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Lecturas del Domingo: Diciembre 11, 2016 – Día de la alegría y el regocijo

Tercer Domingo de Adviento

Hoy es el tercer Domingo de Adviento, día conocido como de la Alegría y el Regocijo, y en algunos países como el día de San Juan.

En la mayoría de las iglesias católicas, se tienen cuatro velas, tres de color púrpura y una de color rosa. Cada vela representa una semana del tiempo de adviento, es decir, preparación para el nacimiento del Redentor.

Pero la vela rosa represanta la alegría y el regocijo. En tiempos antiguos se usaba para anunciar a la gente que no sabía leer que quedaban dos semanas antes de la Navidad.

En la primera lectura, Isaías nos sigue describiendo en forma un poco abstracta la imagen de Juan el Bautista, el profeta antes del Mesías. En la segunda lectura, Pablo sigue llamando la atención del pueblo corrupto para que abandonen sus excesos y malas acciones. Paciencia, nos pide Pablo a todos.

El caso de Juan

Juan el Baustista, hijo de Isabel, la prima de la Madre de Dios, María, estaba en el vientre cuando escuchó la voz de María “y brincó de gozo”, pues en ese momento recibió al Espíritu Santo.

Por cierto, para todos aquellos hermanos separados y ateos que dudan de la vida de Juan, existe una crónica civil –una especie de registro público– en el que detalla que él estuvo preso, pero sin confirmar la razón. Luego hablaremos más de ese asunto.

En el Evangelio de hoy, sabemos que Juan está un poco renuente a Jesús. No confía en Él, y manda preguntar con los apóstoles que si él es el mesías o que si hay que esperar a alguien más.

¿Por qué esta pregunta? ¿Acaso no es una blasfemía? La razón es que Juan, al igual que casi todos los judíos, espera que el mesías que está por venir sea el liberador del pueblo, que ha estado sujeto por muchos años al yugo romano, y que por miles más ha sido esclavizado por decenas de otros gobernantes.

Los judios quieren, esperan, a un libertador poderoso.

Pero Jesús le manda a responder a Juan lo siguiente:

“Vayan a contar a Juan lo que están viendo y oyendo: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de la lepra, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso aquel que no se sienta defraudado por mí”. 

Ciegos, cojos, sordos, leprosos, sordos, muertos… y los pobres. Todos ellos, los más bajos de toda la escala social. Para ellos ha venido primero Jesús. Luego extenderá su influencia con todos los demás, pero en ese momento sus manos están con los más necesitados.

Es por eso que hay incertidumbre, duda, y hasta decepción en el pueblo judío. ¡Este no es el mesías que estaban esperando!, ¡Él no es el Rey poderoso con un ejercito inmenso que destruirá a sus enemigos!

¡Este lo que habla es que perdonemos! ¡Que pongamos la otra mejilla!

Y es que, si esperamos que Jesús sea el mesías que nos traerá riqueza, pues la verdad es que vamos a quedar bien decepcionados.

La recompensa de Jesús es mucho más grande que todo el dinero del mundo.

Afortunadamente, sabemos que Juan lo entenderá y lo aceptará. Finalmente, lo reconocerá con el Mesías, el Salvador… y lo bautizará en el rio Jordán.

 

Lecturas del Domingo: Diciembre 4, 2016 – Juan el Bautista

Juan el Bautista por Anton Raphael Mengs - ngHjvgNHHmV4zA at Google Cultural Institute maximum zoom level, Public Domain, Link
Juan el Bautista por Anton Raphael MengsngHjvgNHHmV4zA at Google Cultural Institute maximum zoom level, Public Domain, Link

Juan el Bautista, el último profeta del pueblo Israelí. Han pasado casi 400 años y los Judíos no han tenido uno. Y ya no habrá otros profetas después de él.

El Evangelio de San Mateo nos habla de que Juan “usaba una túnica de pelo de camello, ceñida con un cinturón de cuero, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre“.

¿Por qué dar estos detalles? La razón es que, desde casi 800 años antes, los profetas Isaías, Jeremías y Ezequiel, hablan de la llegada del mesías, pero que será precedida por una “voz en el desierto, que vestirá pieles y que preparará el camino del Señor“.

De esta forma, Mateo confirma la veracidad de Juan, quien dentro de poco tiempo confirmará que Jesús es quien le precede y por quien “ni él mismo es digno de quitarle las sandalias“.

Sabemos que Juan tendrá un triste final, y que reconocerá a Jesús como el verdadero Mesías, y que aceptará que su figura vaya desapareciendo poco a poco para dar paso a nuestro Señor.

Jesús comentará de Juan: “Una lámpara radiante, de la cual todos ustedes serán dichosos por ser iluminados”.

 

Lecturas del Domingo: Noviembre 27, 2016 – Inicia el tiempo de Adviento

Adviento
Corona de Adviento, por Micha L. Rieser – Own work by uploader (wreath and picture), CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5331008

Hoy es el primer Domingo de Adviento, el tiempo que designa la Iglesia para que nos preparemos para uno de los momentos más grandes de la Historia: el nacimiento de Jesús.

Es muy interesante entender que, este no es un acontecimiento sacado al azar por un grupo de personas y que fue puesto en la historia sólo para causar daño, división, o volver a las personas ignorantes y sumisas. Todas estas teorías han sido expuestas por grupos ateos, agnósticos, y de otras religiones por cientos de años, y sus fundamentos son tan falsos y débiles como sus propias instituciones.

Casi 1000 años antes del nacimiento de Jesús, los profetas del antiguo pueblo judío hablan de la venida del Mesías, algunos de ellos incluso predicen que nacerá en Belén, y otros indican que tendrá un precursor que preparará su venida en el desierto (Juan el Bautista).

Si quieren verlo como hecho histórico, pues los documentos existen: el pueblo de Israel, celoso de su tradición e historia vocal, no pueden mentir y de ninguna manera han alterado los libros de su Torah y Tanakh.

Las lecturas de hoy tienen un caracter profético. Empezamos escuchando a Isaías, que nos dice que “en días futuros, el monte de la casa del Señor será elevado en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas y hacia el confluirán todas las naciones“.

Y luego afirma: “porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén, la Palabra del Señor“.

Cuidado, en el reino de Dios no todos podrán entrar

¡Ah, pero debemos tener cuidado! Ya hace dos semanas, Pablo regañaba al pueblo diciéndole que no debian ser holgazanes ni metiches ni malhablados. Ahora nos vuelve a decir que:

“Comportémonos honestamente, como se hace en pleno día. Nada de comilonas, ni borracheras, nada de lujurias ni desenfrenos, nada de pleitos ni envidias. Revístanse más bien, de nuestro Señor Jesucristo y que el cuidado de su cuerpo no de ocasión a los malos deseos”

¡Oooopsss!

Finalmente, Jesús nos dice que:

“Cuando vuelva el Hijo del Hombre, de dos hombres que estén en el campo uno será llevado y el otro será dejado; de dos mujeres que estén juntas moliendo trigo, una será tomada y la otra dejada.”

“Velen pues, y estén preparados”.

Lecturas del Domingo: Noviembre 20, 2016 – Jesucristo, Rey del Universo

Jesús y el buen ladrón
Jesús y el buen ladrón

Hoy es el último domingo del tiempo ordinario. Este dia cerramos el año litúrgico con la celebración de Jesús, rey del Universo.

Las lecturas del día nos hablan de dos reyes. El primero es David, quien es visitado por todos los ancianos de las 12 tribus, y le pidieron que –puesto que ya desde hacia tiempo él había sido coronado rey de la tribu de Judá– se convirtiera en rey de las doce tribus. Después de hacer un pacto con ellos, fue coronado.

David, un muchacho humilde y sencillo, que fue el menor de 8 hermanos y pastorcillo. Él es conocido por haber  ayudado a derrotar a los filisteos matando al gigante Goliat con una simple honda. Pero también sabemos de él porque es un gran poeta. La mayoría de los salmos fueron escritos por David, que sin duda, estaba lleno del Espíritu Santo, y presentan cantos de alabanza a Dios.

Pero David también es humano y tiene debilidades. Al final, la traición, los celos y la lujuria lo llevarán a sufrir los peores castigos, entre ellos terribles derrotas militares y la muerte de sus hijos.

Pero de todo lo malo siempre viene algo bueno, y es que David logra formar las bases del nuevo Israel, y luego vendrá el rey Salomón… y después el Rey de Reyes.

Jesús, Rey del Universo

De acuerdo a los teólogos y a los sacerdotes judios, se puede trazar una linea directa de suseción entre el rey David y José, el padres de Jesús, lo que demuestra que Nuestro Señor es descendiente de David, como estaba pronosticado en las profecías judias.

Jesús es esperado como un nuevo rey, un nuevo mesías, que liberará a su pueblo. Israel ha estado sometido y esclavizado por miles de años. A pesar de que se rebela y libera constantemente, una y otra vez es sometido por algún imperio más grande: Egipcios, babilónicos, y en el tiempo de Jesús, los romanos.

Pero los judios pronto se enfrentan a la decepción, al desánimo, al fracaso. Jesús no los ha salvado del pueblo romano, pues siguen siendo esclavos. Ahora, sólo están escuchando un nuevo mensaje, un mensaje de salvación del alma, no de liberación física del pueblo. Empieza la división, la duda, y la curiosidad de un pueblo por este personaje.

El mensaje parece un poco obscuro, confuso. Jesús habla del triunfo sobre la muerte, la esperanza de vida eterna, el inicio de un verdadero imperio no de este mundo. Poco a poco su seguidores irán entendiendo las enseñanzas hasta comprenderlas y comenzar a llevar la buena nueva a todos los rincones de la Tierra.

Y, hoy, en su muerte, en medio de dos ladornes que también están siendo crucificados, Jesús está siendo humillado por los soldados y sacerdotes. Le hacen muecas y se burlan de él.

Le hacen muecas: ¿No ocurre eso en estos dias también? ¿No hay gente, programas de televisión, películas, que se siguen burlando de Jesús?

Uno de los ladrones, regañando al otro por su burlas a Nuestro Señor, le dice a Jesús: “Cuando llegues a tu Reino, accuérdate de mí”.

Y Jesús le responde:

“Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Lecturas del Domingo: Noviembre 13, 2016 – ¿Cuándo vienes, Señor?

fin de los tiempos

¿Cuándo es que vuelve Jesús? Y, ¿de qué forma vendrá, con cuál mensaje?, ¿A quiénes favorecerá y a quiénes les irá mal?

Las lecturas de hoy tienen un mensaje apocalíptico, del final de los tiempos. El profeta Malaquías nos dice en la primera lectura que “Ya viene el día del Señor, ardiente como un horno, y todos los soberbios y malvados serán como la paja”.

Luego, en la segunda lectura, Pablo habla un poco de sí. Ya sabemos cómo le gusta al apóstol ser un poquito presumido de sus habilidades y sacrificios, pero esta vez agrega un mensaje un poco más fuerte:

“El que no quiera trabajar, que no coma. Ahora vengo a saber que algunos de ustedes viven como holgazanes, sin hacer nada, y además, entrometiéndose en todo. Les suplicamos a esos tales, y les ordenamos, de parte de nuestro Señor Jesús, que se pongan a trabajar en paz para ganarse con sus propias manos la comida”.

Así que ya tenemos algunas claves de lo que NO debemos ser para poder salvarnos:

  • Nada de malvados.
  • Nada de soberbios.
  • Nada de holgazanes ni metiches.

Pero, ¿cómo saber que Jesús está por venir? En el Evangelio, nuestro Señor nos dice que:

“Se levantará una nación contra la otra, y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes guerras, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles”.

Pero eso no será lo peor. Jesús habla de persecuciones contra todos los Crisitianos, los que sigan su palabra:

“Los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Con esto darán testimonio de mí”.

Y lo importante es mantenerse. Ni siquiera es necesario prepararse para saber qué decir, pues:

“Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes”.

Traiciones, guerras, odio. Pero siempre el mensaje de esperanza para los más fuertes:

“Sin embargo, no caerá ningún cabello de la cabeza de ustedes. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”.

Lecturas del Domingo: Noviembre 6, 2016 – Dios es un Dios de vivos

Siete hermanos
La lección de los siete hermanos

Esta es una semana del perfecto número siete. La primera lectura, del libro de los Macabeos, nos narra la terrible historia de siete hermanos que fueron matados uno a uno frente a su madre –y después ella misma muere– en manos del rey Antíoco Epifanes, quien estaba enfurecido con ellos porque se negaban a comer carne de cerdo.

Recordemos que, en la antigua Ley de Moisés, está escrito que comer carne de animales con pezuñas es impuro.

Los muchachos y su madre ofendieron al rey al negarse a comer ese tipo de alimento y por eso fueron tratados de manera tan salvaje. Pero, nunca sucumbieron y obedecieron la Ley hasta el final.

Sin duda, ellos son de los primeros mártires, ejemplos de poner a Dios sobre todas las cosas, incluso sobre el dolor y la muerte.

Evangelio: siete hermanos para una viuda

Los saduceos, judios descendiente del juez Zadok en tiempos de Salomón, son rivales de los fariseos y se presentan a si mismos como los conocedores de la Ley. Caifás, el sumo sacerdote que enjuició a Jesús, era saduceo.

En fin, para poner a prueba a Nuestro Señor, le platican la historia de siete hermanos, el mayor de los cuales se casó pero no tuvo hijos. Los otros seis fueron tomando a la viuda en sucesión pero tampoco tuvieron descendencia y murieron.

¡Pobre viuda! ¡Qué aguante!

Finalmente, murio la viuda. ¿Con cuál de los hermanos será esposa la mujer, si estuvo casada con los siete?

La respuesta de Jesús me la interpretó una amiga hace muchos años: “En el cielo seremos como luces, y no será necesario formar parte de familias, ni padres, ni madres, ni hijos, ni esposos. Seremos luces flotando alrededor de Dios”.

Jesús les responde: “En la vida futura, los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos, no se casarán ni podrán ya morir, porque serán como ángeles e hijos de Dios, pues Él los habrá resucitado”.
Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para Él todos viven”

Lecturas del Domingo: Octubre 30, 2016 – Todo es bueno viniendo de Dios

Zaqueo
Zaqueo, por Gunnar Bach Pedersen – Own work (Own photo)(Randers Museum of Art, Randers, Denmark), Public Domain, Link

Todo lo que viene de Nuestro Señor es bueno, así lo dice el Libro de la Sabiduría en la primera lectura de hoy.

“Porque tú amas todo cuanto existe, y no aborreces nada de lo que has hecho; pues si hubieras aborrecido alguna cosa, no la habrías creado”

Esto no lleva al Evangelio de hoy, cuando conocemos a Zaqueo. Este es un hombre que es jefe de los publicanos –en el artículo anterior hablábamos de que lo publicanos son los recaudadores de impuestos del imperio romano sobre los pueblos oprimidos. Los publicanos son odiados, pues son corruptos y déspotas– y aparte muy rico, posiblemente por todos las triquiñuelas que ha hecho en su vida.

Pero Zaqueo quiere ver a Jesús. Ha escuchado mucho de Él y quiere conocerlo. Está buscando la verdad, tal vez por curiosidad o sinceramente por necesidad de salvarse. Pero su pequeña estatura y el odio que le tiene el pueblo le impiden acercarse a Jesús.

A pesar de todas las dificultades, Zaqueo se las ingenia y se sube a un árbol cuando ve pasar a nuestro Señor. Cuando busques la verdad, cuando busques la luz, te encontrarás con muchas dificultades. Zaqueo fácilemente puede darse por vencido y retirarse a sus lujos y vida despreocupada. Pero no lo hace. Al contrario, se esfuerza y hace lo imposible por poder ver a Jesús.

Nuestro Señor se dirige a él y le dice que se baje, pues hoy cenará en su casa. La oración y esfuerzo de Zaqueo son recompensados.

Ya estando en la cena, el publicano le dice a Jesús:

“Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien le restituiré cuatro veces mas”. Jesús le contesta: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”.

Todo lo que hace Dios, todo lo que viene de Él, es bueno, aunque parezca malo o inservible.

 

Lecturas del Domingo: Octubre 23, 2016 – No te lleves de las apariencias

Fariseo y Publicano en el templo
Fariseo y Publicano en el templo

¡Ah, el gran pecado de la soberbia! Muchos piensan que, si podemos resumir la Ley de Dios en un solo mandamiento (Amarás a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a tí mismo), también podemos resumir todos los pecados en uno solo: la soberbia.

Yo soy mejor que todos, por eso no me dejo. ¿Por qué voy a dejar que aquel me vea feo? ¡A mí no me hace nadie eso! ¿Por qué Fulana se ve mejor que yo? ¡Yo no me dejo y me voy a hacer una lipo! ¿Por qué ese tipo trae el último modelo de teléfono? ¡Yo me lo merezco! Por eso ahora se le robaré” — Y muchos ejemplos más por el estilo.

Dice el libro del Eclesiástico –el libro que nos da los consejos que agradan a Dios– “Quien sirve a Dios con todo su corazón es oído y su plegaria llega hasta el cielo. La oración del humilde atraviesa las nubes, y mientras él no obtiene lo que pide, permanece sin descanso y no desiste, hasta que el Altísimo lo atiende y el justo juez le hace justicia.”

Parábola del Fariseo y el Publicano

El Evangelio de San Lucas nos presenta la parábola del fariseo y del publicano. ¿Quiénes son estos dos tipos? Los fariseos son estudiosos de la ley, se la saben al 100% y constantemente viven reprendiendo a los demas, corrigiéndolos según sus interpretaciones. Creen que por saber de memoria todos los libros sagrados están salvados… son soberbios y miran a todos por encima del hombro.

Los publicanos son recolectores de impuestos que trabajan para el gobierno Romano –el cual tiene invadida la tierra santa. La gente los odia y los considera impuros, traidores.

Pues bien, ambos personajes van al templo y el fariseo se la pasa diciendo: “Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como ese publicano. ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de mis ganancias”.

¡Si duda este tipo ha de tener muchos amigos! ¡No cabe ni en si mismo de tanta soberbia!

El publicano, en cambio, ni se atreve a levantar los ojos al cielo y con mucho dolor dice “Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador”.

Y termina diciendo Jesús: “Pues bien, yo les aseguro que éste –publicano– bajó a su casa justificado, y aquél –fariseo– no; porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.

 

Lecturas del Domingo: Octubre 16, 2016 – El Poder de la Oración

La viuda y el juez
La Viuda y el Juez por Anonymous artists from New York hired by Pacific Press Publishing Company expressly to illustrate this book (page 8) – Christ’s Object Lessons by Ellen Gould Harmon White, page 167 https://archive.org/details/christsobjectles00whitrich, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=50789840

Hoy conoceremos el poder de la oración y el sacrificio a Dios. Enla primera lectura escuchamos cómo los Israelitas están a punto de enfrentarse al gran ejército amalecita, el cual en ese tiempo era considerado el más poderoso del mundo.

Pero todo está desproporcionado, por 5 mil amalecitas hay un Israelita, así que es bien fácil pensar que cualquiera se hubiera dado por vencido rápidamente.

¿No es lo mismo que nos pasa a nosotros?, ¿Qué sucede cuando nos dicen que ese mal que tenemos casi no tiene probabilidades para desaparecer?, ¿Qué hacemos cuando estamos a punto de perder el trabajo y las posibilidades de encontrar otro son mínimas?

Pues bien, los Israelitas –y nosotros– tienen a Moisés, quien le dice a Josué que tome a su ejército y vaya a enfrentar al enemigo. Él, por su parte, se irá a un monte a orar a Dios por la victoria.

Mientras Josué peleaba, Moisés oraba y mantenia en alto los brazos, lo que hacie que Israel dominara. Cada vez que Mosiés bajaba los brazos –obviamente por cansancio– los amalecitas dominaban la batalla.

Aarón y Jur estaban con Moisés, entre los dos lo ayudaron a mantener los brazos arriba, aunque estuviera muriéndose del dolor, los calambres, y el esfuerzo. Así, Josué pudo terminar la batalla… y acabó con los amalecitas.

Así debe ser tu oración: sin desfallecer. Cuando enfrentes al enemigo, a la enfermedad, a la injusticia, tu arma es la oración, pero también NO debes renunciar al apoyo de otros, pues en nuestra condición humana, sómos débiles y necesitamos a los demás.

Ora, ora, ora. Y la respuesta te llegará. No deseches el apoyo de otros: familia, congregación, la medicina, los doctores, etc. Todos son parte de la misma respuesta.

El Juez Malo

Y para terminar, Jesús nos recuerda cómo la oración insistente produce resultados. La parábola del juez injusto nos presenta a un malvado juez, “que no teme a Dios ni a los hombres”. Esta descripción la usa Jesús para darnos a entender que el tipo es un verdadero malo.

Una viuda le ruega todos los dias que le haga justicia (no sabemos porqué, sólo sabemos que le está yendo mal y que clama por ayuda). En esos tiempos, las viudas son despreciadas por la sociedad. En verdad son ceros a la izquierda, pues no pueden votar, ni tienen peso político. Muchas veces son dejadas a su suerte, sin comida ni sustento y la mayoría que no tiene familia simplemente morían.

Jesús nos pone los elementos más extremos: el juez malo pero poderos, y la viuda impotente, que no tiene otro recurso mas que insistirle, insistirle, e insistirle por justicia.

Otra vez tenemos: ¡oración, oración, y oración!

El hombre, harto ya de tanto ruego de la pobre viuda, decide hacerle justicia, no porque se le haya ablandado el corazón, ¡Sino para que ya lo deje en paz!

Y termina diciendo nuestro Señor:

“Si así pensaba el juez injusto, ¿creen ustedes acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar.”