Primero que nada, ¿qué es Epifanía? Se trata de un acontecimiento religioso de gran importancia, y en el caso de nuestra fé católica-cristiana, es uno de los momentos en que Jesús se hace presente, se vuelve parte de nuestra condición humana.
Hoy celebramos la primera Epifanía de Jesús: su nacimiento. El evangelio nos narra cómo unos magos de oriente –a los cuales la tradición les ha dado los nombres de Melchor, Gaspar y Baltazar y que incluso les ha asignado caballo, dromedario y hasta un elefante– vinieron a ofrecer a Jesús recién nacido oro, incienso y mirra.
También escuchamos que los magos fueron orientados gracias a una estrella en el cielo que los iba guiando.
En la primera lectura, Elías –el más grande profeta del pueblo Judío– profetiza este momento con respecto a la ciudad de Jerusalén:
“Caminarán los pueblos a tu luz, y los reyes, al resplandor de tu aurora. Levanta tu ojos mira alrededor: todos se reúnen y vienen a ti. “Vendrán todos los de Sabá, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor”.
Y esto es casi 800 años antes del nacimiento de Jesús.
El nacimiento de Jesús no está libre de predicamentos, pues al mismo tiempo se está gestando otro acontecimiento de terribles consecuencias: al enterarse Herodes, el prefecto de Judea, tuvo miedo pues el conocía de la profecía de Elías y pensaba que este líder acabaría con su poder.
¿Qué podía hacer el viejo? Pues la solución más fácil: matar a todos los niños menores de tres años. Esto es un evento que sucedió, pues está registrado en la historia, pero no relacionado directamente con Jesús.
Y estos pequeñines, primeros mártires por Cristo, no fueron olvidados. Son recordados en el Día de los Inocentes.
En este día, el último del año, tenemos a María, José y Jesús como el modelo a seguir para todas las familias futuras: María aceptó, José creyó, y Jesús fue la Palabra.
Pero, no se trata de aceptar sin pensar, creer a ciegas, o simplemente hablar por hablar. Se acepta por convicción, se cree con el corazón, y la palabra no es nada sin acción. Y la Sagrada Familia es el mejor ejemplo de todas estas afirmaciones, pues cuando María se convirtió en la “esclava del Señor”, lo hizo sabiendo de corazón que no iba a ser algo sencillo. José sufrió, sin duda, fuertes dolores de confianza al enterarse que su esposa sería madre, sin siquiera haber tenido contacto con ella.
Finalmente, Jesús, no sólo predicó, sino que nos trajo la salvación pasando las pruebas más fuertes, más dolorosas, y al final dio su vida por todos nosotros.
¡Jesús ha nacido, ya está en el pesebre y en nuestros corazones! Y hoy, como hace más de 2000 años, celebramos su nacimiento. El redentor está aquí, entre nosotros, y nos traerá la salvación y la vida eterna.
Esta noche es nochebuena, y por casualidad es también el último domingo de adviento. Jesús todavía no nace, no está en el pesebre, pero ya se siente. Sólo unas cuantas horas…
Hoy es el segundo domingo de adviento, y es el día dedicado a San Juan Bautista.
Recordemos que San Juan es el hijo de Isabel, la prima de María la Madre de Jesús, que se enteró de su embarazo cuando María fue a visitarla.
En el momento en que María entró en la casa de su prima, el bebé de Isabel brincó de alegría.
“Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre”, es la frase que Isabel pronunció y que nosotros recordamos en el rosario.
Isabel dio a luz a San Juan Bautista tres meses después. Poco se sabe después de lo que pasó a San Juan niño y adolescente, y no es hasta varios años después que es descrito como “el mensajero”, el que antecede a Jesús.
San Juan Bautista es también considerado el último profeta de las sagradas escrituras. Después de él, no hay otro profeta más.
Vivía de la forma más humilde en el desierto. Se alimentaba de saltamontes y miel silvestre y usaba un vestido hecho con piel de camello, ceñido con un cinturón de cuero; una descripción muy gráfica que es presentada en el Evangelio de san Marcos.
Previo a la vida pública de Jesús, Juan proclamaba la palabra, pedía al pueblo alejarse de las malas obras, predicaba un bautismo de arrepentimiento bañando a la gente en el rio Jordán, y hasta escuchaba confesiones de la gente que acudía a él.
Poco a poco, comenzó a tener un grupo cada vez mayor de seguidores, muchos de los cuales comenzaron a preguntarse si era él el esperado Mesías.
Pero Juan, en su humildad, sabe que él no es el Mesías, y frecuentemente se los hace saber a su discípulos:
“Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de las sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”.
Corona de Adviento, por Micha L. Rieser – Own work by uploader (wreath and picture), CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5331008
El día de hoy es el Primer Domingo de Adviento el cual marca el inicio del año litúrgico para la mayoría de las iglesias cristianas de occidente, especialmente para la Católica.
De acuerdo a la tradición Judía-cristiana, el mundo tuvo primera noción de la venida del mesías ¡cuatro mil años antes del nacimiento de Jesús! Esa es una de las razones por las que hoy iniciamos prendiendo una corona con cuatro grandes velas, cada una representando 1000 años antes de la llegada de Dios a este mundo. En las próximas semana prenderemos el resto de las velas.
Adviento quiere decir preparación, pues estamos esperando la venida del Señor, la cual celebraremos en la Navidad. Este es un tiempo de recogimiento, de meditación, pues vamos a recibir a un visitante en nuestros corazones. La pregunta es, ¿Qué tipo de hospedaje le vamos a dar?, Acaso, ¿una pocilga, lleno de maldad, mentira y suciedad?; ¿O tal vez un lugar frio, donde sólo impera el interés por el dinero y las cosas materiales?
El Evangelio nos dice hoy:
“Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como el hombre que se va de viaje, deja su casa y encimienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a qué hora va a llegar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo, o a la madrugada. No vaya a suceder que llegue de repente, y los halle durmiendo. “Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta”.
Hoy es el último Domingo del tiempo ordinario en el calendario de la Iglesia Católica, y esta semana terminamos el año litúrgico. Este día celebramos a Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. La próxima semana comienza el tiempo de adviento, que quiere decir preparación. y, ¿para qué nos preparamos? pues para la llegada del mesías, el nacimiento del Salvador, el nacimiento de Jesús.
En las lecturas de hoy, escuchamos que el profeta Ezequiel hace mención a los rebaños de ovejas y de cómo el pastor es el líder que las cuida y vela por ellas. Así mismo, Jesús nos dice en el Evangelio de hoy, hablándole a los discípulos:
“Cuando venga el Hijo del Hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante Él todas las naciones, y Él apartará los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha, y a los cabritos a su izquierda”.
Hasta aquí, es la imagen que siempre hemos tenido de los buenos a un lado y los malos al otro. Sin embargo, pongamos atención que originalmente Jesús está hablando de Él mismo (el Hijo del Hombre), pero ahora cambiará a tercera persona:
“Entonces dirá el rey a los de su derecha: ´Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo´”.
Ahora, Jesús explicará cómo es que se ha hecho la selección de buenos y malos. A través de una lista de acciones:
“Porque estuve hambriento, y me dieron de comer. Sediento, y me dieron de beber. Era forastero, y me hospedaron. Estuve desnudo, y me vistieron. Enfermo, y me visitaron. Encarcelado y fueron a verme.”
“Los justos le contestaron entonces: ´Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento y tedimos de comer? ¿Sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos? ¿O desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vismos enfermo? ¿O encarcelado, y te fueimos a ver?´ Y el rey les dirá: ´Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron?”
¿Cuál es la clave de la enseñanza de Jesús? Se trata de la misericordia, la ayuda y compasión por los demás que no se queda sólo en buena intención.
Y, ¿qué hay para los otros, los de la izquierda? Jesús les da este mensaje:
“¡Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles.”
Y volverá a presentar la lista anterior, pero en forma negativa:
“Porque estuve hambriento, y NO me dieron de comer. Sediento, y NO me dieron de beber. Era forastero, y NO me hospedaron. Estuve desnudo, y NO me vistieron. Enfermo, y NO me visitaron. Encarcelado y NO fueron a verme.”
Obviamente, esperamos los acusados reaccionarán ofendidos ¡Cuándo pasó todo eso!. Jesús les responderá:
“Yo les aseguro que cuando NO lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo. Entoncés irán estos al castigo eterno y los justos, a la vida eterna”.
Parábola de los talentos, por Unknown – A Woodcut from Historiae celebriores Veteris Testamenti Iconibus representatae, taken from http://www.textweek.com/art/parables.htm, Public Domain, Link. Al fondo se aprecia el siervo malo y perezoso escondiendo su talento en un hoyo en la tierra.
Este es el último domingo del año litúrgico que tenemos una lectura en secuencia de acontecimientos. La próxima semana es el Día de Nuestro Señor Jesucristo y el Evangelio será el del mensaje de esperanza.
Pero hoy, terminamos con dos lecturas especiales, reveladoras acerca de lo que tenemos que hacer para alcanzar la vida eterna.
Primeo, San Pablo nos dice que:
“El día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando la gente esté diciendo, ´¡Qué paz y qué seguridad tenemos!´, de repente vendrá sobre ellos la catástrofe, como de repente le vienen a la mujer encinta los dolores del parto, y no podrán escapar.
“Pero a ustedes, hermanos, ese día no los tomará por sorpresa, como un ladrón, porque ustedes no viven en las tinieblas, sino que son hijos de la luz y del día, no de la noche y de las tinieblas.
“Por lo tanto, no vivamos dormidos, como los malos; antes bien, mantengámonos despiertos y vivamos sobriamente”.
La otra lectura, es –personalmente—una de mis favoritas; de hecho, es la que ha formado parte de mi vida por muchos años y en cierta forma ha sido mi gran guía: La parábola de los talentos.
“El Reino de los Cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco talentos; a otro dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue”.
Primero, un poco de contexto: Un talento, en tiempo de Jesús, era el equivalente en peso de una persona en oro, o en plata. Sin duda, un talento es muchísimo dinero, o más bien, valor. Hoy en día, talento es una habilidad o una especialidad intelectual, que es de cada uno. Todos nacemos con nuestros talentos: hablamos idiomas, tenemos elocuencia para hablar en público, somos buenos en matemáticas, o en finanzas, etc.
Segundo, algo muy importante estamos escuchando: El señor dio cinco, dos y un talento, cada uno según su capacidad. Entendamos que Dios nunca nos pedirá más de lo que podemos dar o aguantar; trátese de riquezas o trátese de dolor.
“El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió un talento hizo un hoyo en la tierra, y ahí escondió el dinero de su señor”.
No nos perdamos. Esta parábola no se trata de hacer dinero, sino de reconocer nuestros talentos. Pero, más importante, es saber qué es lo que debemos hacer con ellos. El que recibió cinco fue muy astuto y los invirtió doblando su cantidad. Y lo mismo hizo el de los dos talentos, aunque pocos supo sacarles provecho. Pero el último, tuvo miedo –de la responsabilidad, de hacer el ridículo– y lo puso en un hoyo.
“Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: ´Señor, cinco talentos me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado´. Su señor le dijo: ´Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en las cosas de poco valor te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor.
“Se acercó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: ´Señor, dos talentos me dejaste; aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado´. Su señor le dijo: ´Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en las cosas de poco valor te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor”.
¿De qué se trata esto? Dios nos ha dado talentos individuales a cada uno. Estos no dependen de nuestros padres, o amigos, o de las relaciones que tenemos. Estos talentos son innatos, que nadie nos dio y nadie nos puede quitar más que Dios.
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y le dijo: ´Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo´. El señor le respondió: ´Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no he plantado y que recojo lo que no he sembrado, ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco para que, a mi regreso, lo recibiera yo con intereses? Quítenle su talento y dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco se le quitará aun ese poco que tiene”.
¿Qué estamos haciendo con nuestros talentos? Lo que Dios nos pide es bien claro: usémoslos no para construir riqueza y soberbia. No, su primer uso es para alabar a Dios. Todos los días en tu trabajo, dale gracias a Dios porque puedes hacerlo. ¿Lograste hacer algo bien? ¿Tuviste un éxito? Ofrece a Dios ese logro. Un “Gracias a Dios” es de gran agrado para nuestro Señor.
Segundo, haz con ese talento obras buenas. Ayuda a los demás. Esparce la palabra de Dios. Atiende a esos enfermos pobres que no tiene con qué pagar una consulta. Ayuda a tus compañeros de clase que no entienden un problema, lucha contra las injusticias, ayuda a los animalitos.
Pero no eches en un hoyo tu talento, pues el resultado –nos termina diciendo Jesús—es:
“Y a este hombre inútil, échenlo afuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación”.
Decíamos anteriormente que es importante aprender a rezar, pues es una comunicación directa con Dios, pero que a lo largo de nuestras vidas hemos convertido en una repetición sin sentido, pues a veces no sabemos lo que decimos.
¿Y cómo vamos a saber de lo que estamos hablando? Pues hay que ir analizando parte por parte. Lo bueno es que esto se hace una vez, y después se convierte en algo simple.
El caso de hoy se refiere a El Padre Nuestro, la cual es la oración que el mismísimo Jesús nos dejó. Es la única que sale directamente de su palabra, y está diseñada para alabar y pedir a Dios.
Yo soy una persona gráfica, que entiende mejor las cosas con imágenes,fotografías, o dibujos. Así que yo aprendí a entender la oración con este método que te voy a dar:
“Padre Nuestro, que estás en los cielos”
Lo primero que pienso es el cielo con una gran luz. En el cielo está Dios y la luz lo representa a Él.
“Santificado sea tu nombre”
Mi impresión es de una imagen que ví cuando era niño, de unos israelitas cargando el Arca de la Alianza, pero iban alabando a Dios en el camino, con cantos e incienso.
“Venga a nosotros tu reino”
¿Cómo sería el reino de Dios si estuviera aquí mismo con nosotros? Para mí, sería con armonía y paz. Lo que se me viene a la mente es una imagen del programa de televisión “Los Simpsons” en el que el abogado Lionel Hutz se imagina un mundo sin abogados. ¡Recuerda! No se trata de si “Los Simpson” tienen buena o mala reputación, ¡es lo que te haga recordar la imagen visual!
“Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”
Para mi esto tiene un gran significado. La imagen de una persona desolada, de rodillas, aceptando la voluntad de Dios de manera incondicional… por la muerte de un ser querido, la ruptura sentimental, o cualquier pérdida muy grande por la que todos hemos pasado alguna vez.
“Danos hoy nuestro pan de cada día”
Me imagino panes, especialmente los baguette franceses. Pero cada pan representa algo: salud, bienestar, amor, trabajo, etc. según las necesidades de cada quien.
“Perdona nuestras ofensas, como también perdonamos a los que nos ofenden”
Cuando perdonamos de corazón, tenemos la gracia de Dios. La imagen de Jesús abrazándonos es de un gran comfort y alivio.
“No nos dejes caer en tentación”
¿Por dónde entran las tentaciones? ¡Por los ojos! La imagen que me hace reflexionar es la de un tipo al que se le salen los ojos como en las caricaturas. Eso es lo que debo evitar.
“Y líbranos del mal”.
¿Recuerdan al coyote de las caricaturas del correcaminos? ¿Y recuerdan cómo le caían yunques en la cabeza? Pues para mí, el yunque representa el mal, y yo soy el coyote. La mano de Dios llega en el momento justo para detener la caída del monolito (el mal) sobre mí.
Trata de hacer analogías con imágenes que representen estas ideas y verás que cuando reces, esas imágenes te traerán significado a lo que estas diciendo, a lo que estás rezando.
Se le llama la parábola de las jóvenes esposas, parábola de las mujeres previsoras, parábola de las diez vírgenes, o parábola de las diez jóvenes.
“El Reino de los Cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró un sueño a todas y se durmieron”.
Recordemos que en ese entonces, un rey o persona súmamente rica, podía tener muchas esposas.
Las jóvenes somos todos nosotros: descuidados y previsores, buenos y malos. La llegada del esposo es la venida del reino de Dios. La lámpara es tu alma. El aceite es tu Fé, nutrida por la Palabra. Tu puedes tener lo que te dieron originalmente en el bautizo, la primera comunión y la confirmación, pero si no lo alimentas tu fé, pues sólo tienes la mitad.
“Les entró un sueño y se durmieron”. Tristemente, esto se refiere a la muerte.
“A medianoche se oyó un grito: ´¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!´ Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ´Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando´. Las previsoras les contestaron: ´No, porque no va a alcanzar para ustedes y nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo´”.
“A medianoche” quiere decir que ha pasado un tiempo. Como al principio hablábamos de la muerte (les entró un sueño) este período de tiempo se refiere al paso que todos tenemos igual que Jesús de los tres días antes de la resurrección.
´¡Ya viene el esposo!´ es nuestro juicio al que vamos a ponernos de frente a Dios. Cuando la lectura dice “se levantaron“, ya te imaginarás que habla de nuestra propia resurrección. Pero frente a Dios, si estamos preparados, tendremos suficiente valor en nuestra alma, y eso no se puede compartir. Es algo personal.
“Mientras aquellas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ´Señor, señor, ábrenos´. Pero él les respondió: Ýo les aseguro que no las conozco´”.
El banquete de bodas es entrar el Reino de Dios. Si no te preparaste, si no tienen la dignidad de Dios, por más que toque la puerta no se te abrirá.
Jesús termina diciéndonos a todos:
“Estén, pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora”.
Dios, ciencia, espíritu, tecnología, naturaleza, fé