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Lecturas del Domingo: Septiembre 25, 2016 – ¡Pórtense bien!

Imagen de Lázaro
Lázaro por Meister des Codex Aureus Epternacensis – The Yorck Project: 10.000 Meisterwerke der Malerei. DVD-ROM, 2002. ISBN 3936122202. Distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH., Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=155243

Como si estuvieran escritas para nuestra era, las lecturas de hoy son una llamada de atención para olvidarnos de los malos comportamientos y volvernos a Dios. La vida llena de excesos no tiene otro término mas que la perdición, no sólo del cuerpo, sino también del alma.

Y hasta un ateo, o humanista, o existencialista, puede comprender algo tan sencillo, pues lo único que se necesita es sentido común.

En la primera lectura, el profeta Amós reprende a Israel:

“¡Ay de ustedes, los que se sienten seguros en Sión y lo que ponen su confianza en el monte sagrado de Samaria! Se reclinan sobre divanes adornados de marfil, se recuestan sobre almohadones para comer los corderos del rebaño y las terneras en engorda. Canturrean al son del arpa, creyendo cantar como David.
Se atiborran de vino. Se ponen los perfumes más costosos, pero no se preocupan por las desgracias de sus hermanos.
Por eso irán al destierro, a la cabeza de los cautivos y se acabará la orgía de los disolutos”.
Amos, 6, 1, 4-7

¡Pórtense bien! ¡Dejen los excesos! El castigo es grande y no vale la pena.

Luego, en la segunda lectura, leemos a san Pablo escribiendo a Timoteo, su discípulo:

“Tú, como hombre de Dios, lleva una vida de rectitud, íedad, fe, amor, paciencia y mansedumbre. Lucha en el noble combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado”.  6, 11-16

Ambas lecturas nos preparan el camino para la presentación de una de las figuras más controversiales del cristianismo: Lázaro.

Evangelio de San Lucas

Ahora Jesús le dice a los fariseos la historia de un hombre rico, que se la pasaba vistiendo las rocas más caras y comiendo los manjares más sabrosos. Pero afuera de su casa estaba un mendigo llamado Lázaro. Estaba todo lleno de llagas, las cuales hasta los perros se las lamian.

imagen de estampa
Estampa del falso San Lázaro. ¡Aguas! Este nunca existió.

Pero, no hay que perder de vista lo siguiente: Lázaro, éste Lázaro, nunca existió. Es sólo el personaje de un relato de Jesús. Esto es importante porque existen muchas estampitas religiosas de “San Lázaro” acompañado de perros que lo están lamiendo y el cual no es un santo.

¡Mucho cuidado! Este es un personaje de la Santeria del Caribe.

Continuemos. Lázaro murió y también el hombre rico. A Lázaro lo llevaron los ángeles al cielo y al otro al infierno. Desde allá abajo, veía a Lázaro junto a Abraham, y con toda desfachatez y soberbia –aún en su condición– les grita: “Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas“. ¡Todavía dándo órdenes!

Abraham le dice que no, que recuerde que en vida Lázaro sufrió lo peor y ahora tendrá su recompensa y en forma eterna. En cambio él, su recompensa la tuvo en vida, ahora le toca el castigo eterno.

Pero Abraham dice algo mas: “Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo intenso, que nadie puede cruzar ni hacia allá ni hacia acá“. ¡Ojo para todos aquellos que tratan de invocar a los muertos con espiritistas y otros medios! ¡Dejen de estar jugando con esas cosas!

Entonces, el rico le pide que mande a Lázaro a su casa, pues todavía le quedan cinco hermanos, y les advierta y no acaben ellos como él (todavía sigue dando órdenes). Abraham le dice que no es necesario. Que para tienen las enseñanzas de Moisés y los profetas.

Pero el ricachón insiste: “No padre Abraham, si un muerto va a decírselos, entonces si se arrepentirán“. ¡Ahora, hasta corrige al santo padre! Este tipo en serio que no tiene llene de soberbia.

Para nosotros hoy en día: ¿En verdad necesitamos que los muertos vengan a deciernos cómo debemos vivir la vida?

Finalmente, Abraham le dice: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto“.

Esta sí que son palabras de Sabiduría; estas sí que son Palabras de Dios.

Lecturas del Domingo: Septiembre 18, 2016 – No sirvas al dinero; sírvete de él

parabola del administrador astuto
“Parábola del administrador astuto” por Phillip Medhurst – Photo by Harry Kossuth, FAL, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7550875

Las lecturas de hoy se refieren a uno de los temas más difíciles de tratar: el dinero.

Dice Jesús: “el dinero, tan lleno de injusticias“.

Pero más adelante nos dará una tremenda lección acerca de su uso acertado y hasta justo.

En la primera lectura, el profeta Amós va a dar una buena regañada a todos los comerciantes que hacen trampa y que sólamente están esperando la oportunidade para aprovecharse de los más necesitados: “obligan a los pobres a venderse; por un par de sandalias los compran; y hasta venden el salvado como trigo“.

Pero les advierte: “El Señór, gloria de Israel, lo ha jurado: ´No olvidaré jamás ninguna de estas acciones´“.

“Nadie puede servir a Dios y al dinero”

En el Evangelio de San Lucas, Jesús nos habla del mal administrador a quién su amo lo “agarró” en malos manejos. Cuando es regañado, el hombre se da cuenta de que pronto será despedido y, por su condición no está en condiciones de comenzar a buscar trabajo. A lo mejor no quiere hacerlo; pero eso sí, le da vergüenza pedir limosna.

Algo tiene que hacer. Comienza a llamar a todos los que le deben a su amo y les rebaja la deuda haciéndoles nuevos recibos. ¡Vaya que es listo el hombre!

Y es que su intención no es la de perdonar porque su corazón se ha ablandado: está buscando que los deudores estén agradecidos con él cuando lo despidan. Así tendrá donde quedarse, y tal vez conseguir un nuevo trabajo… de administrador.

La lección del día que nos da Jesús es bien interesante: “Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo“. Lucas 16, 1-13.

Un cambio grande en la idea del dinero

Y es que, por muchos años nos han dicho que el dinero es malo. Que los ricos no van a ir al cielo. Que renuncies a todas tus riquezas.

Pero el verdadero mensaje va más allá: No, el dinero no es malo. El dinero es un objeto al que muchos le dan un valor que no le corresponde. El verdadero enemigo malo es la Avaricia.

Cuando te preocupas a muerte por las riquezas, al grado de que son lo más importante en tu vida, es cuando finalmente has sucumbido a su poder.

Tal vez tu digas: “¡No, yo no voy a caer en eso!” ¡Oh, pero es tan fácil caer!

Al contrario, sin la presencia de la avaricia el dinero puede hacer maravillas. ¿Cómo es eso posible? Si tienes dinero, si eres un patrón o comerciante, entonces:

  • Crea fuentes de trabajo.
  • Paga salario justo a los demás.
  • No alteres los precios para tu conveniencia.
  • No alteres mercancía para “sacarle más provecho”.
  • Haz trabajar el dinero para los más necesitados.
  • En fin, dalea las cosas materiales su lugar correspondiente.

Y como termina Jesús la lectura: “En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero“.

 

Lecturas del Domingo: Septiembre 11, 2016 – Todos somos hijos pródigos

El retorno del hijo pródigo
El retorno del hijo pródigo – por Pompeo Batoni – [1], Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4628046
En un día tan importante como es el 9-11, es muy confortante recordar que nuestro Padre Dios, a pesar de todos nuestros pecados, fallas e imperfecciones, siempre está ahí para darnos su Misericordia.

Primero, en el libro del Éxodo, Moisés se atreve a hablar directamente con Dios, quien está sumamente enojado con su pueblo, pues después de haberlo sacado de Egipto se han olvidado de Él y han hecho un becerro de oro y le ofrecen sacrificios y alabanzas. Dios está enojadísimo y asegura que los destriurá a todos.

Pero Moisés se atreve a hablarle de tú-a-tú, y le recuerda la promesa que le hizo a Abraham, Issac y Jacob, de que iba a hacer de ellos un pueblo grande y que tendrán posesión de toda la tierra que les prometió.

Y Dios en su Misericordia –y a pesar de su gran enfado– les perdona.

Salmo

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión, borra mi culpa, lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Salmo 50, 12-13

El hijo pródigo

¡Ah! una de las más bellas narraciones de San Lucas. Un hijo que le pide a su padre su herencia en vida, y luego va a despilfarrarla en todos los excesos posibles. Estando todo gastado, y en un país extraño, no le queda mas que irse de cuidador de cerdos. ¡Y cómo envidia a los animales que se hartan de las bellotas y el no tiene nada para comer!

Se dice a sí mismo: “¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra tí; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores”

Y se encaminó y eso fue lo que hizo.

¿Qué es lo que este muchacho representa? A todos nosotros. Su padre nos es otro mas que Dios mismo. Estar en un país lejano quiere decir estár lejos de la gracia de Dios. Dice el hijo: “me levantaré, y volveré a mi padre“, queriendo decir que se arrepiente y quiere volver con Dios.

¿Y la respuesta de su padre? Al verlo llegar se enterneció, lo cubrió de besos, le mando asear y vestir por sus criados (los ángeles) y hasta le mando hacer una fiesta con todo y el cordero gordo que se estaba reservando para una ocasión especial.

La misericordia de Dios es infinita.

Pero… el otro hijo, el que siempre ha estado al lado de su padre, el que siempre le ha obedecido y nunca se ha apartado de su lado… ese está enojadísimo, pues se siente traicionado por el padre: ¿Cómo es posible que reciban al descarriado con fiesta y todo?

“El hermano mayor se enojó y no quería entrar. Salió entonces el padre y le rogó que entrara”

Ninguno de los dos hijos es perfecto. Pero el amor del padre es el mismo para los dos. El amor de Dios es el mismo para todos los buenos y los malos, pues para los dos grupos el cielo sale igual, la lluvia cae igual.

Pero no te confundas, para ser hijo pródigo el verdadero arrepentimiento es lo que vale. Nada de medias tintas. ¡Ojo con eso!

La lectura del hijo pródigo nos recuerda que todos somos hijos, que nos separamos de nuestro padre, que nos llena la soberbia… pero que Dios siempre está ahí para recibirnos de vuelta.

Lecturas del Domingo: Septiembre 4, 2016 – La Salvación no se hace a medias

La construcción de la torre
“La construcción de la torre” por Meister der Weltenchronik – The Yorck Project: 10.000 Meisterwerke der Malerei. DVD-ROM, 2002. ISBN 3936122202. Distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH., Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=155203

La verdadera salvación no se puede hacer a medias, ni acepta tibios, ni trabajos sin acabar.

La verdadera Salvación es completa o no se hace, así de sencillo. Y para ejemplo, Jesús nos dice:

“¿Quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: ´Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar´”. Lucas 14,25-33

Las cosas no se hacen a medias. Muchas veces Jesús nos habla de que los tibios no entrarán en el Reino de Dios:

“Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre, a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo”.

El día de hoy hay una conexión bien interesante en las lecturas. La primera (el Libro del Eclesiástico) empieza así: “¿Quién es el hombre que puede conocer los designios de Dios?”, y el Evangelio, casi 1000 años después, le da la respuesta.

 

Lecturas del Domingo: Agosto 28, 2016 – Humildad

banquete de bodas
¡Sáquese de aquí! Le dice el dueño del banquete al gorrón que se quiso pasar de listo y sentarse en el lugar de honor de la mesa.

En la primera lectura, el Libro del Eclesiástico nos dice que, en nuestros asuntos “procedamos con humildad y se nos amará más que los hombres dadivosos. Hagámosnos pequeños cuanto más grandes seamos y hallaremos gracia ante el Señor, porque sólo Él es poderoso, y sólo los humildes le pueden dar gloria“.

Luego, en el Evangelio de San Lucas, Jesús nos presenta la parábola del banquete de bodas. Cuando Jesús es invitado a una comida de un jefe de los fariseos, se da cuenta cómo éstos se peleaban por los lugares de honor de la mesa. Luego les dice la parábola del banquete de bodas: cuando te inviten a uno de estos banquetes no te trates de sentar en el lugar de honor, no vaya a ser que alguien más importante llegue y te quiten del lugar para dárselo a él. ¡Uff, eso si que sería vergonzoso!

Al contrario, siéntate al final, en el lugar más humilde. Así, cuando el que te invite te vea, podrá ir por tí y frente a todos decirte: “amigo, ¿qué haces aquí? pásale al frente a los lugares de honor”

¡Eso sí que sería un honor!

“El que se engrandece a sí mismo será humillado, y el que se humilla será engrandecido” Lucas, 14, 1,7-14

La segunda parte del Evangelio

Aquí Jesús nos dice otra parte más intrigante y profunda, dirigiéndose al que lo habia invitado (pero realmente es a todos nosotros, en todos los tiempos y lugares):

“Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque puede ser que ellos te inviten a su vez, y con eso quedarías recompensando (a mano). Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobre, a los lisiados, a los cojos, y a los ciegos; y así serás dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte; pero ya se te pagará, cuando resuciten los justos”.

Lecturas del Domingo: Agosto 21, 2016 – Para todas las naciones

¿Estás salvado?
¿Estás a salvo? por BiosthmorsOwn work, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=48171787

Jesús nos habla en el Evangelio de San Lucas que, aunque todos somos herederos de la misma salvación, la puerta para entrar a Su Reino en realidad es angosta; y muchos querrán entrar, pero no podrán hacerlo. Y no precisamente por estar gorditos.

De nuevo Jesús recalca la idea de que la Salvación no sólo es para el Pueblo Elejido, sino para todas las naciones:

“Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios. Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros, y los que ahora son los primeros, serán los últimos.”

Isaías, en la primera lectura (Isaías 66, 18-21) y el Salmo 116, 1-2, hacen preludio a este mensaje cuando nos mencionan que las naciones de toda lengua vendrán y verán la gloria de Dios.

Pero también en este párrafo, se nos recuerda quiénes son últimos el día de hoy: los pobres, los perseguidos, los que pasan hambre, tienen frio, están presos, etc. Y los que ahora son los primeros son los famosos “uno por ciento“, los que tienen ahora mismo la mayoría de las riquezas económicas del mundo.

¿Quiere esto decir que no debo esforzarme en la vida y debo vivir miserable? ¡Definitivamente NO! Tu deber es esforzarte, y con toda justicia recibir lo que mereces por tu trabajo, no importa que sea mucho, en el nivel de miles o hasta millones.

El problema se da cuando todo eso que ganas se convierte en tu vida. Cuando ya no te importa cómo lo ganas (corrupción, usura, robo, homicidios, etc.), y peor aún cuando sólo te interesa estarlo acumulando para tí o tu familia solamente.

El tener una riqueza no es un sólo un privilegio, sino una responsabilidad; y no sólo para con tu familia, sino para con todos los demás.

Y si eres de ese uno por ciento, o una persona que se enfoca en sólo estar ganando dinero sin importar los medios, te aseguro que no importa cuán flaquito(a) estés: va a ser bien difícil que entres en el Reino de Dios.

¿De qué estaba enfermo San Pablo?

Manos deformadas por la lepra
Manos deformadas por la lepra B.jehleOwn work, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=27098744

Carta de San Pablo a los Gálatas 6,14-18:

Hermanos: no permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. Porque en Cristo Jesús de nada vale el estar circuncidado o no, sino el ser una nueva criatura.
Para todos los que vivan conforme a esta norma y también para el verdadero Israel, la paz y la misericordia de Dios. De ahora en adelante, que nadie me ponga más obstáculos, porque llevo en mi cuerpo la marca de los sufrimientos que he pasado por Cristo.

San Pablo frecuentemente habla en primera persona, o de sí mismo, en términos un poco arrogantes vanagloriándose un poquito; y luego, como si se diera cuenta, cambia a términos más duros sobre sí.

Pero esta lectura, y algunas otras mas, nos hablan de que Pablo está enfermo: “Porque llevo en mi cuerpo la marca de los sufrimientos que he pasado por Cristo“. Y esto va más allá de los latigazos, apedreadas y torturas por las que ha pasado.

Muchos estudios recientemente han revelado una trágica teoría sobre su verdadera enfermedad: la lepra.

En muchas ocasiones Pablo será expulsado de lugares que lo ven no sólo como un apostol que no mas se la pasa regañando, sino como alguien a quien nadie se quiere acercar.

San Pablo, sin duda, es el apostol que más esparció el Evangelio en el mundo. Y aunque nunca conoció a Jesús en persona, lo vio cuando se le apareció en el camino a Damásco y se convirtió del Judaismo al Cristianismo, y le encomendó la misión de esparcir el mensaje de la verdadera salvación por la fé, y no por las leyes de los judios.

Y en todos sus viajes y peregrinajes siempre vivió con el dolor en su cuerpo, con mala salud, y el repudio constante por su enfermedad.

Pero nunca se echó para atrás.

Que la vida de San Pablo sea un ejemplo para todos los que a veces nos sentimos cansados, con dolor, y que no queremos seguir adelante por los pequeños detalles de la vida.

 

Lecturas del Domingo: Agosto 7, 2016 – Esperando al amo

Parabola Del Sirviente Bueno
Parábola del Siervo Fiel, por Phillip Medhurst – Photo by Harry Kossuth, FAL, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7550884

Estén listos –dice Jesús a sus discípulos, pero también a todos nosotros– con las túnicas puestas y la lámparas prendidas.

Todos sabemos que Jesús habla del juicio personal que nos espera a cada uno de nosotros. La semana pasada nos presentó al viejo rico que, acumulando riquezas, al final iba a morir esa misma noche. Ahora, nos dice que es cuestión personal estar preparados, no de equipo, ni de familia, ni de grupo social. Cada uno es responsable de estar listo para estar frente a Dios y responder por nuestras acciones.

Sin embargo, hay algo extra en la lectura de hoy que muy poca gente conoce. Dice Jesús:

“Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle cuando llegue y toque”.

Ojos. Jesús habla de criados, o sea esclavos. En ese momento Israel se encuentra bajo el yugo Romano, otra vez escalvo de un pueblo más poderoso. Recordemos que, durante la mayor parte de de su existencia, el pueblo judío ha sido esclavo (Egipto, Babilonia, Roma), y siempre está sediento de libertad.

“Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar en la mesa, y él mismo los servirá. Y si llega a la medianoche o en la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos”.

Los amos de entonces, para anunciar que unos de sus esclavos acababa de ser liberado, lo sentaban en su mesa. Así, todos sabían que el siervo no sería más tratado como sirviente, sino como hombre libre. Eso era todo un orgullo para el liberado.

Así, Jesús les dice –y nos dice– que dichosos todos los que se sienten a la mesa de Dios, pues seremos liberados. No seguiremos siendo escalvos (de nuestros vicios, nuestras cadenas, nuestros pecados). Al fin seremos libres.

Y para el pueblo judio, sin duda se trata de una noticia de gran esperanza.

Lecturas del Domingo: Julio 31, 2016 – La avaricia y la perdición

Parábola del Hombre Rico
Parábola del Hombre Rico, por Rembrandt – www.uni-leipzig.de : Home : Info : Pic, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5812686

Esta semana, la primera lectura y el Evangelio nos hablan de uno de los principales problemas de la Humanidad: la avaricia.

Nos dice el libro del Eclesiastés que todo es ilusión, que no debemos enfocar nuestra vida a sólo estar buscando dinero o poder. ¿De qué sirve matarse toda la vida en ganar y ganar dinero?

Ojo y mucho cuidado. La Sagrada Escritura no está diciendo que no debemos trabajar, sino que no debemos perder de vista lo que es realmente importante: la familia y el amor.

Y es que estos son valores universales que no sólo corresponden a los católicos, sino que toda persona, de cualquier religión –y hasta los ateos– debemos estar de acuerdo. Podemos decir que hasta nos unen.

En el Evangelio, Jesús nos trae a cuentas la parábola del hombre rico. Se trata de una persona que ha trabajado toda su vida duramente, y en una de las actividades más fuertes: la cosecha. Hasta ese momento su trabajo le ha dado muchos frutos, pues tiene ya dos graneros llenos y aún viene más cosecha.

El hombre está pensando en destruir los graneros y hacer unos más grandes para poder ahí meter todo su nuevo tesoro, y poder así dedicarse a descansar, comer, beber, y darse la buena vida.

Destruir los graneros. Hacer nuevos y acumular, acumular. ¿No es más fácil hacer unos nuevos sin destruir los anteriores?

Pero Dios le dice:

“¡Insensato! Esta misma misma noche vas a morir. ¿Para quien serán todos tus bienes?”

Cuántos millonarios no sabemos que se dedicaron toda su vida a trabajar en negocios que les dieron mucho dinero, pero que siempre estaban metidos en sus oficinas, día y noche trabajando.

Yo recuerdo cómo una familia de descendencia libanesa abrieron dos tiendas departamentales en mi ciudad natal, y cuando pasábamos por sus oficinas mi mamá me decía: “Mira, ahí están los dueños; todo el día trabajando, contando dinero, firmando papeles, haciendo facturas”.

Y a ellos les gustaba ser vistos en esas condiciones.

Pero, al final murieron. Y los hijos, que en realidad nunca habían trabajado como ellos, fueron los que se quedaron con las fortunas y en poco tiempo se las acabaron.

“Hay quien se agota trabajando y pone en ello todo su talento, su ciencia y su habilidad; y tiene que dejarlo todo a otro que no lo trabajó. Esto es vana ilusión y gran desventura.” Eclesiastés 1,2: 21-23.

 

Lecturas del Domingo: Julio 24, 2016 – Pide y se te dará

Abraham observa la destrucción de Sodoma
Abraham observa la destrucción de Sodoma

La primera lectura de hoy es la continuación de la semana pasada en la que tres personas visitan a Abraham y le hacen una prediccción acerca del poco probable nacimiento de su hijo. Después del episidio, los tres visitantes se van a la ciudades de Sodoma y Gomorra, tristmente celebres por su decadencia, vida desenfrenada, y proclive a todos los excesos.

Dios le dice a Abraham que, por sus pecados, estas dos ciudades van a ser destruídas. Pero Abraham le pide a Dios que considere su acción. ¿Qué tal si en la ciudad viven 50 justos?, ¿Merecen ellos la misma suerte de los pecadores? Dios le asegura que si hay 50 no la destruirá. Entonces Abraham comenzará a regatear el número de justos: 45, 40, 30, 20, y finalmente 10. Dios le asegura que no destruirá Sodoma si hay 10 justos.

Lo interesante del relato es cómo Abraham se atreve a hablarle a Dios, a enfrentarlo directamente con una petición. Pero no lo hace altaneramente, sino de manera sencilla y huminde:

Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza

Durante toda la historia escucharemos a Abraham pedir una y otra vez que considere el castigo en base al número de buenas personas que viven en la ciudad. La descripción suena hasta divertida, chistosa. Pero la enseñanza es crucial para todos nosotros.

Pidan y se les dará.

Jesús, en el Evangelio del día nos dice:

Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá

Yo recuerdo en mi experiencia profesional, una persona de una secta Evangélica me comentó: “Ustedes los católicos tienen el problema de constantemente estar pidiendo a Dios. Eso lo enoja. Es sólo cuestión de pedir una sola vez y no molestarlo”.

El Amigo Importuno a Medianoche
“El Amigo Importuno a Medianoche”, por Phillip Medhurst – Photo by Harry Kossuth, FAL, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7550704

¡Cuán equivcado está este tipo! El relato menciona la parábola de amigo que le pide a otro que le de algo de comer y beber pues le llegó visita a media noche. El amigo ya está acostado, molesto porque el otro le interrumpe su descanso. Jesús nos dice:

“Si el otro sigue tocando, Yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su melesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite”

¡Pide, pide, pide con oración y con todo tu corazón. Dios te escuchará y te dará cuanto necesites!