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Lecturas del Domingo 12 de Septiembre de 2021 – Carga tu cruz

Celebración de Semana Santa
Semana Santa, por ChopanitoOwn work, CC BY 3.0, Link

Hoy es el 24avo Domingo del Tiempo Ordinario. Jesús nos trae un mensaje fuerte y decisivo: Para seguirlo, debemos dejar nuestros antiguos hábitos. Pero la recompensa es grande.

Isaías 50, 5-9

En aquel entonces, dijo Isaías:
“El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras
y yo no he opuesto resistencia,
ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban,
la mejilla a los que me tiraban de la barba.
No aparté mi rostro de los insultos y salivazos.

Pero el Señor me ayuda,
por eso no quedaré confundido,
por eso endurecí mi rostro como roca
y sé que no quedaré avergonzado.
Cercano está de mí el que me hace justicia,
¿quién luchará contra mí?
¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa?
Que se me enfrente.
El Señor es mi ayuda,
¿quién se atreverá a condenarme?’’

Salmo 114

R. (9) Caminaré en la presencia del Señor.
Amo al Señor porque escucha
el clamor de mi plegaria,
porque me prestó atención
cuando mi voz lo llamaba. R.
R. Caminaré en la presencia del Señor.
Redes de angustia y de muerte
me alcanzaron y me ahogaban.
Entonces rogué al Señor
que la vida me salvara. R.
R. Caminaré en la presencia del Señor.
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo.
A mí, débil, me salvó
y protege a los sencillos. R.
R. Caminaré en la presencia del Señor.
Mi alma libró de la muerte;
del llanto los ojos míos,
y ha evitado que mis pies
tropiecen por el camino.
Caminaré ante el Señor
por la tierra de los vivos. R.
R. Caminaré en la presencia del Señor.

Carta del Apóstol Santiago 2, 14-18

Hermanos míos: ¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no lo demuestra con obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe?

Supongamos que algún hermano o hermana carece de ropa y del alimento necesario para el día, y que uno de ustedes le dice: “Que te vaya bien; abrígate y come”, pero no le da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué le sirve que le digan eso? Así pasa con la fe; si no se traduce en obras, está completamente muerta.

Quizá alguien podría decir: “Tú tienes fe y yo tengo obras. A ver cómo, sin obras, me demuestras tu fe; yo, en cambio, con mis obras te demostraré mi fe”.

Evangelio según San Marcos 8, 27-35

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a los poblados de Cesarea de Filipo. Por el camino les hizo esta pregunta: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos le contestaron: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los profetas”.

Entonces él les preguntó: “Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?” Pedro le respondió: “Tú eres el Mesías”. Y él les ordenó que no se lo dijeran a nadie.

Luego se puso a explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho, que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que fuera entregado a la muerte y resucitara al tercer día.

Todo esto lo dijo con entera claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo. Jesús se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas palabras: “¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres”.

Después llamó a la multitud y a sus discípulos, y les dijo: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”.

Lecturas del Domingo: Enero 24, 2021 – Lo dejaron todo

Pescador
Pescador anónimo Charles Napier Hemyoil on canvas 46 × 61 cm (18.1 × 24 in), Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4843747

Hoy es el tercer domingo del tiempo ordinario, y en el Evangelio de San Marcos, escucharemos una variación del primer encuentro de Jesús con Andrés y su hermano Simón –Pedro– de la que nos narró San Juan la semana pasada. Pero el mensaje es el mismo y la Palabra, igual de poderosa.

Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio“.
Caminaba Jesús por la orilla del Lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres“. Inmediatemente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca, remendando sus redes. Los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre con los trabajadores, se fueron con Jesús.

El llamado de Dios es muy poderoso. El llamado de Dios es muy suave y gentil.

Nuestro amor a Dios es mayor que el que le debemos a nuestros padres, a nuestro trabajo, a nuestros amigos. Marcos nos habla de pescadores, personajes de los más humildes en el antiguo Israel. Santiago y Juan estaban trabajando, junto a sus compañeros y a su padre. Y dejaron todo por seguir a Jesús.

En nuestra cultura Hispana, esto es inconcebible, pues tenemos muy arraigaida la definición de familia en nuestras vidas. Pero Jesús nos indica aquí que el llamado de Dios es mayor que todo lo que nos rodea, y debemos estar listos para seguirlo y dejar todo por su Palabra.

Y la Palabra es la Sabiduría para vivir en paz con Dios. Es ley para sabernos gobernar. Es el amor para vivir todos juntos.

Seguir la Palabra de Dios no es fácil, pues a veces tenemos que sacrificar amigos, trabajo y hasta la familia. Pero, la recompensa es la Vida Eterna.

Lecturas del Domingo: Enero 17, 2021 – Escuchemos la voz del Señor

Jesús y Pedro
Jesús con Pedro y Andrés

Pero, no nada mas escuchémosla, sino que sepamos llevarla a cabo.

Dios, a través de Jesús, nos llama de muchas maneras todos los días: en tus hijos, en tus padres, en tu familia, en los más pobres, y a veces en los más ricos también. Sólo hay que estar atentos al llamado del Señor.

Dice el Evangelio de San Juan del día de hoy, el segundo domingo ordinario del año litúrgico:

En aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y fijando los ojos en Jesús, que pasaba, dijo: “Este es el Cordero de Dios“. Los dos discípulos, al oír esta palabras, siguieron a Jesús. Él se volvió hacia ellos, y viendo que lo seguían, les preguntó: “¿Qué buscan?” Ellos le contestaron: “¿Dónde vives, Rabí?” (Rabí significa maestro). Él les dijo: “Vengan a ver“.
Fueron pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Eran como las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron lo que Juan el Bautista decía y siguieron a Jesús. El primero a quien encontró Andrés, fue a su hermano Simón, y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías” (que quiere decir “El Ungido”). Lo llevó a donde estaba Jesús y éste fijando en él la mirada, le dijo: “Tú eres Simón, hijo de Juan. Tu te llamarás Kefás” (que significa Pedro, es decir, “roca”).

Así, Juan el Bautista obedeció el llamado de Dios: dejó ir a sus discípulos y se quedó sólo. Y no renegó de su nueva condición, pues sabía por Dios que había llegado la hora de Jesús.

Andrés, junto con el otro discípulo, siguieron a Jesús, dejando atrás todo. Y Andrés fue por su hermano Simón, que al estar frente a Jesús fue bautizado como Pedro, la roca de los Apóstoles.

Lecturas del Domingo: Agosto 30, 2020 – Toma tu cruz y sígueme

Doce apóstoles
Jesús enseñando a los doce Apóstoles, por James Tissot – Online Collection of Brooklyn Museum; Photo: Brooklyn Museum, 2007, 00.159.129_PS2.jpg, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=10957411

Esto dice el Evangelio de San Mateo del día de hoy, vigésimo segundo Domingo ordinario:

“En aquel tiempo, comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para padecer ahí mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que tenía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.
“Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole: ‘No lo permita Dios, Señor. Eso no te puede suceder a tí’. Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo: ‘¡Apártete de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres'”.

La semana pasada comentábamos las cualidades humanas de Pedro: cómo tuvo miedo, furia, insensatez. Hoy, en el Evangelio, corroborámos más de sus cualidades humanas, y una vez mas, Jesús pierde la paciencia con él y lo regaña.

Pero Jesús menciona algo muy importante: Pedro no está juzgando con el criterio correcto, sino con el del mundo, el de los hombres: “Tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres“.

Sigue la lectura:

“Luego, Jesús dijo a sus discípulos: ‘El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. ¿De qué sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla?
Porque el Hijo de Dios ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces le dará a cada uno lo que merecen sus obras”.

Seguir a Dios es fácil, pues lo único que tenemos que hacer es seguir sus mandamientos. Y Jesús nos lo puso todavía más fácil al decirnos que todo se puede resumir en los primeros dos.

Sin embargo, al igual que Pedro, nos pesa nuestra naturaleza humana y es por eso que tenemos que cargar con una cruz a nuestras espaldas día con día.

La clave no está en caer por ese peso de culpas, malas acciones, malas decisiones y tropiezos.

La verdadera clave está, como dice Jesús, en levantarnos y seguir nuestro camino cargando esa cruz.

Lecturas del Domingo: Agosto 23, 2020 – La redención de Pedro

Imagen de Cristo y Pedro
Cristo y Pedro, por Pietro Peruginohttp://it.wikipedia.org/wiki/Immagine:Gesupietrochiave.jpg, Public Domain, Link

Durante la vida pública de Jesús, Pedro mostró muchos signos de fallas humanas que a veces rayaban en lo inusual, y hasta en lo cómico:

  • Miedo. Cuando comienza a caminar sobre las aguas del mar y, al sentir el viento en su cara teme y se empieza a hundir, clamando a Jesús.
  • Ira. Cuando van a apresar a Jesús, saca su espada y le corta la oreja a uno de los criados.
  • Distracción y euforia. Durante la Transfiguración, Pedro le dice a Jesús que se siente bien relajado, hasta le recomienda que hacer tres chozas, una para Elias, otra para Moisés, y otra para él.
  • Falta de tacto. Cuando Jesús le va a lavar los pies, Pedro le dice: ‘Tú no me vas a lavar los pies’. Al recordarle Cristo que, de otra forma no podrá entrar al Reino de los cielos, Pedro se apresura a decir: ‘Entonces, no sólo lo pies ¡sino todo el cuerpo!’.
  • Pena y vergüenza. Cuando canta el gallo tres veces.

Pero hoy, el caso es muy diferente, pues Simón ya no es más, ha quedado atrás. Ahora es Pedro, el apostol fuerte. Y Jesús lo deja claro en el Evangelio de San Mateo:

“En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: ‘¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?’ Ellos le respondieron: ‘Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas’.
“Luego les preguntó: ‘Y ustedes, ¿quien dicen que soy yo?’ Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: ‘Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo’.
“Jesús le dijo entonces: ‘¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo’.
“Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías”.

Jesús escogió a Pedro como cabeza de la Iglesia por ser el más humano, el más parecido a cada uno de nosotros. Y así, los Papas son los sucesores de Pedro, quien impuso las manos a su sucesor y, en cadena, lo han seguido haciendo uno tras otro, durante más de dos mil años.

 

Lecturas del Domingo: Agosto 9, 2020 – ¡Sálvame Señor!

San Pedro hundiéndose en el agua
San Pedro hundiéndose en el agua, por <a href=”https://en.wikipedia.org/wiki/en:Eero_J%C3%A4rnefelt” class=”extiw” title=”w:en:Eero Järnefelt”>Eero Järnefelt</a> – Photograph by <a href=”//commons.wikimedia.org/wiki/User:A333″ title=”User:A333″>Antti Leppänen</a>, Public Domain, Link

Los milagros existen, y en ocasiones, cuando se nos conceden, tenemos tanto miedo que no los reconocemos. Hoy, el décimo noveno domingo ordinario, tenemos un pasaje tomado del Evangelio de San Mateo justo después del milagro de la multiplicación de los panes y pescados de la semana pasada.

“En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba él sólo ahí”.

La barca con los discípulos había avanzado hasta dentro del mar (posiblemente el mar de Galilea) y Jesús no estaba con ellos. Pongamos atención a que Mateo hace hincapié en “subió al monte a solas” y “estaba él sólo ahí“.

“Entretanto, la barca iba ya muy lejos de la costa y las olas la sacudían, porque el viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron y decían: ‘¡Es un fantasma!’ y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo enseguida: ‘Tranquilícense y no teman. Soy yo!’.
“Entonces le dijo Pedro: ‘Señor, si eres tú, mándame ir a tí caminando sobre el agua'”.

Pedro tiene fe en ese momento y cree que Jesús le puede conceder el milagro de andar sobre el mar. Su misma fe se lo permitirá, pero…

“Jesús le contestó: ‘Ven’. Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: ‘¡Sálvame, Señor!’ Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: ‘Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?'”.

Pedro, el que será nombrado líder de la Iglesia, líder de los apóstoles, el brazo fuerte de Jesús, el poseedor de las llaves del cielo… también era un hombre sencillo, con miedos y alegrías, dudas y fe. Pedro nos representa a todos en todos los tiempos.

¿Por qué dudamos cuando Dios nos da todas las cosas para sobrepasar esas terribles pruebas que la vida nos pone en el camino? La respuesta es sencilla: porque somos humanos, como Pedro. Pero, gracias a más de dos mil años de enseñanza Católica Cristiana, también hemos evolucionado en nuestro pensamiento. La vida de muchos mártires del cristianismo es ejemplo de no tener miedo, sino fe.

“En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaba en la barca se postraron ante Jesús diciendo: ‘Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios'”.

Tu madre está gravemente enferma y de repente, gracias a las oraciones y los milagros de la medicina, empieza a sentirse mejor. Pero, una tarde recae. ¡Se te viene abajo el mundo! ¡Todo lo que había mejorado se viene abajo! ¡NO! ¡Ten fe!

No temas. Pide a Dios el milagro que necesitas. Pídelo con mucha fe. Y cuando te llegue, no temas ni dudes. Abrázalo y póstrate ante Jesús diciendo: ‘Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios’.

 

 

Pascua 2020: Los discípulos de Emaús

Milagro de Emaús
Una bellísima representación de la aparición de Jesús a los peregrinos de Emaús. Disfruten del efecto de luces. Por Matthias StomSelf-photographed, Photograph taken at: Corps et Ombres : Le Caravagisme européen, Musée des Augustins, 23 July 201214 October 2012 , Caroline Léna Becker, Public Domain, Link

Hoy es el tercer domingo de Pascua, y la lectura del Evangelio de este día es tomada de San Lucas. Escucharemos cómo nuestros corazones están “velados” por las falsas realidades de este mundo (dinero, riqueza, fama, éxito, etc), pero cuando escuchamos hablar de Jesús, nuestras almas “recobran la vista” y esos corazones ciegos “arden” por el mismo amor de Dios en Jesús.

“El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén y comentaban todo lo que había sucedido.
“Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: ‘¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?’.
“Uno de ellos, llamado Cleofás, le preguntó: ‘¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido en estos días en Jerusalén?’ Él les preguntó: ‘¿Qué cosa?’ Ellos le respondieron: ‘Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como lo habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron’.
“Entonces Jesús les dijo: ‘¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?’ Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él.
“Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: ‘Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer’. Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban en la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Él se les desapareció. Y ellos se decían uno al otro: ‘¡Con razón nuestro corazón ardía mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las escrituras!’.
“Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: ‘De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón’. Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan”.

 

Lecturas del Domingo: Marzo 8, 2020 – Escúchenlo

La transfiguración de Jesús
La Transfiguración, por Carl Blochhttp://www.1st-art-gallery.com/Carl-Heinrich-Bloch/The-Transfiguration.html, Public Domain, Link

Del Evangelio de San Mateo, tenemos una de las narraciones más impresionantes de las Sagradas Escrituras, en la cual se relata la transformación de nuestro Señor Jesús en luz sobre los apóstoles Pedro, Santiago y Juan:

“En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron frente a ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús.
“Entonces Pedro le dijo a Jesús: ‘Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quieres, haremos aquí tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
“Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: ‘Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo’. Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: ‘Levántense y no teman’. Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.
“Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: ‘No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos'”.

¿Qué significa todo esto?

  • Primero, estamos hablando de una epifanía, un evento sobrenatural de manifestación de Dios.
  • Segundo, Jesús se manifiesta como el verdadero Hijo de Dios al iluminarse sus ropas intensamente y cambiar su aspecto. Ahora, ya no sólo es un hombre,
  • Tercero, se aparecen Elías y Moisés conversando con Jesús. Ellos dos representan lo mas importante del pueblo judío en ese entonces: Elías, el mayor de los profetas, y Moisés, representante de la Ley. Al mencionarlos, Jesús demuestra al pueblo de Israel que Él está su mismo o más alto nivel, asentando su autoridad.
  • Cuarto, las imperfecciones de la humanidad: Pedro dice inocentemente: “Maestro, ¡qué bueno sería quedáramos aquí! hagamos tres chozas”. Con esto, Pedro –que nos representa a todos–  insinúa que sólo ellos tres (Pedro, Santiago y Juan) se queden ahí con Jesús, Moisés y Elías. Ni siquiera se acuerda del resto de sus compañeros, y ni qué decir del resto del mundo. ¡Ay, los humanos que quieren todo para ellos solos!
  • Y, finalmente, la voz de Dios que sale de entre las nubes para volver a reivindicar a Jesús como el verdadero Hijo de Dios.

La narración de la transfiguración de Jesús es uno de los eventos más importantes de los evangelios, y que nos demuestran la verdad de la vida de Jesús y su influencia en nuestras vidas.

Lecturas del Domingo: Enero 26, 2020 – Síganme y los haré pescadores de hombres

El llamado de Pedro y Santiago
“El llamado de Pedro y Santiago”, por Duccio di Buoninsegna – The Yorck Project (2002) 10.000 Meisterwerke der Malerei (DVD-ROM), distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH. ISBN: 3936122202., Public Domain, Link

Tercer domingo del tiempo ordinario. Jesús comienza su prédica pública de conversión y a elegir al grupo de los doce. Dice el Evangelio de San Mateo:

“Al enterarse Jesús de que Juan el Bautista había sido arrestado, se retiró a Galilea, y dejando el pueblo de Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí, para que así se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías:
‘Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció’.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo: ‘Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los Cielos’.
“Una vez que Jesús caminaba por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado después Pedro, y Andrés, los cuales estaban echando las redes al mar, porque eran pescadores. Jesús les dijo: ‘Síganme y los haré pescadores de hombres’. Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en la barca, remendando las redes, y los llamó también. Ellos, dejando en seguida la barca y a su padre, lo siguieron.
“Andaba por toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando la buena nueva del Reino de Dios y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia”.

Cuando recibas el llamado de Dios, no lo pienses dos veces. Cuando Jesús te llame, síguelo sin importar el trabajo, la familia o los amigos. Cuando Dios te llama, es por que en verdad te necesita.

La Red de 153 Pescados

El llamado de Pedro y Santiago
“El llamado de Pedro y Santiago”, por Duccio di Buoninsegna – The Yorck Project (2002) 10.000 Meisterwerke der Malerei (DVD-ROM), distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH. ISBN: 3936122202., Public Domain, Link

Dice el evangelio de esta semana que una noche, Pedro y otros discípulos estaban sentado a la orilla del mar de Galilea. Cansados tal vez, todavía ocultándose de los judíos que querían aprenderlos, pero, ciertamente, fastidiados y aburridos. Ellos, hombres pescadores sin mucha instrucción escolar que sólo sabían trabajar duro, estaban ahora sin oportunidad de hacer nada, pues los estaban buscando.

Pedro les dijo que quería ir a pescar. En eso eran expertos, y como era de noche, el peligro era menor. Se hicieron a la mar, pero no encontraron nada.

Jesús se les apareció a la orilla, pero ellos no lo reconocieron. Les preguntó qué habían pescado, y cuando ellos le dijeron que nada, Jesús les dijo que tiraran la red a la derecha de la barca. Dice la escritura que no podían jalar la red de tantos pescados que pescaron.

Cuando sus ojos se abrieron y se dieron cuenta de que era Jesús, Pedro se ciñó la túnica (pues se la había quitado probablemente por el calor de la época) y saltó de la barca y se fue nadando a la orilla para encontrarse con Jesús.

Luego, cuando la balsa estaba cerca:

“Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres”.

Pedro liderato de los doce más adelante. Jesús le dirá: “Apacienta mis corderos“, “Pastorea mis ovejas” y “Apacienta mis ovejas“, dándole el liderazgo de la Iglesia a él y a sus sucesores.

Pero, volviendo al relato original, ¿porqué 153 pescados? ¿Porqué un número tan preciso? Por que en ese entonces, eran 153 los pueblos que existían en la Tierra, y la lectura tiene el significado que le estaba dando la autoridad a Pedro sobre todos los pueblos para llevarlos a Jesús.