La Gran Misericordia de Dios

Hagar y su hijo
Agar y el ángel en el desierto, por Francesco Cozza – Public Domain, Link

Génesis

Gn 21, 5. 8-20
Abraham tenía cien años, cuando nació su hijo Isaac. Creció el niño y lo destetaron; ese día Abraham dio un gran banquete.

Sara vio jugando con su hijo Isaac al hijo que Agar, la egipcia, le había dado a Abraham, y le dijo a éste: “Despide a esa esclava y a su hijo, pues el hijo de esa esclava no va a compartir la herencia con mi hijo Isaac“.

Abraham lo sintió mucho, por tratarse de su hijo, pero Dios lo consoló, diciéndole: “No te aflijas ni por el niño ni por tu esclava. Hazle caso a Sara en lo que te dice, porque es Isaac quien continuará tu descendencia. Aunque al hijo de la esclava lo convertiré en un gran pueblo, por ser descendiente tuyo“.

Se levantó, pues, Abraham de mañana, tomó pan y un odre de agua y se lo puso a Agar en los hombros, le entregó al niño y la despidió. Ella se fue y anduvo errante por el desierto de Berseba. Cuando se le acabó el agua, Agar dejó al niño bajo un matorral y fue a sentarse enfrente, a distancia como de un tiro de arco, pues decía: “No quiero ver morir al niño“.

Entonces el niño rompió a llorar y Dios oyó el llanto del niño. El ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le dijo: “¿Qué te pasa, Agar? No tengas miedo, porque Dios ha oído el llanto del niño que está ahí. Levántate, toma al niño y llévalo de la mano, porque voy a convertirlo en un gran pueblo“. Entonces Dios le abrió los ojos y vio un pozo con agua. Fue, llenó el odre y le dio a beber al niño. Dios asistió al niño, que creció, vivió en el desierto y llegó a ser un gran tirador de arco.

Evangelio según San Mateo

Mt 8, 28-34
En aquel tiempo, cuando Jesús desembarcó en la otra orilla del lago, en tierra de los gadarenos, dos endemoniados salieron de entre los sepulcros y fueron a su encuentro. Eran tan feroces, que nadie se atrevía a pasar por aquel camino. Los endemoniados le gritaron a Jesús: “¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Acaso has venido hasta aquí para atormentarnos antes del tiempo señalado?

No lejos de ahí había una numerosa piara de cerdos que estaban comiendo. Los demonios le suplicaron a Jesús: “Si vienes a echarnos fuera, mándanos entrar en esos cerdos“. El les respondió: “Está bien“.

Entonces los demonios salieron de los hombres, se metieron en los cerdos y toda la piara se precipitó en el lago por un despeñadero y los cerdos se ahogaron.

Los que cuidaban los cerdos huyeron hacia la ciudad a dar parte de todos aquellos acontecimientos y de lo sucedido a los endemoniados. Entonces salió toda la gente de la ciudad al encuentro de Jesús, y al verlo, le suplicaron que se fuera de su territorio.

Domingo de la Santísima Trinidad, 2021

Imagen de la Santísima Trinidad
Imágen de la Santísima Trinidad, por www.ldm.lt, Public Domain, Link

Cada vez que hacemos la Señal de la Cruz decimos: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. La enseñanza de la Iglesia siempre ha sido la misma: Un solo Dios, pero formado por tres personas o entidades.

Hoy hacemos dedicación de nuestro domingo a la Santísima Trinidad. Y el Evangelio de San Mateo nos dice:

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban.
Entonces Jesús se acercó a ellos y les dijo: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo lo que les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.

La Epifanía del Señor, Enero 2021

La Epifanía del Señor

Epifanía quiere decir la Manifestación de Dios, y para nosotros se entiende como la fiesta en que Jesús toma forma humana en la Tierra y se hace presente entre nosotros. Y el reconocimiento de esta manifestación es la llegada de los magos de oriente que vienen a ofrecerle regalos y, más importante, a postrarse ante él para adorarlo.

Dice el Evangelio de San Mateo:

“Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de Oriente, llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: ‘¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo’.
“Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: ‘En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de tí saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel’.
“Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisarán el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: ‘Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño, y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo’.
“Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto, la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino”.

El significado de este evento es muy sencillo, pero a la vez muy trascendental: Un grupo de sabios de tierras lejanas vienen a Belén con regalos para un niño que acaba de nacer. Ellos no conocen a los padres, no saben en dónde está la familia, ni cómo se llaman. Están buscando al Rey de Reyes por un mensaje que recibieron en un sueño, y después por una estrella que los va guiando a donde está el niño.

El Evangelio de san Mateo dice que esto ocurre en tiempo de Herodes, gobernador de Judá. Y lo dice para dejar en claro que se trata de un evento que se puede verificar históricamente: Es cierto, Herodes gobernó al area de Judá y llevó a cabo una matanza de niños. Aunque este tipo de matanzas había sido cosa común en el pasado en contra del pueblo Judío, en tiempos de la ocupación romana resultaba dramático y aberrante… pero como los judíos eran un pueblo que causaba muchos problemas y dolores de cabeza, pues el Imperio no le dio mucha importancia.

He aquí algunas cosas a considerar de este acontecimiento:

  • Cuando los magos de oriente llegaron, debieron haberlo hecho de manera que causó tanta conmoción en la región, pues llamaron la atención del gobernador Herodes.
  • La Biblia no dice cuántos fueron, y mucho menos sus nombres. Lo que sí dice es que llevaron como regalos: oro, incienso y mirra. Por eso, la tradición dice que fueron tres reyes magos, y con el paso del tiempo hasta se les puso nombre: Melchor, Gaspar y Baltazar. Recordemos: esto es producto de la tradición cristiana de principios del cristianismo.
  • Herodes no era un tipo cualquiera. Fue proclamado Rey de los Judíos por el mismo emperador romano Marco Antonio –el que se enamoró de Cleopatra– e históricamente se le reconoce como constructor de grandes obras en la región de Judá.
    Pero era un déspota que mandó matar a miembros de su propia familia, incluyendo su esposa. Era un paranoico que llegó a tener una guardia personal de más de dos mil hombres y una policía secreta para saber qué era lo que pensaba el pueblo de su mandato. Los que lo criticaban recibían dolorosos castigos. Así pues, nos damos cuenta de que era un hombre que tenía mucho que perder y no era una persona que fuera a pensar dos veces en las medidas para protegerse.

Con estos datos en mente, veamos que los magos de oriente llegaron Judá y al ser interrogados por Herodes éste les dijo que después que adoraran al niño volvieran con él para decirle dónde estaba para también él ir a adorarlo. No lo hicieron porque fueron advertidos en un sueños que volvieran por una ruta diferente. Al mismo tiempo, San José –el padre de Jesús– fue advertido en otro sueño que Herodes quería matar al niño y debían esconderse.

Al saberse Herodes engañado, su ira fue tal que mandó matar a todos los niños menores de dos años en la región de Belén. A estos bebés que murieron por Jesús, los primeros mártires, se les conoce como los Santos Inocentes y se les recuerda el día anterior a los Santos Difuntos en Noviembre.

Todo esto ocurrió en los primeros doce días de vida de Jesús. Desde ese momento el mundo estaba cambiando y muchos sucesos, buenos y malos, se estaban gestando a su alrededor.

San José escondió a la familia en Egipto hasta la muerte de Herodes. Entonces regresaron y se establecieron en Nazaret.

Noviembre 22, 2020: Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo

Jesús crucificado
Detalle de cuadro en relieve de Jesús crucificado. Iglesia de Corpus Christi. Lawrence, MA. Foto del autor.

Hoy es el último domingo del tiempo ordinario y cerramos el año litúrgico 2020 con una de las más fuertes enseñanzas de Jesús, tomada del Evangelio de San Mateo, que también terminamos este año.

Cuando venga el Hijo del Hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante Él todas las naciones, y Él apartará los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha, y a los cabritos a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo;
Porque estuve hambriento, y me dieron de comer.
Sediento, y me dieron de beber.
Era forastero, y me hospedaron.
Estuve desnudo, y me vistieron.
Enfermo, y me visitaron.
Encarcelado y fueron a verme”.

Los justos le contestaron entonces:
“Señor,
¿Cuándo te vimos hambriento y tedimos de comer?
¿Sediento y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos?
¿O desnudo y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado, y te fuimos a ver?”.

Y el rey les dirá: “Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron”.

Entonces, también dirá a los de la izquierda:
“¡Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles.
Porque estuve hambriento, y NO me dieron de comer.
Sediento, y NO me dieron de beber.
Era forastero, y NO me hospedaron.
Estuve desnudo, y NO me vistieron.
Enfermo, y NO me visitaron.
Encarcelado y NO fueron a verme”.

Entonces, ellos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?”. Y Él les replicará: “Yo les aseguro que cuando NO lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo. Entoncés irán estos al castigo eterno y los justos, a la vida eterna”.

Si tienes oídos, escucha.

Lecturas del Domingo: Noviembre 15, 2020 – Parábola de los talentos

Parábola de los talentos
Parábola de los talentos, por un artista desconocido – A Woodcut from Historiae celebriores Veteris Testamenti Iconibus representatae, taken from http://www.textweek.com/art/parables.htm, Public Domain, Link. Al fondo se aprecia el siervo malo y perezoso escondiendo su talento en un hoyo en la tierra.

¿Cuánto te ha dado Dios en tu vida? ¿Cuántas cosas le agradeces cada día, como tu salud, tu trabajo, tu familia? Y si no los tienes, al menos te tienes a tí mismo. O qué, ¿no puedes?

Todos tenemos talentos; esos dones que nos hacen únicos. Algunos saben pintar, otros saben cocinar, otros más saben hacer trabajos manuales. Hay quienes son diestros con el dinero y otros con las herramientas.

No hay excusas.

Y ahora, ¿qué es lo que haces con esos talentos que Dios te ha dado?

Esta semana escucharemos del Evangelio de San Mateo la parábola de los talentos, controversial y mal entendida por muchos; pero profunda y de mucho valor para nuestras vidas.

El Reino de los Cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco talentos; a otro dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue.

Los talentos eran monedas de oro y de plata. ¡Con una sola de ellas podrías comprar un terreno! Jesús compara estas monedas dadas por el señor con las habilidades que a cada uno nos da.

El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió un talento hizo un hoyo en la tierra, y ahí escondió el dinero de su señor.
Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco talentos me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado”. Su señor le dijo: “Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en las cosas de poco valor te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor”.
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: “Señor, dos talentos me dejaste; aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado”. Su señor le dijo: “Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en las cosas de poco valor te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor”.

No, no confundamos con riquezas materiales lo que nos quiere decir Jesús. Si tu usas tus talentos para ayudar a los demas, para alabanza y gloria a Dios, y demostrarle al Señor que eres digno de ese regalo que te dio, entonces estás listo para tomar parte de la alegría de su Reino.

Eres bueno en matemáticas y, pese a todos los obstáculos terminaste una carrera en ingeniería. Entra a tomar parte en la alegría de tu Señor. Sabes cocinar y dedicas una parte de tu tiempo en darle de comer a los necesitados, entra a tomar parte en la alegría de tu Señor. Eres un humilde albañil que sabes construir y ayudas a la viuda/madre soltera arreglándole el techo de su casa que gotea, y no le cobras nada, entra a tomar parte en la alegría de tu Señor.

Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y le dijo: “Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”. El señor le respondió: “Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no he plantado y que recojo lo que no he sembrado, ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco para que, a mi regreso, lo recibiera yo con intereses? Quítenle su talento y dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco se le quitará aun ese poco que tiene.

Eres bueno en matemáticas, pero mientras estudiabas te asustó una materia y ya no quisiste seguir estudiando.  Sabes cocinar y nunca ayudaste a los necesitados. Eres un albañil que sabes construir y nunca ayudaste a la viuda/madre soltera, y cuando lo hiciste fue de mala gana, con un pobre trabajo y le cobraste un ojo de la cara.

Pues para todos ellos el mensaje de Jesús es claro:

Y a este hombre inútil, échenlo afuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación.

El que tenga oídos, que escuche.

Lecturas del Domingo: Noviembre 8, 2020 – Parábola de las diez jóvenes

Parábola de las 10 vírgenes
“Parábola de las diez vírgenes” por Phoebe Anna TraquairOwn work Stephencdickson, CC BY-SA 4.0, Link

El Reino de los Cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró un sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó un grito: “¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!”. Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: “Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando”. Las previsoras les contestaron: “No, porque no va a alcanzar para ustedes y nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo”.
Mientras aquellas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: “Señor, señor, ábrenos”. Pero él les respondió: “Yo les aseguro que no las conozco”.

Estamos por terminar el tiempo ordinario, y las últimas lecturas tratarán el tema de que debos estar preparados para nuestro encuentro con Dios, el cual no sabemos ni el día ni la hora.

Hoy escuchamos en el Evangelio de San Mateo la parábola de las diez jóvenes, también conocida como las diez vírgenes, y tenemos una serie de visiones que Jesús nos da para entender su mensaje.

Primero, en las jóvenes nos vemos reflejados todos. Ellas son miles de millones de personas que han vivido, viven y vivirán. Todos hemos escuchado las enseñanzas de Jesús, su mensaje, los mandamientos, y en nuestro corazón sabemos lo que se necesita para llegar al Reino de Dios.

Pero no todos están preparados.

Las lámparas son nuestras almas. Encendidas por primera vez en nuestro bautizo, las mantenemos vivas con el aceite de prepararnos a diario con la oración, y escuchar el mensaje de Jesús en nuestra vida, pero más que nada, aceptarlo. Los previsores lo hacen todos los días. Los descuidados sólo asisten a misa en ocasiones “especiales” y llevan su vida sin poner a Dios en medio de ella. Su alma, puede ser una luz, pero sin el aceite extra, ciertamente perecerá.

Como el esposo tardaba, les entró un sueño a todas y se durmieron“. La hora de nuestra muerte nos llegará a todos, precavidos y descuidados.

No, la salvación no la podemos compartir; es individual y personal. Yo no te puedo dar mi luz; tú tienes que usar la tuya, alimentarla y tener tu propio ahorro de aceite.

Y sin esa luz de la lámpara, a la hora del encuentro con el Señor, te van a cerrar las puertas, pues no serás mas que un extraño. Y sin el fuego de tu alma, simplemente pasarás el resto de la eternidad en la obscuridad.

Jesús termina la parábola diciendo:

“Estén, pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora”.

Lecturas del Domingo: Noviembre 1, 2020 – El Sermón de la Montaña

El sermón de la montaña
“El Sermón de la Montaña”, por Carl BlochImagen and Carl Bloch, p. 313, ISBN 9788798746591, Public Domain, Link

En aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces, se le acercaron sus discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles, hablándoles así:
“Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos será el Reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos serán ustedes, cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía.
Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos”.

Hoy celebramos el trigésimo primer domingo del tiempo ordinario, y tenemos una de las más hermosas enseñanzas de Jesús, con la que nos deja el regalo de amor, consuelo y esperanza.

Hoy Jesús se dirige a todos los que sufren, a los pobres, a los huérfanos, a las viudas, a los presos, a los perseguidos, a todos los que han sufrido una pérdida por injusticia, a los misioneros,… en fin hoy Jesús se dirige a a los buenos.

Finalmente, todos nuestros sufrimientos tienen recompensa. Todo nuestro dolor, tendrá su consuelo.

Todo en Jesús, nuestro Señor.

Lecturas del Domingo: Octubre 25, 2020 – Amarás al Señor con todo tu corazón

fariseos siendo regañados por Jesús
Jesús dirigiéndose a los fariseos, por James TissotOnline Collection of Brooklyn Museum; Photo: Brooklyn Museum, 2008, 00.159.209_PS2.jpg, Public Domain, Link

Hoy es el trigésimo domingo del tiempo ordinario, y en el Evangelio de San Mateo escucharemos la lección que resume todas las leyes de las Sagradas Escrituras: la clave de la verdadera Salvación:

En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a Él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”.
Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la Ley y los profetas”.

¡Tan sencilla es la regla para la Salvación!

No cabe duda que Dios nos ha puesto fácil el camino a su Reino. Si en verdad amas a Dios, no lo tentarás, ni tratarás de cometer ningún acto que lo ofenda, como la mentira, el robo, la infidelidad, o la muerte a otros.

Y si a eso le sumas lo mismo, pero con el prójimo, pues en realidad tendremos al Paraiso aquí mismo en la Tierra.

Tengamos en mente siempre: Depende completamente de nosotros si queremos vivir en un Paraiso o un infierno.

Lecturas del Domingo: Octubre 18, 2020 – Al César lo que es del César

Foto de un denario, la moneda de la que habla la lectura de hoy
Foto de un Denario, la moneda de la que habla la lectura de hoy. Al frente tiene la figura de Tiberius y la inscripción “César Augusto Tiberius, hijo del divino Augustus”. Foto cortesía de Classical Numismatic Group, Inc. http://www.cngcoins.com, CC BY-SA 3.0, Link

Hoy es el 29avo Domingo del Tiempo Ordinario. Dice el Evangelio de San Mateo del día de hoy:

“En aquel tiempo, se reunieron los fariseos para ver la manera de hacer caer a Jesús, con preguntas insidiosas, en algo de que pudieran acusarlo.
Le enviaron, pues, a algunos de sus secuaces, junto con algunos del partido de Herodes, para que le dijeran: ´Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas con verdad el camino de Dios, y que nada te arredra, porque no buscas el favor de nadie. Dinos, pues, qué piensas: ¿Es lícito o no pagar el tributo al César?
Conociendo Jesús la malicia de sus intenciones, les contesto: ´Hipócritas, ¿por qué tratan de sorprenderme? Enséñenme la moneda del tributo´. Ellos le presentaron una moneda. Jesús les contestó: ´¿De quién es esta imagen y esta inscripción?´ Le respondieron: ´Del César´. Y Jesús concluyó: ´Den, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios'”.

El mensaje es claro: debemos saber dar el verdadero valor a las cosa de la tierra y a las cosas divinas. Lo material, como el dinero la fama y los placeres, son sólo cosas pasajeras, que a su tiempo se perderán y no podrán ser recuperadas.

Las cosas de nuestra alma, no tienen tiempo de expiración, ya sea para bien o para mal.

Finalmente, para todos aquellos que tienen duda de la veracidad de las Sagradas Escrituras, fíjate en la moneda que se presenta en la parte de arriba. Esto corrobora exactamente el tiempo de los hechos: La época de Tiberius, el César, cuando Herodes era gobernador de Judea, está impresa en dicha moneda.

No perdamos de vista la verdad, la cual es histórica y divina. Demos al César y a Dios sus verdaderos tributos.

Lecturas del Domingo: Octubre 11, 2020 – Parábola del Banquete de Bodas

banquete de bodas
¡Fuera de aquí! Le dice el reydel banquete al invitado que no era digno de quedarse.

Hoy, el 28avo domingo del tiempo ordinario, y con el Evangelio de San Lucas terminamos de escuchar el mensaje de Jesús con respecto a cómo el Reino de Dios ya no es exclusivo para el pueblo Judío, sino que, por el mismo Jesucristo, es ahora herencia para todo el mundo.

En aquel tiempo, volvió Jesús a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo: “El Reino de los cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus criados a que llamaran a los invitados, pero éstos no quisieron ir”.

Los invitados se refiere al pueblo original de Israel, que después de haber sido el elegido por Dios, constantemente renegó de Él y hasta lo puso a prueba. El banquete representa el Reino de Dios, su Palabra, y su Gracia. Los criados son los profetas que constantemente reprendían e imploraban a los habitantes que corrigieran sus caminos… pero al final fueron asesinados. En fín, el pueblo no hizo caso.

Envió de nuevo a otros criados que les dijeran: “Tengo preparado el banquete; he hecho matar mis terneras y los otros animales gordos; todo está listo. Vengan a la boda”. Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a su campo, otro a su negocio, y los demás se les echaron encima a los criados, los insultaron y los mataron.
Entonces el Rey se llenó de cólera y mandó sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.
Luego les dijo a sus criados: “La boda está preparada; pero los que habían sido invitados no fueron dignos. Salgan, pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren”. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados.

La gente fácilmente se distrae en la vida diaria con los falsos dioses del dinero y el entretenimiento. Desafortunadamente, eso los aleja de Dios. Así, el pueblo de Israel ya no fe digno de gozar del banquete del rey; ahora ese banquete se les convida a todos.

Qué interesante ver que Jesús nos dice que todos somos invitados: todos, buenos y… hasta los malos. Antes de protestar, escuchemos cómo termina la lectura:

Cuando el rey entró a saludar a los convidados vio entre ellos a un hombre que no iba vestido con traje de fiesta y le preguntó: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?” Aquel hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los criados: “Átenlo de pies y manos y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos”.

Sí, el Reino de Dios está abierto para todos, incluso para los asesinos despiadados. Pero, para quedarse en el banquete, tienes que estar vestido de fiesta; es decir, tienes que tener la Gracias de Dios. Y, ¿cómo ganamos esta Gracia? Con nuestras obras buenas, siguiendo el camino de Jesús y sus mandamientos, confesándonos. Difícilmente un asesino despiadado podrá hacer estas cosas; pero, si se arrepiente de verdadero corazón –no frente a los hombres, sino ante Dios mismo– puede llegar a gozar de la misericordia de Dios, y tener su oportunidad de alcanzar un lugar en el Reino.

Y, ¿cómo está tu traje de fiesta?