía para escucharlo, tomo una balsa y desde la costa se dirigió a pueblo con esta parábola:

“Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron unos pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero, cuando subió el sol los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron sofocaron a las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno, otros sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga”.

Tomemos en cuenta que, cuando todos estos mensajes se escucharon por primera vez, la genta estaba desconcertada, pues no sabía exactamente a qué se referían Isaías, el rey David, y Jesús con palabras como sembrador, semilla, tierra, etc. Para nosotros, en la actualidad y después de cientos de años de análisis y publicaciones, suponemos que es fácil de entender este mensaje… o al menos eso creemos.

Decifrando el mensaje

Estamos claros que el Sembrador es obviamente Dios, ¿verdad? Y que la semilla es su Palabra, ¿de acuerdo?

Ok, –dicen algunos– yo siempre pensé que el Sembrador es Jesús“, ¡Y están en lo correcto! ¡Porque Jesús y Dios son uno mismo!

Pero, ¿Qué es en sí la Palabra? La Palabra es el mensaje de Dios, es el llamado. Cuando Él te llama a que lo sigas. La Palabra también es el mensaje que ha resonado por miles de años y que lo recibimos todas las semanas en las lecturas dominicales.

Bien, y ¿ahora? El siguiente elemento es La Tierra, donde germinará la Palabra, donde el mensaje de Dios debe comenzar a actuar. ¿Dónde es este lugar? Es nuestro corazón.

Un corazón duro no la dejará germinar. Un corazón temeroso la dejará germinar, pero a la primera prueba se desmoronará. Un corazón bueno será la tierra fértil, donde dará fruto, y la persona comenzará a seguir el mensaje de Dios, La Palabra de Jesús, con sus semejantes, con su país, con su gente, con los animales, con la vida.

Dice Jesús:

“Oirán una y otra vez, y no entenderán; mirarán y volveran a mirar, pero no verán; porque este pueblo ha endurecido su corazón.
“Pero dichosos ustedes , porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oir lo que ustedes oyen, pero no lo oyeron. Escuchen, pues, ustedes lo que significa la parábola del sembrador:
“A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Eso es lo que significan los granos que cayeron en el camino.
“Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero, como es inconsistente, no deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe.
“Lo sembrado entre los espinos representa aquel que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la sofocan y queda sin fruto.
“En cambio, lo sembrado en tierra buena representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto: unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta”

 

 

 

Viernes Santo

Cruz sola con corona de espinas
Viernes Santo

Casi 700 años antes del nacimiento de Jesús, el profeta Isaías nos mandó esta profecía acerca de la pasión de Jesús, de cómo iba a morir, y cómo iba a reivindicar a la humanidad:

“Él Soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo tuvimos por leproso, herido por Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes,. Él soportó el castigo que nos trae la paz. Por sus llagas hemos sido curados.”

 

Lecturas del Domingo: Febrero 5, 2017 – ¡Ustedes son la luz del mundo!

Nos rodea la Fe

Si todavía tienes dudas de qué podemos hacer para ganar un lugarcito en el Reino de los Cielos, las lecturas de hoy nos recuerdan que no sólo se trata de ir a misa todos los domingos, o saberse de memoria toda la Biblia. No, lo que hace la diferencia son tus acciones.

Isaías nos dice en la primera lectura:

“Comparte tu pan con el hambriento, abre tu casa al pobre sin techo, viste al desnudo, y no des la espalda a tu propio hermano. Entonces surgirá tu luz como aurora y cicatrizarán de prisa tus heridas”.

En ese mismo canal, y continuando con lo de las velas, luego, el Salmo 111 nos dice:

“En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y apresta y administra rectamente sus asuntos.”

Finalmente, en el Evangelio de San Mateo de hoy, Jesús:

“Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone en un candelero para que alumbre a todos los de la casa.
“Que de igual manera brille la luz de ustedes sobre los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos”.

 

 

Lecturas del Domingo: Enero 22, 2017 – Síganme y los haré pescadores de hombres

 

Jesús y Pedro
Jesús con los hermanos Pedro y Andrés, pescadores

San Mateo, en su Evangelio de hoy, nos habla de que, después de que Juan el Baustista fue arrestado, Jesús se fue triste de su pueblo y se estableció en Cafarnaúm, junto al lago en la tierra de Zabulón y Neftalí.

Mateo nos recuerda una de las profecías de Isaías, que casi 1,000 años antes había dicho:

“Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivián en tierra de sombras una luz resplandeció”.

Y es que, en tiempos de Isaías, Zabulón y Neftalí eran pueblos flagelados por la corrupción, prostitución, asesinatos, etc. Por eso Isaías los menciona que caminaban en tinieblas o tierra de sombras. Y Jesús, con su presencia, se convirtió en una luz resplandeciente sobre ellos.

Finalmente, Mateo nos dice que después de un tiempo de vivir y predicar cerca del lago, Jesús se encuentra a dos hermanos, Simón –que después se llamará Pedro– y Andrés, que eran pescadores. Jesús les dijo:

“Síganme y los haré pescadores de hombres”.

Y he aquí una de las acciones más bellas de todos los Evangelios, los cuales sintetizan como debemos responder al llamado de Dios:

“Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.  Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en la barca remendando redes, y los llamó también. Ellos, dejando enseguida a la barca y a su padre, lo siguieron”.

Lecturas del Domingo: Enero 15, 2017 – El testimonio de Juan

el bautismo de Jesús

En este Segundo Domingo Ordinario, el profeta Isaías nos dice en la primera lectura cuál es la razón del pueblo de Israel: convertir a este pueblo en la Luz de las Naciones.

Pero Israel es como una niño joven, inmaduro, con berrinches, que va aprendiendo poco a poco. A este pueblo le van a tocar las pruebas más duras y poco a poco ira adquiriendo sabiduría y sensatez.

Este es un pueblo que semeja mucho a los sembradíos: una persona se encarga de arar la tierra, luego alguien más echará las semillas. Después, alguien regará y cuidará. Finalmente alguien vendrá a cosechar.

Y lo mismo nos pasa a nosotros: nuestros padres nos dan la semilla de nuestra religión, luego ellos mismos y nuestra comunidad nos harán crecer, y finalmente Jesús será quien coseche nuestros frutos… o nos ate para mandarnos al fuego por no haber sabido darlos.

Acerca de Juan

El Evangelio de San Juan nos presenta cómo Juan da testimonio de Jesús:

“Este es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo he dicho: ´El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo´”

Y esto es bien importante, pues Juan, el único profeta del Nuevo Testamento, está hablando de Jesús reconociéndolo como la segunda persona de la Santísima Trinidad: Recordemos que el mismo Juan, en el inicio de su Evangelio, nos dice que en el principio ya existía el verbo, ¿y quién es el verbo? ¡pues Jesús! Antes de toda creación ya existía Él.

Y termina diciendo Juan:

“Vi al Espíritu Santo descender del cielo en forma de paloma posarse sobre Él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ´Aquel sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo´ Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios”.

 

 

Lecturas del Domingo: Enero 8, 2017 – La Epifanía del Señor

Los reyes magosHoy celebramos la Epifanía del Señor, es decir una de las manifestaciones de Dios en nuestras vidas. Hay muchas epifanías escritas en la Biblia, como la aparición de los ángeles, las apariciones de Jesús, y otras. Pero la de hoy es referente a Jesús.

En la primera lectura, el profeta Isaías describe el nacimiento de El Salvador casi 900 años antes, de manera muy similar a la que estamos acostumbrados a ver en los nacimientos (escenas de navidad):

“Te inundará una multitud de camellos y dromedarios, procedentes d eMadián y de Efá.Vendrán todos los de Sabá, trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor”.

Incienso y oro. Parte de la tradición, que por toda nuestra vida hemos escuchado:

  • 3 reyes magos: aunque la Biblia no menciona cuantos son.
  • Melchor, Gaspar y Baltazar: No, en ninguna parte de la Biblia aparecen sus nombres.
  • Sus monturas: caballo, camello ¡y hasta elefante!
  • Y sus razas, uno era europeo blanco, otro árabe, y Baltazar era ¡africano!
  • Y finalmente, sus restos se encuentran en la ciudad de Colonia, en Alemania.

Todo esto es tradición, pues ni siquiera sabemos si eran reyes. Lo que sí sabemos es que eran astrólogos, que conocían el movimiento de las estrellas y que eran gente muy importante pues se hacían seguir de un gran séquito. El Evangelio de San Mateo menciona que eran magos, pero en hebreo la palabra mago también quiere decir sacerdote.

La travesía

Siguieron a una estrella que les iba marcando el camino. Cuando llegaron a Jerusalén y anunciaron el motivo de su llegada, Herodes se sobresalto y con él toda Judá. Y con razón, pues le avisan de que ha nacido quien en verdad le puede poner fin a su reinado.

Herodes les pide que averiguen todo lo que puedan acerca del niño y regresen a él para también ir a adorarlo. Sabemos que quiere saber exactamente el lugar y desahcerse de él.

Los magos se van de con Herodes y vuelven a ver la estrella que los iba guiando, y con mucha alegría la vuelven a seguir. Encuentran al pesebre, y le hacen los ofrecimientos al niño: oro por ser rey, incienso por ser Dios, y mirra, una combinación de aceites perfumados, por ser hombre y como recordatorio de lo que le espera. La mirra se usaba en ese entonces como un unguento para los muertos.

Advertidos durante el sueño de no volver a Herodes, tomaron otro camino de regreso a sus tierras. Y nunca más volvemos a saber de ellos.

La Estrella de Belén

Se han tratado de dar muchas explicaciones a este elemento del nacimiento de Jesús: fue una estrella que explotó (super nova), fue una alineación extraordinaria de planetas, o fue simplemente un fenómeno sobrenatural.

Para muchas sectas protestantes, la estrella de Belén tiene un significado mas terrible: es un símbolo del enemigo para indicar la presencia de Jesús a sus enemigos, y así poder acabar con Él.

Por favor, no le quiten ni le pongan: lo escrito, escrito está. No lo menosprecien o le den tinte maligno como lo han hecho con otros íconos católicos ¡sólo por estar en desacuerdo!