Lecturas del Domingo: Septiembre 3, 2017 – “Renuncia a ti mismo, carga tu cruz y sígueme”

Apártate de mí Satanas
1886-1894 — Parte de una serie de pinturas ilustrando la Biblia, por James Tissot. | Located in: Brooklyn Museum. — Image by Brooklyn Museum/Corbis

En los últimos domingos hemos estado escuchando narraciones de Pedro, algunas de ellas sobre cuando es amonestado y otras cuando es exaltado. Justamente la semana pasada escuchábamos cómo Jesús le entrega la llaves del cielo; pero ahora,  Pedro va a ser regañado como pocas veces lo hemos escuchado.

Resulta que Jesús les dice a sus discípulos que tiene que ir a Jerusalén para sufrir y morir a manos de los ancianos y los sumos sacerdotes, pero que resucitará tres días después. Si nos imaginamos esta narración, podremos ver a los apóstoles sumamente confundidos, pues su líder, del que algunos aún no lo ven como hijo de Dios, les está diciendo que va a morir, y de una manera terrible. Duda, confusión, miedo, y hasta incredulidad debe estar pasando por la mente de ellos.

Pero es Pedro el que habla y, dirigiéndose a Jesús, le dice: “No lo permita Dios, Señor. Eso no te puede suceder a ti“.

Muy sencillas palabras, llenas de inocencia y tal vez hasta dulzura. Es por eso que extraña la reacción de Jesús respondiéndole:

“Apártate de mi Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres”.

¡Qué sorpresa para Pedro! ¡Escuchar a su Señor referirse a él como Satanás! No cabe duda de que sería fácil para Pedro renunciar a su posición después de esto, pues no es la primera vez que se siente menospreciado hasta humillado.

Pero Pedro no renuncia. Toma la humillación y se traga su orgullo. Y lo hace frente a los otros discípulos, quienes lo han visto como su soporte, como el segundo después de Jesús.

Jesús continua:

“El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla?”

Tomar nuestra cruz. En la primera lectura de hoy, el profeta Jeremías nos dice que él estuvo a punto de renunciar al llamado de Dios, pues era constantemente humillado, fue convertido en objeto de burla y hasta de violencia. Pero al final, se mantuvo firme, pues aceptó su cruz y continuó su prédica contra todo lo malo de su mundo.

Así, Jesús nos dice que tomemos nuestra cruz, que con valentía superemos los miedos de vivir una vida para Dios. Esto no significa martirio sin razón; al contrario, quiere decir no temer a vivir por Dios, por su Palabra, no por el modo de pensar humano.

No nos dejemos llevar por las modas, por el dinero, por el orgullo. Esos son los elementos que nosotros los hombres y mujeres creamos y contra los que debemos luchar, aunque se burlen de nosotros.

Porque no es fácil renunciar a ellos, pues son tan arraigados a nuestra vida. El deshacernos de ellos como nuestros amos es lo difícil, porque conlleva burlas de los demás, humillaciones y murmuraciones. Esas cosas son tan pesadas que se vuelven muy difíciles de llevar.

Tan difíciles como una cruz.

Lecturas del Domingo: Agosto 27, 2017 – “¿Quién dices tu que soy Yo”

Imagen de Cristo y Pedro
Cristo y Pedro, por Pietro Peruginohttp://it.wikipedia.org/wiki/Immagine:Gesupietrochiave.jpg, Public Domain, Link

Hoy es un día en que escuchamos acerca del nacimiento de sacerdocio junto el establecimiento de la organización que es la Iglesia. Y este suceso viene acompañado por una justificación establecida casi 800 años antes.

En la primera lectura, es el profeta Isaías que nos habla de cómo Sebná, el mayordomo del palacio, será echado de su puesto y destituido de su cargo. Recordemos que “el palacio” es el del trono de los reyes de Israel.

Isaías tenía mucha influencia en el palacio, y es sabido por todos que Sebná se ha aprovechado de su posición para cosas personales. Pero su tiempo ha terminado e Isaías ha recibido la misión de ungir a un nuevo mayordomo: Eleacín.

Eleacín es uno de esos personajes que no escucharemos muy frecuentemente en las escrituras, pero el mensaje que el profeta nos da servirá de ejemplo para una de las bases más importantes de nuestra Iglesia. Dice Elías de Eleacín:

“Pondré la llave del Palacio de David sobre su hombro. Lo que él abra, nadie lo cerrará; lo que él cierre, nadie lo abrirá. Lo fijaré como un clavo en muro firme y será un trono de gloria para la casa de su padre”.

Al ser ungido en tan alta posición, Elías menciona que “le vestiré tu túnica (de Sebná), le ceñiré tu banda, y le traspasaré tus poderes”. ¿Te parece conocida esta descripción? Pues es nada más y nada menos que la de los actuales sacerdotes:

Túnica y banda sacerdotal. Una banda –que parece un cinturón– ciñe la túnica.

Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia

El relato anterior tiene mucha relación con el evangelio de hoy, el cual marca la investidura de los sacerdotes y el establecimiento de la cabeza de la Iglesia.

Primero, Mateo nos habla de que Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo. ¿Por qué se toma la molestia el apóstol de mencionar la ciudad? La respuesta es para dar un contexto histórico de que este es un evento verídico, que ocurrió en esta ciudad, la cual fue fundada por Herodes Filipo, hijo de Herodes el Grande. De esta forma se puede confirmar el tiempo y lugar del hecho.

Jesús pregunta a sus apóstoles: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? Ellos le dicen que Juan el Bautista, otros que Elías –aquí empieza la relación con la primera lectura–, otros que Jeremías, o que alguno de lo profetas.

Ni ellos mismo se atreven a decir lo que en su corazón arde, hasta que Simón le dice:

“Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios Vivo”

Este es el último momento de Simón, el pescador. Pues Jesús le dice:

“¡Dichoso tú Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti, que tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la Tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la Tierra, quedará desatado en el cielo”.

Así, Simón el Pescador desaparece y nace Pedro el apóstol. Las palabras de Pedro son sinceras, le han salido de su corazón y su mente. Él está convencido de que Jesús es el verdadero Hijo de Dios, y es primero de los doce en confesarlo.

Pedro no es perfecto, pues es humano, y muchas veces Jesús lo regañará suavemente. Sabemos que Pedro traicionará también la confianza de Jesús. Pero Pedro es hombre, con la misma naturaleza que tú y que yo. Es nuestro consuelo que, una de los más humildes personas ha llegado a tan alta posición. Eso quiere decir que todos lo podemos lograr.

Jesús ha establecido una sola Iglesia. En sucesión y por imposición de las manos se irá pasando esta investidura de Pedro a otros y así llegar hasta el día de hoy con el Papa y todos los sacerdotes de nuestra Iglesia.

(La imagen nos muestra la ceremonia de imposición de manos sobre nuevos sacerdotes. Este es un rito que viene desde Pedro hasta nuestros dias).

 

La pregunta es: Y tú, ¿quién dices que es Jesús?

Lecturas del Domingo: Agosto 13, 2017 – “Tranquilícense y no teman, soy Yo”

“Jesús Caminando Sobre el Mar”, por Amédée Varinhttp://www.culture.gouv.fr/GOUPIL/IMAGES/101_Christ_sur_eau.jpg (Gravures et eaux fortes), Public Domain, Link

En la primera lectura, escuchamos cómo Elías –considerado el más grande profeta del mundo Judío– recibe un llamado de Dios a salir de una cueva en la que se encontraba.

“Sal de la cueva y quédate en el monte para ver al Señor, porque el Señor va a pasar”.

Antes de salir, y al acercarse el Señor, ocurrieron tres fenómenos poderosos:

  • Un viento huracanado que partía las montañas.
  • Un terremoto.
  • Un fuego.

Pero, según la escritura, Dios no estaba en ninguno de esos eventos. Eran la antesala de su llegada.

“Después del fuego se escuchó el murmullo de una brisa suave. Al oírlo, Elías se cubrió el rostro con el manto y salió a la entrada de la cueva”.

Imaginemos a Elías, en una cueva, solo, y viendo y sintiendo todos esos sucesos.  Es fácil pensar que él, como cualquier hombre, experimentó miedo. Igual nos pasa a nosotros: tendremos –o hemos tenido, o estamos teniendo– problemas y tribulaciones, algunos de ellos que nos parecerán insuperables… pero debemos tener fé, debemos creer en Jesús, en Dios, pues al final podremos escuchar el suave murmullo de una brisa que antecede la llegada de Dios en su bondad y alivio de nuestras penas y problemas.

Y el Evangelio nos confirma esta historia.

Ahora tenemos a Jesús mandando a los apóstoles, después del milagro de la multiplicación de los panes, “al otro lado de la orilla del mar de Galilea” mientras Él subía al monte a orar. En ese momento entendemos que Jesús se separa de su grupo y ellos avanzan contra corriente –tal como lo hacemos tú y yo en nuestro día a día. Ellos van en su viaje concentrados sólo en problema del viento en contra.

Jesús se les aparece caminando sobre el mar. Ellos, gritan espantados, pues creen que se trata de un fantasma. Así mismo, cuando Jesús aparece en medio de nuestros problemas y nuestra vida, empezamos a dudar, y hasta a tener miedo. Miedo tal vez de que su Luz me muestre lo malo de mis acciones o lo malo en mi vida.

Pero Jesús les dice: “Tranquilícense y no teman, soy Yo“.

Pedro le dice: “Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua“.

¡Ah, dejaríamos de ser humanos! Tentando a Dios, poniéndole condiciones (“si eres tú“). Y aún así, Jesús le dice “Ven“.

Entonces: “Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua, hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse, y gritó: ‘¡Sálvame, Señor!
Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: ‘Hombre de poca fé, ¿porqué dudaste?'”

Igual nos pasa a muchos de nosotros. Cuando todo empieza a caminar, cuando comenzamos a ver la verdadera luz de nuestra propia salvación, cuando estamos listos para emprender el llamado de Dios en nuestra vida… de repente aparecerán eventos inesperados, aterradores tal vez, que nos harán caer de ese llamado.

¿Debemos dejarnos hundir y no llegar hasta donde está Jesús? ¡No! ¡Clamemos a Jesús con nuestro corazón, nuestra oración, y con sinceridad!

“¡Sálvame, Señor!”

Para así poder sentir Su Mano y Su Sostén. Aunque seamos hombres y mujeres de poca fe.

 

Lecturas del Domingo: 7 de Mayo de 2017 – Domingo del Buen Pastor

El buen pastor, por Alfred Handel, d. 1946[2], photo:Toby Hudson (Own work) [CC BY-SA 3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0) or GFDL (http://www.gnu.org/copyleft/fdl.html)], via Wikimedia Commons
Hoy se celebra el cuarto domingo de Pascua, el cual es conocido como el domingo del Buen Pastor, pues las lecturas del día, por lo general se refieren a Jesús como nuestro pastor, y nos hablan de cómo podemos alcanzar la salvación a través de Cristo.

Primero, Pedro –en el Libro de los Hechos de los Apóstoles– nos dice que el primer paso para alcanzar a Dios es:

“Arrepiéntanse y bautícense en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados y recibirán al Espíritu Santo”.

¡Ah, el arrepentimiento! Tan fácil que se oye, pero ¡qué difícil es consegurilo!

El Señor es mi Pastor, nada me falta

Hoy tenemos mucha fortuna que el Salmo Responsorial es uno de los más bellos que hay: el Salmo 22: “El Señor es mi pasto, nada me falta”.

Y es que, son pocos los años en que en este dia, la asignación de las lecturas pone al Salmo 22 en este Domingo del Buen Pastor.

Jesús es el verdadero Buen Pastor

Dijo Jesús a los fariseos:

“Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que se salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ese le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; el las llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y, cuando ha sacado a todas las ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”.

Después de ver que no entendían, agregó: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado.

Yo soy la puerta, quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar, a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.

Y nada nos faltará.

Lecturas del Domingo: Marzo 12, 2017 – La Transfiguración

La transfiguración de Jesús
La transfiguración del Señor por Alexander Andreyevich Ivanov, Public Domain.

Esta misma lectura estuvo presente en el Segundo Domingo de Cuaresma del año pasado, pero el relato era de San Lucas. Este año, la descripción del hecho corresponde a San Mateo.

En estos tiempos, es difícil imaginarnos la intensidad de este momento, especialmente cuando tenemos tanto CGI y efectos especiales en las películas de Hollywood que prácticamente ya no nos impresionan. Para poder tener todo en orden, hay que ponerlo en contexto:

“Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con Él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol, y sus ropas se volvieron blancas como la nieve”.

Aquí, hablamos de un evento sobrenatural, en el cual se desafían todas las leyes naturales.

La resplandecencia nos habla de energía, la revelación de lo que en realidad somos y en Jesús lo cofirmamos.  Además, se abre un portal para dar paso a otros dos personajes muy importantes:

“De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús”.

Moisés representa la Ley, y Elías es el Profeta más importante para el pueblo Judío; así pues, los dos vienen a reafirmar la autoridad de Jesús, como diciendo que ellos, dos de las más importantes personas de la religión están a la par de Jesús.

¿Recuerdas una serie llamada Quantum Leap en la que el protagonista pasaba de un evento en la historia a otro y en el proceso se transfiguraba? Checa el GIF animado que nos da una idea del este importante evento.

El relato termina así:

“Una nube luminosa los cubrió. y de ella salió una voz que decía: Este es mi Hijo, muy amado, en quien tengo puestas mi complacencias; escúchenlo”.

 

Checa el siguiente video (desafortunadamente, el efecto no es tan impresionante).

Lecturas del Domingo: Enero 22, 2017 – Síganme y los haré pescadores de hombres

 

Jesús y Pedro
Jesús con los hermanos Pedro y Andrés, pescadores

San Mateo, en su Evangelio de hoy, nos habla de que, después de que Juan el Baustista fue arrestado, Jesús se fue triste de su pueblo y se estableció en Cafarnaúm, junto al lago en la tierra de Zabulón y Neftalí.

Mateo nos recuerda una de las profecías de Isaías, que casi 1,000 años antes había dicho:

“Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivián en tierra de sombras una luz resplandeció”.

Y es que, en tiempos de Isaías, Zabulón y Neftalí eran pueblos flagelados por la corrupción, prostitución, asesinatos, etc. Por eso Isaías los menciona que caminaban en tinieblas o tierra de sombras. Y Jesús, con su presencia, se convirtió en una luz resplandeciente sobre ellos.

Finalmente, Mateo nos dice que después de un tiempo de vivir y predicar cerca del lago, Jesús se encuentra a dos hermanos, Simón –que después se llamará Pedro– y Andrés, que eran pescadores. Jesús les dijo:

“Síganme y los haré pescadores de hombres”.

Y he aquí una de las acciones más bellas de todos los Evangelios, los cuales sintetizan como debemos responder al llamado de Dios:

“Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.  Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en la barca remendando redes, y los llamó también. Ellos, dejando enseguida a la barca y a su padre, lo siguieron”.

Lecturas del Domingo: Junio 19, 2016 – ¿Quién dicen que soy?

Jesús y Pedro
Jesús y Pedro

Este XII domingo ordinario marca dos importantes eventos de la historia bíblica: el primero se refiere a Pablo, quien declara que con la resurrección de Jesús el reino de Dios ya no es sólo “propiedad” de los judíos, sino de todos nosotros.

“Todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, pues cuantos han sido incorporados a Cristo por medio del bautismo, se han revestido de Cristo. Ya no existe diferencia entre Judíos y no judíos, entre esclavos y libres, entre varón y mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús. Y si ustedes son de Cristo, son también descendientes de Abraham y la herencia que Dios le prometió les corresponde a ustedes”.

¿Quién dicen que soy?

El segundo evento ocurre cuando Jesús se lleva a parte a los discípulos y les pregunta quién dice la gente que es Él. Ellos le responden que unos dicen que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que algún otro profeta.

Ahora, piensa que ellos mismos no saben quién es realmente Jesús. Los apóstoles lo han estado siguiendo durante sus enseñanzas, pero todavía tienen dudas. Para nosotros es fácil decir quién es Jesús, pero para ellos la Verdad aun no ha sido revelada.

Ahora, Jesús les pregunta directamente: Y ustedes, ¿quién dicen que soy?

Pedro se delanta y le dice confiadamente: “El Mesías de Dios“.

Ningún otro apostol lo hace sino Pedro. El está convencido de esto y más tarde se le recompensará, pues esta verdad no se la dicho nadie, sino que el mismo Dios se la ha revelado en su corazón y él la ha aceptado.

A muchos de nosotros se nos hacen revelaciones, y el mismo Dios es quien nos las da a conocer. Y aún así nos rebelamos y nos queremos hacer sordos o ciegos. Pedro es nuestro ejemplo a aceptar con corazón abierto las revelaciones de Dios.

Lecturas del Domingo: Abril 10, 2016 – Pedro es perdonado

Pedro es perdonado
By Raphael – Victoria and Albert Museum, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1718074

Tres veces Pedro negó a Jesús durante la Pasión. Ahora, Jesús Resucitado le pregunta tres veces que si lo quiere. Este día es el de la redención del apóstol.

Jesús le pregunta a Pedro:

Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?, luego Simón, hijo de Juan, ¿me amas?, y finalmente Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?

Pedro le responderá tres veces que sí. Las respuestas de Jesús son las afirmaciones de la nueva posición de Jesús:

Apacienta mi ovejas. Pastorea mis ovejas. Apacienta mis ovejas.

Y luego le hace una profecía:

“Yo te aseguro cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás los brazon y otro ceñirá y te llevará a donde no quieres.”

La última parte dice “cuando seas viejo…” esa es la predicción: cuando Pedro sea viejo, después de años y años de apostolado, será apresado y llevado a donde no quiere ir: auna prisión en Roma, en donde le extenderán los brazos, es decir lo crucificarán. Pedro dirá que él no es digno de morir como su Señor, y es crucificado cabeza abajo.

La narración termina de manera hermosa, sublime, y con un mensaje para todos. Después del intercambio de preguntas y respuestas entre los dos, Jesús le dice a Pedro y tí y a mí:

“Sígueme”

Jueves Santo: Inicia el Triduo Pascual

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Hoy inicia el Triduo Pascual: Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado de Gloria.

Hoy es el día del Lavatorio de Pies:

“…y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: ‘Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?’, Jesús le replicó: ‘Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde’. Pedro le dijo: ‘Tu no me lavarás los pies jamás’. Jesús le contestó: ‘Si no te lavo, no tendrás parte conmigo’. Entonces le dijo Simón Pedro: ‘En ese caso, Señor, no sólo los pies sino también las manos y la cabeza’.”
San Juan 13,1-5.

 

Lecturas del Domingo: Febrero 21, 2016 – La Transfiguración

La transfiguración de Jesús
By Alexander Andreyevich Ivanovhttp://nnm.ru/blogs/hhnu/ivanov_aleksandr_andreevich_1806_1858/, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=9086637

El de hoy es un evento bien padre: la transfiguración de Jesús. En resumen, Jesús lleva a Pedro, Santiago y Juan a lo alto de un monte. Allí, el grupo –excepto Jesús– cayeron rendidos de cansancio. En ese momento Jesús cambió de aspecto y las ropas se le pusieron blancas, resplandeciéntes, y relampaguiantes. Pedro alcanza a ver a otras dos personas, Elías y Moisés, e inocentemente le dice a su Señor que hagan tres chozas ahí. Finalmente, de entre un nuberío que se forma encima de ellos, se escucha una voz que dice “Este es mi Hijo, mi escogido, escúchenlo”.

¿Qué significa todo esto? Primero, estamos hablando de una epifanía, un evento sobrenatural de manifestación de Dios. Segundo, Jesús se empieza a mostrar en su calidad de Hijo de Dios, no sólo como hombre normal. Al iluminarse sus ropas intensamente y cambiar su aspecto, estamos hablando de un evento fuera de lo normal.

Tercero, se aparecen Elías y Moisés conversando con Jesús. Ellos dos representan lo mas importante del pueblo judío en ese entonces: Elías, el mayor de los profetas, y Moisés, representante de la Ley. Recuerda que la Ley es el libro que rige las vidas de los judíos. Al mencionar a estos dos personajes, Jesús demuestra que se habla del tú por tú con ellos, asentando su autoridad.

Cuarto, la humanidad esta presente: Pedro dice inocentemente: “Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y que hiciéramos tres chozas”. Con esta sugerencia, Pedro insinua algo como todos estamos muy cómodos, no es necesario que bajemos llevando esta noticia o bendición a los demas. ¡Ay, lo humanos que quieren todo para ellos solitos!

Y, finalmente, la voz de Dios que sale de entre las nubes para volver a reivindicar a Jesús en su posición de Hijo de Dios.

Este evento es relatado de manera similar, con más y menos detalles, y confirmado en tres de los cuatro evangelios. Juan, uno de los testigos, no lo narra, pero el tiempo dará la verdadera razón más adelante, cuando Juan experimentará otra epifanía de mayor grado cuando narre El Apocalipsis.