Domingo de Pentecostés 2020

Espíritu Santo
“El Espíritu Santo” por Dnalor 01Own work, CC BY-SA 3.0 at, Link

Depués de 49 días del Domingo de Resurrección se celebra el Domingo de Pentecostés (algunos estudiosos de la Palabra dicen que son en realidad 50 días contando ambos domingos), y también hoy concluye oficialmente la Pascua 2020. En los tiempos de Jesús, el pueblo Judío celebraba en estas fechas el llamado festival de las cosechas, así que en la ciudad de Jerusalén se encontraba una gran cantidad de peregrinos que venían de muchas partes del mundo (o más bien, del mundo conocido hasta entonces) para las celebraciones.

Jesús ha resucitado y constantemente se ha aparecido a sus discípulos. Incluso, en una ocasión se manifestó a muchísima gente. Y cada vez, les recuerda a todos que está por irse, pero no se quedarán solos: El Espíritu Santo se quedará con ellos.

Recordemos que, al principio de la vida pública de Jesús, cuando Juan el Bautista procedió a bautizar a Jesús en el Jordán, mucha gente, incluido San Juan, el discípulo amado por Jesús, son testigos de que el “Espíritu Santo descendió como paloma” y se posó sobre nuestro Señor.

Luego, según el Evangelio de hoy, del propio San Juan, Jesús les dejó el Espíritu Santo a los apóstoles:

“Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ‘La paz esté con ustedes’. Dicho esto, les mostró las manos y el costado.
“Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: ‘La paz esté con ustedes. Así como mi Padre me ha enviado, así también los envío yo’.
Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.

Pero ahora, 50 días después, en la Primera Lectura, tomada del Libro de los Hechos de los Apóstoles, escucharemos el relato de lo que pasó en este día:

“El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar. De repente, se oyó un gran ruido que venía del cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego que se distribuyeron y se posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu les inducía a expresarse.
“En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
“Atónitos, y llenos de admiración, preguntaban: ‘¿Qué no son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay medos, partos y elamitas; otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene. Algunos somos visitantes, venidos de Roma, judíos y prosélitos; también hay cretenses y árabes. Y sin embargo, cada quien los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua'”.

El Espíritu Santo ya no sólo está con los apóstoles ¡sino con todos los seguidores de Jesús, y estamos nosotros también incluidos! Así, aunque Jesús subió a los cielos, no nos dejó y cumplió su promesa: “Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fín del mundo” – Mateo28, 20.

 

Pascua 2020: Oración Final de Jesús

El arresto de Jesús, el beso de Judas, del autor Giottohttp://geoffwren.blogs.com/photos/museum/kiss_of_judas.html ] [dead link], Dominio público, Enlace
Durante las últimas semanas, hemos estado escuchando las lecturas del Evangelio de San Juan referentes a lo que sucedió después de la última cena. Hoy concluímos con la última parte del sermón de Jesús a sus discípulos, justo antes de ir al Huerto de Jetsemaní, en donde horas después será aprehendido.

La semana pasada, al depedirse de ellos Jesús los animaba a seguir adelante con un mensaje de esperanza. Ahora, Jesús encomendará a Dios a todos aquellos que lo siguen y que lo aman:

“En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: ´Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo también te glorifique, y que por el poder que le diste sobre toda la humanidad, dé la vida eterna a cuantos le has confiado. La vida eterna es que te conozcan a tí, único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado´”.

En los pasados domingos, Jesús les ha estado diciendo a sus discípulos que él está por irse de este mundo, pero ellos no han entendido esta parte del mensaje. Ellos saben en su corazón que Jesús es el verdadero Mesías, y Pedro lo ha aceptado como el verdadero Hijo de Dios. Pero para ellos, la simple idea de que Jesús sea aprehendido y muera, está lejos de toda lógica.

“Yo te he glorificado sobre la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste. Ahora, Padre, glorifícame en tí con la gloria que tenía antes de que el mundo existiera.
“He manifestado tu nombre a los hombres que tú tomaste del mundo y me diste. Eran tuyos y tú me los diste. Ellos han cumplido tu palabra y ahora conocen que todo lo que me has dado viene de tí, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste; ellos las han recibido y ahora reconocen que yo salí de tí y creen que tú me has enviado.
“Te pido por ellos; no te pido por el mundo, sino por éstos, que tu me diste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo, y todo lo tuyo es mío. Yo he sido glorificado en ellos”.

Jesús no sólo está pidiendo por los discípulos, sino también por nosotros, sus seguidores en el futuro.

Y finalmente, Jesús se despide por última vez:

“Ya no estaré más en el mundo, pues voy a tí; pero ellos se quedan en el mundo”.

Jesús, ha existido desde el inicio del tiempo junto con Dios y el Espíritu Santo. Después, todos nosotros, nuestros abuelos, padres, madres, hijos, nietos, etc. Todos vamos pasando por la Tierra en nuestra vida, y después, en nuestra muerte, si hemos sabido sequir a Jesús, tendremos la oportunidad de verlo otra vez en su gloria junto con Dios.

Pero esta vez, para siempre.

Pascua 2020: Si me aman, cumplirán mis mandamientos

Imagen de la Santísima Trinidad
Imágen de la Santísima Trinidad, por www.ldm.lt, Public Domain, Link

La semana pasada, Jesús nos hablaba del círculo que representa que El está en Dios, y Dios está con El, formando uno solo. Ahora, dicho círculo crece, y nos abraza para que todos podamos ser parte de un solo cuerpo y un solo espíritu. ¡Ah! Pero tenemos que cumplir sólo una importante regla…

Dice el Evangelio de San Juan que Jesús les decía a sus discípulos:

“Si me aman, cumplirán mis mandamientos; yo le rogaré al Padre, y él les enviará otro Consolador que esté siempre con ustedes, el Espíritu de verdad”.

De esta manera, Jesús se refiere que, a su partida, no estaremos solos, sino que el Espíritu Santo se quedará aquí, acompañándonos y guiándonos. Sin embargo, y desafortunadamente, no estará disponible para todo el mundo:

“En mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; ustedes en cambio, sí lo conocen, porque habita entre ustedes y estará en ustedes”.

Para desdicha de muchos, aquellos que no ven, no conocen, o no siguen a Jesús, tampoco lo verán.

¡Y lo que es peor! ¡Muchos católicos y cristianos, también correrán con esa mala fortuna! Y todo por no seguir a Cristo.

“No los dejaré desamparados, sino que volveré a ustedes. Dentro de poco, el mundo no me verá más, pero ustedes sí me verán, porque yo permanezco vivo y ustedes también vivirán. En aquel día entenderán que yo estoy en mi Padre, ustedes en mí y yo en ustedes.
“El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él”.

Yo estoy en mi Padre, ustedes en mí y yo en ustedes“, un círculo de amor y esperanza para todos nosotros. Teniendo a Dios y a Jesús de nuestro lado, ¿Qué nos puede pasar?

Pascua 2020: “Yo soy la puerta de las ovejas”

Este es el cuarto domingo del tiempo de Pascua, y es el comienzo de una serie de lecturas del Evangelio de San Juan, durante el tiempo antes de la Pasión.

“En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: ‘Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; el llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ya ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños'”.

Jesús menciona esta parábola usando como ejemplo ovejas, rebaños y pastores. Obviamente sabemos que lo hace porque se está dirigiendo a hombres humildes, que no habitan en palacios o que tienen puestos de trabajo complejos. No. Se está dirigiendo a campesinos, pastores, pescadores.

Cuando Jesús menciona que “el que no entra por la puerta del redil” se refiere a la pasión, sufrimiento, muerte y resurrección que el sufrirá en el futuro. Sólo aquel que entra por esa puerta “el que la cuida” (Dios) se la abre, y las ovejas (todos nosotros) reconocen su voz. Todos los que saltan por otro lado son los que no quieren sufrir, no quieren cargar con sus cruces y tratan de engañar a los demás diciendo que haban en nombre de Dios. ¡Charlatanes!

“Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: ‘Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado’.
“Yo soy la puerta; quien entra por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia'”.

 

Domingo de la Divina Misericordia

Santo Tomás
Santo Tomás, imagen de dominio público.  https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=6804893

Hoy es el segundo domingo de Pascua, al cual se le conoce también como el Domingo de la Divina Misericordia del Señor. Hoy escucharemos en el Evangelio de San Juan, un verdadero ejemplo de este poder del perdón de Dios sobre uno de sus mismos seguidores, Tomás.

“Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ‘La paz esté con ustedes’. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron a Jesús, se llenaron de alegría.
“De nuevo les dijo Jesús: ‘La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo’. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen los pecados les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar’.
“Tomás, uno de los doce a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: ‘Hemos visto al Señor’. Pero él les contestó: ‘Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré'”.

¿Qué les parece? ¡Tomás poniendo condiciones para poder creer! Pero, así nos pasa a nosotros cuando decimos cosas como: ‘Señor, si me concedes este milagro, haré una donación a la Iglesia, o ayudaré a los pobres, o le daré una mano a los enfermos’.

Tal vez no somos tan distintos de Santo Tomás.

Sigue la lectura:

“Ocho días después, estaba reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: ‘La paz esté con ustedes’. Luego le dijo a Tomás: ‘Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree’. Tomás respondió: ‘¡Señor mío y Dios mío!’. Jesús añadió: ‘Tu crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto'”.

La lectura termina en forma de predicción para todos los tiempos:

“Otras muchas señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritas en este libro. Se escribieron estas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre”.

Lecturas del Domingo: Marzo 29, 2019 – Lázaro

La Resurrección de Lázaro
La Resurrección de Lázaro por Duccio – Kimbell Art Museum, Public Domain, Link

En el Evangelio de San Juan de hoy, tenemos a la familia de Marta, María y Lázaro. Tres hermanos de los que sabemos son mayores y huérfanos, buenos amigos de Jesús. Ya ha pasado un episodio donde Marta le reclama a Jesús que, en una de sus visitas, su hermana María no le ayuda, sino que se ha puesto a escuchar la prédica.

Jesús oye que Lázaro está gravemente enfermo, y se dirige a su casa. Pero en el camino, sabe la realidad y se las dice a los discípulos en forma de parábola: “Lázaro se ha dormido, pero yo voy a ir a despertarlo“. Los seguidores no entienden el mensaje, al contrario, piensan que si ha dormido ¡es que está mejorando!

Marta, al saber que Jesús viene, sale a su encuentro… y otra vez le reclama en el camino: “Señor, si hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi hermano“.

María, por su parte, ni siquiera salió a recibir a Jesús. Está triste, dolida, no sólo por la muerte de su hermano, sino porque siente que Jesús le ha fallado.

¿No nos pasa lo mismo a nosotros? ¿No nos pasa que cuando pedimos con mucho fervor por un favor a Dios, y no lo recibimos, a veces nos revelamos contra Él?

Jesús le dice a Marta: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que esté vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tu esto?” Marta respondió: “Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”.

Jesús va al sepulcro de Lázaro, profundamente conmovido pues hasta los judíos ven el dolor de la pérdida en sus ojos, y ordena que remuevan la losa.

Marta le dice: “Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días“. Con esto, san Juan el narrador del evangelio, nos presenta un hecho muy importante: que no quede duda de que el muerto… ¡está bien muerto! En el relato anterior del ciego que recuperó la vista, ¿se acuerdan todo el circo que los judios y muchos del pueblo hicieron investigando si realmente estaba ciego, si realmente nació sin ver, etc? Bueno, pues hoy no habrá duda.

Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: “Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo ya sabía que Tú siempre me escuchas; pero lo he dicho a causa de esta muchedumbre que me rodea, para que crean que tú me has enviado”. Luego gritó con voz potente: “¡Lázaro, sal de ahí!” Y salió el muerto, atado con vendas las manos y los pies, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: “desátenlo para que pueda andar”.

Lecturas del Domingo: Marzo 22, 2019 – El ciego que volvió a ver

Jesús y el ciego
Jesús y el ciego, por Andrey MironovOwn work, CC BY-SA 4.0, Link

Hoy tenemos una hermosa narración del Evangelio de San Juan:

“En aquel tiempo, Jesús vio pasar a un ciego de nacimiento, y sus discípulos le preguntaron: ‘Maestro, ¿Quién pecó para que éste naciera ciego, él o sus padres?’. Jesús respondió: ‘Ni él pecó, ni tampoco sus padres. Nació así para que en él se manifestaran las obras de Dios. Es necesario que yo haga las obras del que me envió mientras es de día, porque llega la noche y ya nadie puede trabajar. Mientras esté en el mundo, yo soy la luz del mundo’.
“Dicho esto, escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo puso en los ojos al ciego y le dijo: ‘Ve a lavarte enla piscina de Siloé’ (que significa Enviado). Él fue, se lavó y volvió con vista.
“Entonces los vecinos y los que lo habían visto antes pidiendo limosna, preguntaban: ‘¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?’ Unos decían: ‘Es el mismo’. Otros: ‘No es él, sino que se le parece’. Pero él decía: ‘Soy yo’. Y le preguntaban: ‘¿Cómo se te abrieron los ojos?’ Él les respondió: ‘El hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo puso en los ojos y me dijo: ‘Ve a Siloé y lávate’. Entonces fui, me lavé y comencé a ver’.
“Llevaron entonces a los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día en que Jesús hizo lodo y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaron cómo había adquirido la vista. Él les contesto: ‘Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo’. Algunos de los fariseos comentaban: ‘Ese hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado’. Otros replicaban: ‘¿Cómo puede un pecador hacer semejantes prodigios?’ y había una división ente ellos. Entonces volvieron a preguntarle al ciego: ‘Y tú, ¿qué piensas del que te abrió los ojos?’ él les contestó: ‘Que es un profeta’.
“Pero los judíos no creyeron que aquel hombre, que había sido ciego, hubiera recobrado la vista. Llamaron, pues, a sus padres y les preguntaron: ‘¿Es este su hijo, del que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?’ Sus padres contestaron: ‘Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. Cómo es que ahora ve o quién le haya dado la vista, no lo sabemos. Pregúntenselo a él; ya tiene edad suficiente y les responderá’. Los padres del que había sido ciego dijeron esto por miedo a los judíos, porque éstos ya habían convenido en expulsar de la sinagoga a quien reconociera a Jesús como el Mesías. Por eso sus padres dijeron: ‘Ya tiene edad; pregúntenle a él’.
“Llamaron de nuevo al que había sido ciego y le dijeron: ‘Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador’. Contestó él: ‘Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo’. Le preguntaron otra vez: ‘¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?’ Les contestó: ‘Ya se lo dije a ustedes y no me han dado crédito? ¿Para qué quieren oírlo otra vez? ¿Acaso también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?’ Entonces ellos lo llenaron de insultos y le dijeron: ‘Discípulo de ése lo serás tú. Nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios. Pero ése, no sabemos de dónde viene?’.
“Replicó aquel hombre: ‘Es curioso que ustedes no sepan de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores pero al que lo teme y hace su voluntad, a ése sí lo escucha. Jamás se había oído decir que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder’. Le replicaron: ‘Tu eres puro pecado desde que naciste, ¿cómo pretendes darnos lecciones?’ Y lo echaron fuera.
“Supo Jesús que lo habían echado fuera, y cuando lo encontró le dijo: ‘¿Crees tú en el Hijo del Hombre?’ Él contestó: ‘¿Y quién es, Señor, para que yo crea en él?’ Jesús le dijo: ‘Ya lo has visto; el que está hablando contigo, ése es’. Él dijo: ‘Creo, Señor’. Y postrándose, lo adoró.
“Entonces le dijo Jesús: ‘Yo he venido a este mundo para que se definan los campos: para que los ciegos vean, y los que ven queden ciegos’. Al oír esto, algunos fariseos que estaba con él preguntaron: ‘¿Entonces también nosotros estamos ciegos?’ Jesús les contestó: ‘Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado; pero como dicen que ven, siguen en su pecado'”.

 

La Santísima Trinidad

Espíritu Santo
“El Espíritu Santo” por Dnalor 01Own work, CC BY-SA 3.0 at, Link

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Hoy es el domingo de la Santísima Trinidad, uno de los más interesantes dogmas del Cristianismo, es decir, una de sus enseñanzas que no se pueden o deben contradecir: Dios está representado por tres singularidades.

El Padre es Dios, el Hijo es Jesús, y El Espíritu Santo… un momento, ¿Quién es el Espíritu Santo?

No existe un consenso definitivo de quién se trata esta tercera persona. Muchos dicen que es la Palabra de Dios, otros dicen que es la Sabiduría de Dios, y otros más dicen que estos dos conceptos son el mismo.

La semana pasada, escuchamos cómo Jesús nos dijo que, aunque Él se iba de este mundo, en realidad no nos abandonaba, pues vendría el Espíritu Santo. El día de Pentecostés, es clave para el catolicismo pues es el día de la llegada a nuestro mundo del Espíritu.

Hoy Jesús les dice a sus discípulos en el Evangelio de San Juan:

“Aún tengo muchas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que va a suceder. Él me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”.

Si te sientes confundido por estas palabras, no te preocupes. Por siglos los estudiosos han tratado de revelar y comprender estos pasajes, que muchas veces parecen una alegoría a “¿Qué fué primero, el huevo o la gallina?“.

Siempre que Jesús menciona la frase “todavía no lo pueden comprender” o “aún no se les abrían los ojos” es que a sus discípulos no les llegaba el Espíritu Santo. Éste vendría hasta después de la resurrección de Jesús (cuando se les aparece y les sopla directamente) y en Pentecostés.

Y es que es el Espíritu Santo quién nos da sabiduría para entender todo lo que Dios nos está diciendo a través de su hijo. Nosotros tenemos el lujo de entender estos mensajes porque estudiosos, monjes, sacerdotes, y santos han pasado miles de años estudiando, descifrando estos mensajes y haciéndonoslos saber a través de la Iglesia y los estudio teológicos.

Por esta razón, no desprecies los comentarios y los artículos religiosos. Personas benditas por la Sabiduría de Dios nos los están poniendo a la mano para nuestro bien y nuestra salvación.

Estudia, analiza y decide.

 

Lecturas del Domingo: Diciembre 4, 2016 – Juan el Bautista

Juan el Bautista por Anton Raphael Mengs - ngHjvgNHHmV4zA at Google Cultural Institute maximum zoom level, Public Domain, Link
Juan el Bautista por Anton Raphael MengsngHjvgNHHmV4zA at Google Cultural Institute maximum zoom level, Public Domain, Link

Juan el Bautista, el último profeta del pueblo Israelí. Han pasado casi 400 años y los Judíos no han tenido uno. Y ya no habrá otros profetas después de él.

El Evangelio de San Mateo nos habla de que Juan “usaba una túnica de pelo de camello, ceñida con un cinturón de cuero, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre“.

¿Por qué dar estos detalles? La razón es que, desde casi 800 años antes, los profetas Isaías, Jeremías y Ezequiel, hablan de la llegada del mesías, pero que será precedida por una “voz en el desierto, que vestirá pieles y que preparará el camino del Señor“.

De esta forma, Mateo confirma la veracidad de Juan, quien dentro de poco tiempo confirmará que Jesús es quien le precede y por quien “ni él mismo es digno de quitarle las sandalias“.

Sabemos que Juan tendrá un triste final, y que reconocerá a Jesús como el verdadero Mesías, y que aceptará que su figura vaya desapareciendo poco a poco para dar paso a nuestro Señor.

Jesús comentará de Juan: “Una lámpara radiante, de la cual todos ustedes serán dichosos por ser iluminados”.

 

Apocalipsis – La Misa Católica

candeleros
Candeleros de siete velas en el altar de una iglesia católica, similares a las menorahs judías y los descritos por Juan en el inicio del libro

La sagrada eucaristía –la misa católica– es un evento de Fé, de Gracia, que tiene a Jesús como el principal protagonista. Similar al libro, Jesús es el Cordero que tanto se menciona y es, junto con Dios, la principal figura.

Los himnos y cánticos, los cuales son mencionados como alabanza a Dios y al Cordero, son efectuados por ángeles, mártires y santos. Los cantos durante la celebración de la misa son lo mismo, alabanzas a Dios y a Jesús por parte de los asistentes.

Las visiones detalladas en el apocalipsis están presentes durante el rito: las vestiduras blancas del padre y la vestimenta blanca de Jesús, el altar, el Amén constantemente expresado, junto con el ¡aleluya! La Madre de Dios mencionada y exaltada en la celebración cuando rezamos el Ave María.

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En el altar

Antes de la consagración del vino, se vive un ambiente festivo y alegre, de repente, un monaguillo tocará las campanas para anunciar que la música termina y comienza el momento solemne. Los mismo ocurre en el libro, al escucharse las trompetas el ambiente de fiesta en la Tierra se acaba. Todos debemos estar de rodillas. Este mismo momento se relata en el libro.

Después de la consagración, cuando el sacerdote anuncia “Este es el misterio de nuestra fé“, todos nos levantamos usualmente con alguna música, esto es el símbolo de que la gloria del cielo se abre como lo hizo en el libro. Al tomarnos todos los asistentes de las manos y rezar el Padre Nuestro, estamos haciendo lo mismo que todos los mártires y santos hacen frente al trono de Dios: alabándolo con nuestra oración.

Juan, que se encontraba viejo y enfermo en la isla de Patmos, está triste por no poder celebrar el recordatorio de Cristo con los discípulos, pero ahora él ha visto venir al cielo. Juan está viendo la gloria de Dios abriéndose a él. El no puede ir a la misa por su condición… pero la misa ha venido a él. Y en el templo, el cielo se abre a nosotros durante la celebración eucarística.

Al final de la misa, el sacerdote nos despide: “Podemos ir en paz” y todos respondemos: “Demos Gracias a Dios“.