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Lecturas del Domingo: Agosto 27, 2017 – “¿Quién dices tu que soy Yo”

Imagen de Cristo y Pedro
Cristo y Pedro, por Pietro Peruginohttp://it.wikipedia.org/wiki/Immagine:Gesupietrochiave.jpg, Public Domain, Link

Hoy es un día en que escuchamos acerca del nacimiento de sacerdocio junto el establecimiento de la organización que es la Iglesia. Y este suceso viene acompañado por una justificación establecida casi 800 años antes.

En la primera lectura, es el profeta Isaías que nos habla de cómo Sebná, el mayordomo del palacio, será echado de su puesto y destituido de su cargo. Recordemos que “el palacio” es el del trono de los reyes de Israel.

Isaías tenía mucha influencia en el palacio, y es sabido por todos que Sebná se ha aprovechado de su posición para cosas personales. Pero su tiempo ha terminado e Isaías ha recibido la misión de ungir a un nuevo mayordomo: Eleacín.

Eleacín es uno de esos personajes que no escucharemos muy frecuentemente en las escrituras, pero el mensaje que el profeta nos da servirá de ejemplo para una de las bases más importantes de nuestra Iglesia. Dice Elías de Eleacín:

“Pondré la llave del Palacio de David sobre su hombro. Lo que él abra, nadie lo cerrará; lo que él cierre, nadie lo abrirá. Lo fijaré como un clavo en muro firme y será un trono de gloria para la casa de su padre”.

Al ser ungido en tan alta posición, Elías menciona que “le vestiré tu túnica (de Sebná), le ceñiré tu banda, y le traspasaré tus poderes”. ¿Te parece conocida esta descripción? Pues es nada más y nada menos que la de los actuales sacerdotes:

Túnica y banda sacerdotal. Una banda –que parece un cinturón– ciñe la túnica.

Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia

El relato anterior tiene mucha relación con el evangelio de hoy, el cual marca la investidura de los sacerdotes y el establecimiento de la cabeza de la Iglesia.

Primero, Mateo nos habla de que Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo. ¿Por qué se toma la molestia el apóstol de mencionar la ciudad? La respuesta es para dar un contexto histórico de que este es un evento verídico, que ocurrió en esta ciudad, la cual fue fundada por Herodes Filipo, hijo de Herodes el Grande. De esta forma se puede confirmar el tiempo y lugar del hecho.

Jesús pregunta a sus apóstoles: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? Ellos le dicen que Juan el Bautista, otros que Elías –aquí empieza la relación con la primera lectura–, otros que Jeremías, o que alguno de lo profetas.

Ni ellos mismo se atreven a decir lo que en su corazón arde, hasta que Simón le dice:

“Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios Vivo”

Este es el último momento de Simón, el pescador. Pues Jesús le dice:

“¡Dichoso tú Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti, que tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la Tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la Tierra, quedará desatado en el cielo”.

Así, Simón el Pescador desaparece y nace Pedro el apóstol. Las palabras de Pedro son sinceras, le han salido de su corazón y su mente. Él está convencido de que Jesús es el verdadero Hijo de Dios, y es primero de los doce en confesarlo.

Pedro no es perfecto, pues es humano, y muchas veces Jesús lo regañará suavemente. Sabemos que Pedro traicionará también la confianza de Jesús. Pero Pedro es hombre, con la misma naturaleza que tú y que yo. Es nuestro consuelo que, una de los más humildes personas ha llegado a tan alta posición. Eso quiere decir que todos lo podemos lograr.

Jesús ha establecido una sola Iglesia. En sucesión y por imposición de las manos se irá pasando esta investidura de Pedro a otros y así llegar hasta el día de hoy con el Papa y todos los sacerdotes de nuestra Iglesia.

(La imagen nos muestra la ceremonia de imposición de manos sobre nuevos sacerdotes. Este es un rito que viene desde Pedro hasta nuestros dias).

 

La pregunta es: Y tú, ¿quién dices que es Jesús?

Lecturas del Domingo: Agosto 20, 2017 – “Mi templo será casa de oración para todos los pueblos”

 

Las tres principales lecturas del día de hoy comparten el mensaje universal de Jesús: La salvación no sólo es para el pueblo judío, sino para todos los pueblos.

El profeta Isaías, en la primera lectura, dice que:

“Velen por los derechos de los demás, practiquen la justicia, porque mi salvación está a punto de llegar y mi justicia a punto de manifestarse. A los extranjeros que se han adherido al Señor para servirlo, amarlo y darle culto, los conduciré al monte santo, y los llenaré de alegría en mi casa de oración… porque mi templo será la casa de oración para todos los pueblos“.

Luego, Pablo en la segunda lectura nos trae un párrafo un poco confuso:

“Hermanos: tengo algo que decirles a ustedes, los que no son judíos… Dios no se arrepiente de sus dones ni de su elección. Así como ustedes antes eran rebeldes contra Dios, y ahora han alcanzado la misericordia con ocasión de la rebeldía de los judíos, en la misma forma, los judíos, que ahora son los rebeldes y que fueron la ocasión de que ustedes alcanzaran la misericordia de Dios, también ellos la alcanzarán”.

En breve podríamos decir que los judíos, como pueblo elegido inicialmente, se rebelaban constantemente contra Dios, al grado que por su rebelión dieron cabida a los más, los que sólo estaban de espectadores, o sea los demás pueblos del mundo.

Pero luego viene una de las más profundas narraciones del Evangelio, una que marca el inicio del mensaje de que Dios es para todos: Resulta que Jesús, en sus predicaciones iba con los apóstoles por un camino, cuando de repente una mujer de Cananea le empieza a gritar desde atrás del grupo, implorándole que le libere a su hija de la posesión de un demonio.

Pero Jesús no le hace caso.

He aquí varios puntos para analizar:

  • Las mujeres del medio Oriente en ese entonces –y todavía en nuestros días en algunas de sus regiones– tienen prohibido dirigirse a hombres que no sean sus padres, hermanos o esposos.
  • Los habitantes de Cananea tienen mucho resentimiento contra los judíos, pues por cientos de años los han considerados como “invasores“. Y dicho resentimiento es mutuo.

Así pues, esta mujer rompe con dos tradiciones y se dirige a Jesús, quien siendo judío está justificado para no atender a los cananeos. Obviamente, no será el caso.

La mujer sigue gritando e implorando, al grado de que los apóstoles le dicen a Jesús que la atienda, ¡para que ya se calle!

Jesús se detiene y la mujer le dice:

“Señor, ayúdame”

El significado de esta sencilla sentencia es: Oremos, oremos, oremos. No dejemos de orar a Dios en nuestras necesidades. El nos oirá, ¡aunque sea solamente para que nos callemos!

Jesús le dice a la mujer:

“No está bien quitarle el pan a los hijos para echárselo a los perritos”

Este pasaje en estos días es sumamente suave, yo recuerdo en mi niñez haberlo escuchado más terrible, ¡usando la palabra “perros”! Pero la idea es clara: Jesús está poniendo la antesala para dar la lección de que la salvación (el pan) no sólo es para los judíos (los hijos)… y los perritos somos todos los demás. ¡Vaya que es un dilema difícil de aceptar!

Y la mujer le responde con gran sabiduría:

“Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”

Antes de que muchos se comiencen a sentir ofendidos por esta narración, recordemos que se trata de una conversación entre Jesús y un pueblo que no tiene los conocimientos que tenemos ahora. Ni los valores morales, ni la ventaja de más de 2000 años de estudio bíblico. Las migajas de la salvación y el poder de Dios por sí solas son enteras para todos.

Finalmente, Jesús le dice a la mujer:

“Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas”.

Y en ese mismo instante quedo curada su hija.

Jesús más adelante abrirá toda su salvación para todos en formas más claras. Por ahora, tenemos estas lecturas con un mensaje sencillo pero poderoso. El poder de la oración está al alcance de todos y empieza con algo muy simple:

“Señor, ayúdame”

Lecturas del Domingo: Agosto 13, 2017 – “Tranquilícense y no teman, soy Yo”

“Jesús Caminando Sobre el Mar”, por Amédée Varinhttp://www.culture.gouv.fr/GOUPIL/IMAGES/101_Christ_sur_eau.jpg (Gravures et eaux fortes), Public Domain, Link

En la primera lectura, escuchamos cómo Elías –considerado el más grande profeta del mundo Judío– recibe un llamado de Dios a salir de una cueva en la que se encontraba.

“Sal de la cueva y quédate en el monte para ver al Señor, porque el Señor va a pasar”.

Antes de salir, y al acercarse el Señor, ocurrieron tres fenómenos poderosos:

  • Un viento huracanado que partía las montañas.
  • Un terremoto.
  • Un fuego.

Pero, según la escritura, Dios no estaba en ninguno de esos eventos. Eran la antesala de su llegada.

“Después del fuego se escuchó el murmullo de una brisa suave. Al oírlo, Elías se cubrió el rostro con el manto y salió a la entrada de la cueva”.

Imaginemos a Elías, en una cueva, solo, y viendo y sintiendo todos esos sucesos.  Es fácil pensar que él, como cualquier hombre, experimentó miedo. Igual nos pasa a nosotros: tendremos –o hemos tenido, o estamos teniendo– problemas y tribulaciones, algunos de ellos que nos parecerán insuperables… pero debemos tener fé, debemos creer en Jesús, en Dios, pues al final podremos escuchar el suave murmullo de una brisa que antecede la llegada de Dios en su bondad y alivio de nuestras penas y problemas.

Y el Evangelio nos confirma esta historia.

Ahora tenemos a Jesús mandando a los apóstoles, después del milagro de la multiplicación de los panes, “al otro lado de la orilla del mar de Galilea” mientras Él subía al monte a orar. En ese momento entendemos que Jesús se separa de su grupo y ellos avanzan contra corriente –tal como lo hacemos tú y yo en nuestro día a día. Ellos van en su viaje concentrados sólo en problema del viento en contra.

Jesús se les aparece caminando sobre el mar. Ellos, gritan espantados, pues creen que se trata de un fantasma. Así mismo, cuando Jesús aparece en medio de nuestros problemas y nuestra vida, empezamos a dudar, y hasta a tener miedo. Miedo tal vez de que su Luz me muestre lo malo de mis acciones o lo malo en mi vida.

Pero Jesús les dice: “Tranquilícense y no teman, soy Yo“.

Pedro le dice: “Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua“.

¡Ah, dejaríamos de ser humanos! Tentando a Dios, poniéndole condiciones (“si eres tú“). Y aún así, Jesús le dice “Ven“.

Entonces: “Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua, hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse, y gritó: ‘¡Sálvame, Señor!
Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: ‘Hombre de poca fé, ¿porqué dudaste?'”

Igual nos pasa a muchos de nosotros. Cuando todo empieza a caminar, cuando comenzamos a ver la verdadera luz de nuestra propia salvación, cuando estamos listos para emprender el llamado de Dios en nuestra vida… de repente aparecerán eventos inesperados, aterradores tal vez, que nos harán caer de ese llamado.

¿Debemos dejarnos hundir y no llegar hasta donde está Jesús? ¡No! ¡Clamemos a Jesús con nuestro corazón, nuestra oración, y con sinceridad!

“¡Sálvame, Señor!”

Para así poder sentir Su Mano y Su Sostén. Aunque seamos hombres y mujeres de poca fe.

 

Lecturas del Domingo: Agosto 6, 2017 – La Transfiguración de Jesús

La transfiguración de Jesús
La Transfiguración, por Carl Blochhttp://www.1st-art-gallery.com/Carl-Heinrich-Bloch/The-Transfiguration.html, Public Domain, Link

Las lecturas de hoy tienen mucha relación entre sí, pues nos hablan de la magnífica relación entre Jesús y su Padre.

Primero, Daniel nos habla de una visión que se repetirá más adelante en el Apocalipsis de Juan: Un “anciano de muchos siglos” (Dios) que tiene miles y miles de servidores (ángeles), y millones y millones que estaban a sus órdenes (la Iglesia, o sea todos los que creemos).

Luego, Daniel describe cómo viene una persona –alguien semejante a un hijo de hombre (Jesús en su condición humana)– entre las nubes y recibe del anciano la Soberanía, la Gloria, y el Reino.

Daniel termina su visión del Reino de Dios, y cómo el mismo Padre entrega todo el poder a Jesús, con estas palabras:

“Y todos los pueblos y naciones de todas las lenguas lo servían. Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno, y su reino jamás será destruido”.

Esta primera lectura nos dice que Dios entrega todo el poder a un hombre, sin mencionar su nombre. Y es que Daniel aún no conoce la historia de Jesús, pues su época es de aproximadamente 300 años antes, pero en sus relatos constantemente se mencionan profecías de su llegada.

Pedro nos recuerda de un encuentro especial con Jesús

Dice Pedro en la segunda lectura:

“Dios lo llenó [a Jesús] de gloria y honor, cuando la sublime voz del Padre resonó sobre Él diciendo ´Este es mi hijo amado en quien yo me complazco´. Y nosotros escuchamos esa voz, venida del cielo, mientras estabamos con el señor en el monte santo”.

Pedro habla del evento de la Transfiguración.

La Transfiguración de Jesús

En estos tiempos, es difícil imaginarnos la intensidad de este momento, especialmente cuando tenemos tanto CGI y efectos especiales en las películas de Hollywood que prácticamente ya no nos impresionan. Para poder tener todo en orden, hay que ponerlo en contexto:

“Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con Él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol, y sus ropas se volvieron blancas como la nieve”.

Aquí, hablamos de un evento sobrenatural, en el cual se desafían todas las leyes naturales.

La resplandecencia nos habla de energía, la revelación de lo que en realidad somos y en Jesús lo cofirmamos.  Además, se abre un portal para dar paso a otros dos personajes muy importantes:

“De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús”.

Moisés representa la Ley, y Elías es el Profeta más importante para el pueblo Judío; así pues, los dos vienen a reafirmar la autoridad de Jesús, como diciendo que ellos, dos de las más importantes personas de la religión están a la par de Jesús.

El relato termina así:

“Una nube luminosa los cubrió. y de ella salió una voz que decía: Este es mi Hijo, muy amado, en quien tengo puestas mi complacencias; escúchenlo”.

Conclusión

Las tres lecturas nos han presentado a Jesús, a Dios y al gigantezco momento que Dios nombra a su Hijo como el Predilecto, el Soberano sobre todas las cosas. Tres épocas diferentes, tres relatos de gran contenido. Una sola verdad.

Lecturas del Domingo: Julio 30, 2017 – Parábola del Tesoro Escondido

Parábola del tesoro escondido
Parábola del tesoro escondido, atribuida posiblemente a Rembrand o a Gerard DouTrabajo propio, Yelkrokoyade, 20/07/2011, CC BY-SA 3.0, Link

El Evangelio de hoy termina una serie de relatos de Jesús en parábolas. Durante las últimas tres semanas hemos escuchado cómo Jesús nos ha hablado de que El Reino de Dios no está reservado para los ricos y poderosos, sino para los más humildes.

Tres parábolas nos da hoy Jesús:

“El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, vende cuanto tiene y compra aquel campo.
“El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra”.

Al encontrar la paz de Dios en su llamado y en su palabra, todo lo demás sale sobrando, no tiene importancia. El tesoro y la perla son esa paz… ¡qué no daríamos por alcanzar ese lugar y quedarnos ahí! Bueno, pues si estás dispuesto a dejar todo por Jesús, ¡entonces tienes reservado tu lugar!

Pero hay algo interesante en estas dos narraciones. En los domingo pasados, las narraciones de Jesús estaban orientadas a gente sencilla: pescadores, granjeros, campesinos. Ahora, Jesús nos trae sus enseñanzas con ejemplos de gente de mayor posición económica. El hombre que va y vende todo lo que tiene para comprar un campo, ciertamente tiene que tener posesiones materiales; y no se diga el mercader de perlas. ¿No es esta una contradicción a las lecturas pasadas?

La respuesta es No. Con estas parábolas, Jesús nos manda un mensaje para todos los tiempos: El reino de los cielos es para todos; todos tenemos la oportunidad de llegar a el. La pregunta es, ¿están dispuestos los ricos y poderosos a dejar todo cuanto tienen para alcanzar su propia salvación?

Esta es la última parábola del día.

“También se parece el Reino de los Cielos a la red que los pescadores hechan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en un canasto y tiran los malos.
“Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación”.

Y termina Jesús preguntando a sus discípulos, pero al mismo tiempo a todos nosotros en todos los tiempos: “¿Han entendido esto?“.

 

 

Lecturas del Domingo: Julio 23, 2017 – Parábola de la semilla de mostaza

semilla de mostaza
La semilla del grano de mostaza mide entre uno y dos milímetros, pero cuando crece puede alcanzar los 30 pies de alto (unos 10 metros)

Tenemos varias semanas escuchando cómo Jesús nos habla en parábolas, con la idea de esconder el verdadero significado de las cosas a los ricos y poderosos, y descubrirlo a los humildes y mansos de corazón.

Hoy tenemos varias parábolas similares, destacando la de la semilla de mostaza:

“El reino de los cielos es semejante a la semilla de mostaza que un hombre siembra en un huerto. Ciertamente es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece llega a ser más grande que las hortalizas y se convierte en un arbusto, de manera que los pájaros vienen y hacen su nido en las ramas.”

Y es que es bien interesante que de una semillita que mide sólo uno o dos milímetros, puede darse un arbusto tan grande como de 20 ó 30 pies (hasta diez metros). De igual forma, el sencillo mensaje de Jesús en una región de medio oriente, se convertirá en un árbol gigante de cientos de millones de personas en todo el mundo.

¿Qué hay de la otra historia?

Es cierto que la historia de la semilla de mostaza es muy famosa, pero en el día de hoy también hay otra parábola, tal vez más importante:

“El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la espiga, apareció también la cizaña.
“Entonces los trabajadores fueron a decirle al amo. ‘Señor, ¿qué no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, salió esta cizaña?’ El amo les respondió: ‘De seguro lo hizo un enemigo mío’. Ellos le dijeron: ‘¿Quieres que vayamos a arrancarla? Pero él les contestó: ‘No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha, y cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla; y luego almacenen el trigo en mi granero”.

Partes como la de que los trabajadores le preguntan al amo si quiere que arranque lo malo –cizaña– y la respuesta de que no sea que al arrancarla también se dañe lo bueno… déjenlos crecer juntos…¿Cuántas veces no pedimos a Dios que destruya todo lo malo, sin pensar que también se puede llevar a los buenos? ¡Hasta hace que se ponga la piel de gallina!

En fin, si no has entendido bien todos los detalles, aquí está un resumen de acuerdo a la explicación que da Jesús a sus apóstoles:

  • La buena semilla son los buenos ciudadanos del Reino.
  • El sembrador de la buena semilla es el Hijo del Hombre, Jesús.
  • El campo es el mundo.
  • La cizaña son los partidarios del mal, los malos.
  • El enemigo de amo es el diablo.
  • El tiempo de la cosecha es el fin del mundo.
  • Los segadores son los ángeles.

Y termina Jesús: El que tenga oídos, que oiga.

 

Lecturas del Domingo: Julio 16, 2017 – El sembrador, las semillas y la tierra

Parábola del Sembrador
Representación de la parábola del sembrador, por Sulfababy of en.wiki – Wikipedia en inglés, CC BY 2.5, Enlace

El domingo pasado, las lecturas nos decían que la verdadera sabiduría estaba escondida a los poderosos y a los ricos, y que debíamos ser humildes y mansos de corazón para poderla entender.

Hoy es una ocasión importante, pues la Primera Lectura, el Salmo, y el Evangelio nos narran con con mucha precisión el mismo concepto: la metáfora de las semilla que da fruto en el ambiente correcto, con los elementos precisos y con con el cuidado necesario.

Dice la Primera Lectura, del profeta Isaías:

“Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven para allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, a fin de que dé semilla para sembrar y para comer, así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión”.

Dice el responsorial del Salmo de hoy:

“La semilla cayó en tierra buena y dio fruto”.

Y, finalmente, el Evangelio nos dice que Jesús, al ver a tanta gente que se reunía para escucharlo, tomo una balsa y desde la costa se dirigió a pueblo con esta parábola:

“Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron unos pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero, cuando subió el sol los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron sofocaron a las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno, otros sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga”.

Tomemos en cuenta que, cuando todos estos mensajes se escucharon por primera vez, la genta estaba desconcertada, pues no sabía exactamente a qué se referían Isaías, el rey David, y Jesús con palabras como sembrador, semilla, tierra, etc. Para nosotros, en la actualidad y después de cientos de años de análisis y publicaciones, suponemos que es fácil de entender este mensaje… o al menos eso creemos.

Decifrando el mensaje

Estamos claros que el Sembrador es obviamente Dios, ¿verdad? Y que la semilla es su Palabra, ¿de acuerdo?

Ok, –dicen algunos– yo siempre pensé que el Sembrador es Jesús“, ¡Y están en lo correcto! ¡Porque Jesús y Dios son uno mismo!

Pero, ¿Qué es en sí la Palabra? La Palabra es el mensaje de Dios, es el llamado. Cuando Él te llama a que lo sigas. La Palabra también es el mensaje que ha resonado por miles de años y que lo recibimos todas las semanas en las lecturas dominicales.

Bien, y ¿ahora? El siguiente elemento es La Tierra, donde germinará la Palabra, donde el mensaje de Dios debe comenzar a actuar. ¿Dónde es este lugar? Es nuestro corazón.

Un corazón duro no la dejará germinar. Un corazón temeroso la dejará germinar, pero a la primera prueba se desmoronará. Un corazón bueno será la tierra fértil, donde dará fruto, y la persona comenzará a seguir el mensaje de Dios, La Palabra de Jesús, con sus semejantes, con su país, con su gente, con los animales, con la vida.

Dice Jesús:

“Oirán una y otra vez, y no entenderán; mirarán y volveran a mirar, pero no verán; porque este pueblo ha endurecido su corazón.
“Pero dichosos ustedes , porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oir lo que ustedes oyen, pero no lo oyeron. Escuchen, pues, ustedes lo que significa la parábola del sembrador:
“A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Eso es lo que significan los granos que cayeron en el camino.
“Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero, como es inconsistente, no deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe.
“Lo sembrado entre los espinos representa aquel que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la sofocan y queda sin fruto.
“En cambio, lo sembrado en tierra buena representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto: unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta”

 

 

 

Lecturas del Domingo: Julio 9, 2017 – Jesús nos invita a la humildad

Foto de niños malnutridos en África
Fotografía de Oxfam East AfricaLuli cuida a su malnutrido hijo Aden, en África, CC BY 2.0, Link

Esta semana y la próxima, escucharemos cómo Jesús nos invita a que seamos humildes y sencillos ya que sólo así podremos entender su gracia y seremos merecedores de su infinita misericordia.

“¡Te doy gracias Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias Padre, porque así te ha parecido bien.”

Jesús se refería a los escribas y fariseos, quienes se jactaban de ser los únicos que podían y sabían entender las leyes de Abraham y de Moisés, además de los otros libros de la tradición Judía; pero que eran déspotas, creidos y arrogantes. Posiblemente sabían las escrituras de memoria, pero definitivamente no tenían corazón para interpretarlas.

“Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave, y mi carga ligera”.

Toma mi yugo y lleva mi carga dice Jesús. Si dejamos que Jesús sea como el bravo jinete que sabe el camino a su casa, sin importar todas las dificultades que haya a su paso, entonces debemos entregarnos a Él para que sea quien guie nuestra vida. Confía en Él pues aunque el camino tenga peligros, horrores, y muerte, al final el tiene el control y la sabiduría para llevarnos al encuentro final con Dios.

 

Lecturas del Domingo: Julio 2, 2017 – El que ama a su padre o a su madre más que a mí…

Virgen María, Madre de Jesucristo
“La Virgen en oración”, por Giovanni Battista Salvi da SassoferratoWeb Gallery of Art:   Image  Info about artwork, Public Domain, Link

Dice Jesús en el Evangelio de hoy:

“El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí”

Yo recuerdo que, cuando joven, esta lectura me causaba mucha ansiedad, pues era muy difícil para mí poder decir que mi mamá, quien había hecho cientos de sacrificios por mí durante toda su vida, no era la merecedora de todo mi cariño y amor.

Pensaba que ella, por esta lectura, no debería de recibir nada de amor. Y por eso evitaba leer esta parte de las Sagradas Escrituras.

Pero, con los años y después de cursos y pláticas, he logrado entender lo siguiente: En ningún momento Jesús dice que lo amemos más a Él que a los demás. “El que ama más a…”, es muy diferente a “Deben amarme más…”. Todos los sacrificios de mi mamá o de mis tías, hermanos, amigos, etc. son grandes en naturaleza humana, pero Jesús en su dolor y muerte nos libra de lo peor de todo: el pecado y la muerte. Ya por esta simple razón no debería de haber duda en nuestros corazones de amarlo con todo nuestro corazón.

Pero he aquí algo todavía más confortante. Todos fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, y somos pequeñas ramitas que salimos de Él. Dios es el gran tronco al que nos vamos a unir por completo, y Jesús —junto con el Espíritu Santo— es uno mismo en Dios.

Así que, no te sientas triste en pensar que estás diluyendo tu amor por amar más a Jesús. Eso no ocurre, pues el amor verdadero no se destruye o se va acabando. Tu amor a tu familia, a tus padres, a tus hijos, a todos, es el mismo que va a Dios y a Jesús. No más ni menos.

Lecturas del Domingo: Junio 23, 2017 – “No tengan miedo”

El profeta Jeremías en una pintura de Miguel Angel
Jeremías, por Miguel Angel

Este es el domingo de la confianza en Dios, y uno de los mejores ejemplos de templeza y valor, pero también de flaqueza, es el profeta Jeremías quien vivió alrededor de 600 años antes de Jesús.

Jeremías es conocido como el profeta “que no tenía miedo“, que constantemente criticaba las fallas de los gobernantes, de los sacerdotes y escribas, y del mismo pueblo. Por esta razón tenía muchos apodos como “el llorón”, “el crítico“, y hasta “el profeta del terror“.

Y como resultado, la gente hablaba a sus espaldas. En términos de hoy diríamos que ya lo tenían completamente harto con chismes, murmuraciones, y constantes amenazas. En la primera lectura de hoy, se queja: “Yo oía el cuchicheo de la gente que decía: denunciemos a Jeremías, denunciemos al profeta del terror. Todos los que eran mis amigos espiaban mis pasos, esperaban a que tropezara y me cayera diciendo: si se tropieza y se cae, lo venceremos, y podremos vengarnos de él“.

Cualquier semejanza con hechos de la vida actual es mera coincidencia.

Y es que servir a Dios nunca ha sido una tarea fácil, y como ejemplo tenemos a los cientos de mártires y santos que por servir y llevar la palabra de Dios tuvieron muertes violentas y hasta salvajes.

Pero Jesús viene al rescate de estos pensamientos con un verdad confortante. Nos dice el Hijo de Dios en el Evangelio de hoy:

“No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse, no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno día, y lo que les diga al oído repítanlo en las azoteas.
“No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo”.

Jeremías estuvo a punto de renunciar a su apostolado, pero al final recibió el valor de Dios para seguir adelante. Asi también nosotros, cuando sintamos el miedo a seguir adelante en nuestras vidas, recordemos el valor del profeta y las palabras de Jesús: “No temas; estaré contigo hasta el final de los tiempos“.