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Lecturas del Domingo: Octubre 20, 2019 – El poder de la oración

La viuda y el juez
La Viuda y el Juez por un autor anónimo de New York hired by Pacific Press Publishing Company expressly to illustrate this book (page 8) – Christ’s Object Lessons by Ellen Gould Harmon White, page 167 https://archive.org/details/christsobjectles00whitrich, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=50789840

Decíamos la semana pasada que debemos saber ser agradecidos, y hoy aprenderemos a saber pedir.

Dice el Evangelio de San Lucas:

“En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola:
“En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: ‘Hazme justicia contra mi adversario’.
Por mucho tiempo, el juez no le hizo caso, pero después se dijo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda voy a hacerle justicia para que no me siga molestando’.
“Dicho esto, Jesús comentó: ‘Si así pensaba el juez injusto, ¿creen ustedes acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche, y los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen ustedes que encontrará fe sobre la tierra?'”.

La parábola del juez injusto es una de las más bellas enseñanzas de Jesús que nos invita a no tener miedo a pedir a Dios por nuestras necesidades. Somos tan afortunados de contar con Jesús como nuestro apoyo y fuerza para nuestras vidas, que a veces nos olvidamos del poder de la oración y caemos en el engaño de que todos nuestros problemas y preocupaciones son mayores que nuestra fe.

Por eso, reza, reza y reza. Pídele a Dios con toda tu fe. Nuestro Señor es más grande que cualquier enfermedad, que cualquier problema económico y que cualquier situación que parece no tener salida.

Pero también recuerda: debemos ser agradecidos.

Lecturas del Domingo: Septiembre 29, 2019 – El rico y Lázaro

Lázaro
“Lázaro a las puertas del hombre rico” por Fyodor Bronnikovhttp://etnaa.mylivepage.ru/image/411/12132_Притча_о_Лазаре._1886.jpg, Public Domain, Link

Hoy escuchamos en el Evangelio de San Lucas a Jesús narrando la historia del hombre rico y Lázaro, el mendigo:

“Había un hombre rico, que vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas”.

Esta descripción, tan dolorosa, ha sido atacada por muchos ateos y agnósticos, diciendo que esto es sólo para causar dolor e impresión al momento de hacer la narración. Pero, ¿en verdad es algo inusual? ¿No vemos a diario personas indigentes en las más lastimeras condiciones? Jesús lo que hace es que nos la está poniendo en la cara, de manera que no podamos voltear la vista e ignorarla.

“Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron”.

Interesante cómo las dos descripciones detallan el mismo evento: el deceso de una persona. Pero en uno vemos la gloria de Dios, y en el otro sólo escuchamos el sonido hueco de la muerte.

“Estaba éste [el rico] en el lugar del castigo, en medio de tormentos, cuando levantó los ojos  y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él.
“Entonces gritó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”.

¡Qué insensatez del necio rico! ¡Todavía está en el infierno y sigue queriendo humillar al pobre Lázaro! Al igual que mucha gente, hay muchos que no aprenden.

“Abraham le contestó: ‘Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males. Por eso, él goza de consuelo mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar ni hacia allá ni hacia acá’.
“El rico insistió: ‘Te ruego, entonces Padre Abraham, que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos’. Abraham le dijo: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen’. Pero el rico replicó: ‘No, Padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán’. Abraham repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite a un muerto'”.

El que tenga oídos, que escuche.

 

Lecturas del Domingo: Septiembre 22, 2019 – No pueden servir a Dios y al dinero

parabola del administrador astuto
“Parábola del administrador astuto” por Phillip Medhurst – Photo by Harry Kossuth, FAL, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7550875

San Lucas, en el Evangelio de hoy, nos presenta la parábola de Jesús que nos presenta al mal administrador:

“Había una vez un hombre que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: ‘¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo porque en adelante ya no serás administrador’.
“Entonces el administrador se puso a pensar: ‘¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra, y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener alguien que me reciba en su casa cuando me despidan’.
“Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: ‘¿Cuánto le debes a mi amo?’ El hombre respondió: ‘Cien barriles de aceite’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta’. Luego preguntó al siguiente: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Este respondió: ‘Cien sacos de trigo’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y haz otro por ochenta'”.

El personaje de esta parábola era mal administrador que abusó de la confianza de su amo; pero no podemos dudar de que era astuto, pues de alguna manera se ganó a dos personas que le darían alojamiento por algún tiempo por estar en deuda con él al haberles reducido sus deudas.

“El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz.
Y yo les digo, con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo”.

Extraño que Jesús diga estas palabras. Pero es muy cierto: el dinero sí puede ganarnos la puerta al cielo, pero no de manera que demos sobornos a San Pedro para poder entrar, sino haciendo con las monedas cosas buenas a los demás.

“El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?”.

¡Un momento! Ahora sí se puso complicado. Leamos otra vez:

“Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?”

¿Quién nos confiará lo que SÍ es de nosotros? La explicación es esta: El dinero y los bienes materiales no son nuestros, no nos los podremos llevar cuando partamos de este mundo. Pero nuestra salvación, la posibilidad de una vida eterna junto a Dios, esos son nuestros bienes. Si recibimos dinero, ¿ayudamos a los demás? O sólo lo almacenamos y con avaricia no hacemos nada con el mas que ganar intereses y lo gastamos en cosas superfluas para nosotros mismos.

Termina Jesús diciéndonos:

“No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero”.

 

Lecturas del Domingo: Septiembre 15, 2019 – El Hijo Pródigo

El retorno del hijo pródigo
El retorno del hijo pródigo – por Pompeo Batoni – [1], Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4628046
Los caminos del Señor son misteriosos” dice el conocido refrán. Sin embargo, la realidad es que más que misteriosos, son fascinantes, enternecedores y gratificantes, aunque al principio no lo podamos –o queramos– ver así.

Hoy es el día de la parábola del Hijo Pródigo, la cual nos ayuda a entender mejor los designios de Dios:

“Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte que me toca de la herencia’. Y él les repartió los bienes.
“No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó toda su fortuna, viviendo de manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región y él empezó a pasar necesidades. Entonces, fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país el cual lo mandó a los campos a cuidar cerdos. Tenía tantas ganas de hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera.
“Se puso entonces a reflexionar y se dijo: ‘¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores’.
“En seguida, se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’.
“Pero el padre les dijo a sus criados: ‘¡Pronto! Traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezó el banquete”.

Qué hermoso es escuchar en el Evangelio de San Lucas este episodio, el cual nos muestra la misericordia y el amor de Dios, cuando nos arrepentimos y volvemos hacia Él. El hijo menor hizo cosas terribles: se gastó mucho dinero en cosas malas, vivió desordenadamente, y pecó contra su padre y contra Dios (sólo Él sabe las cosas que hizo este muchacho).

Mucha gente dice que esta es una parábola y que por lo tanto no existieron ninguno de los personajes. Pero, ¿no nos parecen familiares todos ellos y que son salidos de la vida misma? ¿Acaso no hemos escuchado historias semejantes?

El hijo menor se arrepintió, esa es la clave, y sólo así pudo volver a su padre. Pero ese arrepentimiento sólo ocurrió cuando tuvo que sufrir penas y miserias. Hasta ese momento se acordó de su vida cuando aún gozaba del reino de su progenitor.

Dios nos pone pruebas, enfermedades, y situaciones de crisis. Desafortunadamente, muchos de nosotros cometemos el error de olvidarnos de Él y seguimos en nuestros caminos torcidos.

Aprendamos a reconocer el llamado de Dios en nuestras dificultades, y cuando identifiquemos nuestro mal obrar en esas malas pasadas, seamos lo suficientemente humildes para arrepentirnos de todo corazón y podamos volver a nuestro Padre, que nos recibirá con los brazos abiertos y nos llenará de bendiciones, mientras que en todo el cielo habrá una fiesta porque hemos sido encontrados.

Seguir a Dios

Batalla, guerra
“La batalla de Potalva, entre Rusia y Suecia” por Pierre-Denis Martinmuseum.ru Catherine Palace, Public Domain, Link

Continuando el Evangelio de esta semana, Jesús nos dice que para seguirlo, debemos renunciar a todo, empezando por nosotros mismos… es decir, nuestra testarudez, nuestra terquedad, nuestra arrogancia y vanidad, pues de otra manera, nada nos podrá salir bien:

“¿Quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla, y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él diciendo: ‘Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar’.
“¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero a considerar si será capaz de salir con diez mil soldados al encuentro del  que viene contra él con veinte mil? Porque si no, cuando el otro esté aún lejos, le enviará una embajada para proponerle las condiciones de paz.
“Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo”.

Que nuestra soberbia no nos nuble la vista. Sepamos renunciar a las cosas que nos atan y no nos dejan ver a Dios y sigamos a Jesús, quien es el único camino de la Salvación.

Lecturas del Domingo: Septiembre 8, 2019 – Seguir a Jesús

Hágase Señor tu voluntad.

Dice el Evangelio de San Lucas del día de hoy que un día, Jesús caminaba con una gran muchedumbre detrás de ellos, y volviéndose hacía sus discípulos les dijo:

“Si alguno quiere seguirme, y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz, no puede ser mi discípulo”.

Mucho se ha hablado de esta sentencia, pues a modo de ver humano es sumamente dura, pues ataca a muchas de las personas a quienes más amamos durante nuestra vida: padres, cónyuges, hijos, y parientes. Pero debemos recordar que el primer mandamiento de la Ley de Dios dice: Amarás a Dios sobre todas las cosas.

Amar a Dios siguiendo a Jesús es difícil. Pero no nos pongamos tristes. Todos nuestros seres queridos son una extensión del amor de Dios. Al amarlos, estamos amando a Dios y Jesús mismos. En las pruebas de la vida, cuando uno de ellos se nos va, es el momento de agradecer a Dios por habernos dado la oportunidad de haberlo tenido. El gran error, y es aquí donde se entiende mejor el mensaje de Jesús, es enojarse con Dios, reclamarle por la partida de nuestro ser amado, y hasta olvidarnos de Él.

Muchas veces, nuestro dolor es tan grande, que no nos deja ver la voluntad de Dios en este tipo de acontecimientos. Recordemos que la muerte no es nuestro final, sino la continuación de nuestro viajo con Dios. Y gracias a Jesús, tenemos el mejor guía de nuestra odisea por el infinito.

Amemos a Jesús. Amemos a Dios. Amemos a nuestros seres queridos. Y cuando llegue el día de su partida, hagámoslo con el dolor de nuestro corazón, pero con la esperanza y fé de que un día los volveremos a ver.

La gratitud del pobre y la del rico

Venezolano
“Venezolano pobre comiendo de la basura”, por Voice of America – http://www.voanoticias.com/a/venezuela-crisis-reporta-alvaro-algarra-voa/3862448.html, Public Domain, Link

Siguiendo con el Evangelio de esta semana acerca de la humildad, durante el banquete que el fariseo le ofreció a Jesús, éste le dijo a su anfitrión:

“Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque puede ser que ellos te inviten a su vez, y con eso quedarás recompensado. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos, y así serás dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte; pero ya se te pagará, cuando resuciten los justos”.

En nuestra vida y en nuestra mente, tenemos muy arraigada la idea de que debemos hacernos amigos sólo de los más ricos y poderosos. Y que cuando les ofrecemos nuestro trabajo, tiempo, casa, fiestas, etc. quedarán en deuda con nosotros. Pero nada es más falso. ¡Tonto tú que te dejaste llevar por una ilusión falsa! Porque ellos ni lo van a necesitar y fácilmente lo pueden olvidar.

O, ¿Qué, les vas a ir a reclamar que no te han invitado a pesar de que tú si lo hiciste?

La gratitud de los pobres será mil veces mayor hacia contigo, pues ya que ellos no tienen forma de pagarte o agraciarse contigo, es Dios quien te recompensará… obviamente, siempre y cuando ¡lo hagas de corazón!

 

 

Lecturas del Domingo: Septiembre 1, 2019 – Seamos humildes

Banquete utilma cena
“Banquete con Jesús”, por MboeschOwn work, CC BY-SA 3.0, Link

Hoy es el vigésimo segundo domingo del tiempo ordinario, ¡y ya estamos en Septiembre! En verdad que cómo pasa el tiempo; dentro de 3 meses termina el año litúrgico y comenzará el tiempo de adviento.

El tema principal de las lecturas del día de hoy es la humildad. En el Evangelio de San Lucas escucharemos una de las más importantes lecciones de Jesús para todos nosotros, en todos los tiempos:

“Un sábado, Jesús fue a comer a casa de uno de los jefes de los fariseos y éstos estaban espiándolo. Mirando cómo los convidados escogían los primeros lugares les dijo esta parábola:
‘Cuando te inviten a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, no sea que haya un invitado más importante que tú, y el que los invitó a los dos venga a decirte: ‘Déjale el lugar a éste’, y tengas que ir a ocupar, lleno de vergüenza, el último asiento. Por el contrario, cuando te inviten, ocupa el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: ‘Amigo, acércate a la cabecera’. Entonces te verás honrado en presencia de todos los convidados. Porque, el que se engrandece a sí mismo, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido'”.

Es tan sencillo y hermoso el mensaje de Jesús en sus parábolas, que no nos habla ni de guerra ni de odio. Los judíos los rechazaron porque no su mensaje no era el que esperaban: el de un rey guerrero que los liberaría finalmente de todos los yugos. El lenguaje de un rey rico y glorioso, con joyas y oro.

El lenguaje de nuestro Señor Jesucristo es simple, sencillo, humilde.

Pero el poder de su enseñanza sobrepasa todos los reinos, todos los bancos, todas las joyas. Es más, podría decirse que su mensaje es simplemente el sentido común.

Y aun así, es tan difícil de seguir. Aunque sea lo más obvio.

Esta semana pidamos sabiduría y humildad en el corazón a Dios para llevar a cabo nuestros trabajos y nuestras tareas.

Lecturas del Domingo: Agosto 25, 2019 – ¿Son pocos los que se salvan?

Salvación
“Alegoría de la Salvación”, por Wolf HuberPetar MiloševićThis photograph was taken with a Olympus E-P5., Public Domain, Link

En el evangelio según San Lucas del día de hoy, tenemos que uno de los asistentes que iba a las enseñanzas de Jesús, le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”.

Esta persona ha entendido, después de oír a Jesús, que en realidad va a ser difícil entrar al reino de Dios si no se seguían los pasos correctos. Recordemos que son judíos, que sólo se han regido por la Ley de Moisés y la mayoría de la gente la considera como la única forma de salvación. La Ley es lo único que conocen para gobernar sus vidas.

Pero el mensaje nuevo de Jesús viene y cambia todo. La antigua Ley queda atrás y Cristo se convierte en la nueva puerta para llegar a Dios. Su mensaje es distinto, y su requisitos son diferentes. Ahora, ya no se habla de temor a Dios, sino de su Amor.

La persona de esta narración se siente confundido, y en lugar de preguntar ¿me voy a salvar? o ¿qué puedo hacer para salvarme? Se siente derrotado de entrada y su pregunta ni siquiera lo incluye a él: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”.

Jesús le responde:

“Esfuércense por entrar por la puerta, que es angosta, pues yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante de la mesa y cierre la puerta, ustedes se quedarán afuera y se pondrán a tocar la puerta , diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’, pero él les responderá: ‘No sé quiénes son ustedes’.
“Entonces le dirán con insistencia: ‘Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas’. Pero él replicará: ‘Yo les aseguro que no sé quienes son ustedes. Apártense de mí, todos ustedes los que hacen el mal’. Entonces llorarán ustedes y se desesperarán, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes se vean echados afuera.
“Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios. Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros, y los que ahora son los primeros, serán los últimos”.

 

Lecturas del Domingo: Agosto 11, 2019 – Estemos preparados

Parábola del buen administrador
“Parábola del buen administrador” por Phillip Medhurst – Photo by Harry Kossuth, FAL, Link

Justo la semana pasada, Jesús nos decía en en Evangelio que no atesoráramos cosas terrenales, sino que juntáramos riquezas espirituales que serían eternas. Esta semana terminamos esta enseñanza, pero seguiremos escuchando qué debemos hacer para tener la oportunidad de llegar al reino de Dios.

Hoy es el décimo noveno domingo ordinario del año litúrgico, y el evangelio de San Lucas nos dice:

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘No temas, rebañito mío, porque tu Padre ha tenido a bien darte tu Reino. Vendan sus bienes y den limosnas. Consíganse unas bolsas que no se destruyan y acumulen en el cielo un tesoro que no se acaba, allá donde no llega el ladrón, ni carcome la polilla. Porque donde está su tesoro, ahí estará su corazón”.

Luego, Jesús nos dice que estemos preparados, pues la llegada de nuestro propio juicio llegará sin que tengamos un aviso previo:

“Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su Señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. Y si llega a medianoche o a la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos.
“Fíjense en esto: Si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. Pues también ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen vendrá el Hijo del Hombre”.

El padre de familia fue alertado de la hora a la que vendría el ladrón. Pero nosotros no tendremos tanta suerte.

Entonces, Pedro preguntó a Jesús: “¿Dices esta parábola sólo por nosotros o por todos?“.

Jesús respondió:

“Supongan que un administrador, puesto por su amo al frente de la servidumbre, con el encargo de repartirles a su tiempo los alimentos, se porta con fidelidad y prudencia. Dichoso este siervo si el amo a su llegada, lo encuentra cumpliendo su deber. Yo les aseguró que lo pondrá al frente de todo lo que tiene. Pero si este siervo piensa: ‘mi amo tardará en llegar’ y empieza a maltratar a los criados y a las criadas, a comer, a beber y a embriagarse, el día menos pensado y a la hora más inesperada, llegará su amo y lo castigará severamente y le hará correr la misma suerte que a los hombres desleales”.

Jesús no ha respondido a Pedro, pero su respuesta pone el escenario para una respuesta que tiene mucha resonancia hasta el día de hoy:

“El servidor que, conociendo la voluntad de su amo, no haya preparado ni hecho lo que debía, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, haya hecho algo digno de castigo, recibirá pocos”.

Ahora sí, el mensaje es claro: las parábolas de Jesús no son sólo para los discípulos, sino para todos, incluso aquellos que no la han escuchado. Al final, si hemos hecho algo que merece ser castigado, tendremos que pagar por esa culpa, no importa si conocemos o no los diez mandamientos. Sentido común.

“Al que mucho se le da, se le exigirá mucho, y al que mucho se le confía, se le exigirá mucho más”.